La cara y la cruz del ‘Juevintxo’
Un pequeño placer asequible para el bolsillo, una manera de revitalizar el negocio o un molesto macrobotellón permitido y legal. Así es este evento que todas las semanas congrega a centenares de personas: depende de los ojos del que mira.
Una misma realidad puede tener tantos puntos de vista como personas la observan y, a la hora de hablar sobre la situación que se produce al atardecer en el Casco Viejo de Pamplona, el de vecinos, hosteleros y personas que acuden de fiesta a las calles del centro de la ciudad chocan. La difícil conciliación entre descanso y este tipo de ocio se hace patente sobre todo entre los jueves y los sábados, pero en los últimos años vive su punto álgido con el denominado Juevintxo, una iniciativa desarrollada por los bares del centro de Pamplona a través de la que ofrecen un pincho y un vino o un zurito por dos euros. Una forma económica de diversión, una manera de revitalizar el negocio o un botellón permitido y molesto; así es este evento para los distintos agentes que en él participan o en él se ven forzadamente involucrados.
“Hay días en los que no puedo ni entrar a mi casa porque las cuadrillas se sientan alrededor del portal. Yo entiendo que son jóvenes y se tienen que divertir pero esto no. Parece que están en el salón de su casa y no en la calle”, señalaba el pasado jueves una vecina de Estafeta. Esta popular calle se ha convertido en el epicentro del Juevintxo y, por ende, en una de las zonas más afectadas por los ruidos y suciedad generados, al igual que la plaza y calle Navarrería. La estampa de centenares de personas bebiendo y charlando alrededor de la fuente viene de años atrás, pero parece que en los últimos tiempos, el jolgorio y la algarabía producidos es mayor. “Esta zona se queda echa un asco. No solo la plaza, sino la calle entera. Hace unos años la gente normalmente se reunía donde la fuente, pero ya llegan hasta la catedral, y el olor y el ruido entran a casa hasta con las ventanas cerradas. Da igual que se coloquen papeleras, que se hagan campañas... La cosa no cambia”, aseguraba un vecino de Navarrería. “Yo lo entiendo porque soy joven y también salgo, pero no dejo todo así”, añadía.
Por su parte, quienes disfrutaban del Juevintxo, apuntaban que también entendían la postura de los que viven en la zona. “Nosotros entendemos la reivindicación vecinal, porque tiene que ser molesto estar escuchando ruidos y música hasta altas horas de la madrugada, pero es la zona de bares a la que nos gusta venir, y en jueves más porque es más barato y hay que aprovechar”, indicaba la cuadrilla de Gorka Arbizu e Iñaki Sánchez, quienes manifestaban que ellos intentan dejar “todo limpio” cuando se marchan. “No es nada nuevo para los vecinos. Es el pan de cada día, pero la gente igual es menos civilizada ahora, no lo sé. De todas formas creo que este año la campaña vecinal de concienciación ha ido mejor”, expresaba John Whitehouse, propietario de Los Burgos de Iruña.
En opinión del gerente de este establecimiento, “la plaza perdió mucho ambiente cuando comenzó el Juevintxo porque la gente se fue a Estafeta, pero bares de la zona comenzaron a participar en la iniciativa para que volviese la gente al encontrar aquí también la misma oferta”. A su parecer, son estas dos zonas las más masificadas del centro histórico de la ciudad, aunque cree que esto no es algo tan positivo para los negocios como puede parecerlo a primera vista. “Muchas personas se concentran en la calle pero no consumen en el bar y solo entran para hacer uso del baño, ya que traen sus propias litronas compradas en otros sitios”, comentaba.
mercaderes y san nicolás Las aperturas en los últimos dos años de varios establecimientos en la calle Mercaderes (Gastrobar La Juana, restaurante Nire Etxea, bar Qwerty o cafetería El Mentidero), a los que en un par de meses se unirá de nuevo el antiguo Iruñazarra, han vuelto a relanzar hostelera y gastronómicamente esta rúa, aunque sigue siendo una zona más tranquila en la que la concentración de personas no llega a copar toda la anchura de la vía, y el trasiego de personas y vecinos parece, al menos a simple vista, más sencillo.
Lo mismo ocurre en las calles Comedias o San Nicolás. Aunque en estas últimas la licencia de la mayor parte de establecimientos es de bar especial, lo que les permite un horario de cierre más amplio, es más difícil encontrar a jóvenes haciendo botellón o sentados en el suelo, y generalmente se hace uso del mobiliario y terraza de los bares, una exigencia que los vecinos quieren que se cumpla con rigor, tal y como contempla la ordenanza municipal.
Desde la asociación vecinal además, piden “impedir que los usuarios de la terraza saquen las consumiciones fuera de la zona autorizada”, algo que desde los bares lo ven complicado. “Sé que dicen que todo el mundo tiene que estar dentro del bar o en la zona de la terraza, pero no lo veo factible. Quizás en mi bar que es grande sí, pero para otros si entran 40 personas igual ya superan el aforo máximo”, argumentaba Whitehouse, el propietario de los Burgos de Iruña.
Al contrario que ocurre en la zona de Navarrería y Estafeta, en Mercaderes, Comedias y San Nicolás desde la hostelería destacan la importancia que tiene este evento para sobrevivir en los tiempos que corren. “Para nosotros es muy importante porque el Juevintxo lo mueve todo. Sin él, el trabajo de los jueves sería como el de los miércoles”, exponía Borja Pons, camarero de un establecimiento de San Nicolás. “Nosotros abrimos hasta las cuatro y a las seis pasa la brigada de limpieza del Ayuntamiento así que entiendo que es difícil para cualquier vecino, pero aquí es el primero que viene al Juevintxo”, agregaba.
Otro hostelero de la calle Comedias definía el Juevintxo como “el mejor invento que se ha hecho”, y aunque afirmaba entender a la asociación vecinal, opinaba que “las personas que viven en el Casco Viejo ya tienen que saber a qué se exponen; es una zona de bares y de fiesta”. “Comprendo que se quejen de que la gente haga botellón en Estafeta, pero en esta zona no es algo tan habitual”, señalaba.
Como partes condenadas a entenderse para conciliar, desde el Ayuntamiento y la Asociación de Empresarios Hosteleros de Navarra aseguran que el tema ya se ha planteado a nivel político en la Comisión de Asuntos Ciudadanos y se llevará a nivel ciudadano a la Mesa del Casco Viejo, para generar debate entre todos los agentes y buscar así el “equilibrio”, ahora roto.