Síguenos en redes sociales:

75 años ‘y pico’ de Jarana en azul y blanco

La Jarana celebró el pasado fin de semana el acto central de su 75 aniversario oficial, aunque una investigación histórica sobre su origen descubre que pudo crearse antes de la Guerra Civil, con lo que sería una de la tres peñas decanas de Iruña.

75 años ‘y pico’ de Jarana en azul y blanco

La Peña La Jarana celebró el pasado fin de semana el acto central de un año dedicado a su 75 aniversario oficial aunque precisamente una investigación histórica que está impulsando con motivo de esta efeméride ha permitido descubrir diversa documentación que acreditaría que esta sociedad surgió antes de la Guerra Civil, con lo que se convertiría, en compañía de La Única y el Muthiko Alaiak, en una de las tres peñas decanas de Iruña. Así, la prensa local publicaba en 1932 una alineación de un partido entre La Jarana y La Veleta mientras que la entidad hoy ubicada en Jarauta también firmaba con otras diez peñas del momento, una carta dirigida a la Meca para solicitar la contratación de diestro navarro Torón, una de las figura del momento. Además, la delegación del Gobierno de Navarra, en su autorización para abrir la peña en 1940 (fecha oficial de su fundación) daba permiso para “reanudar” las actividades, lo que lleva a concluir que la peña ya existía antes aunque su directiva y muchos de sus miembros fueron víctimas de la violencia y la guerra civil.

Sea como fuera, lo cierto es que la peña decidió volcarse en este año 2015 como fecha para organizar una serie de actos que tuvieron su traca final el pasado sábado y domingo, con un intenso programa social, musical y cultural que vistió de blanco y azul las calles de la ciudad en un fin de semana con sabor sanferminero, quizá como anticipo de las fiestas de este fin de semana. Fue una jornada de homenajes, emociones y celebraciones, aunque también hubo un espacio para realizar una mirada retrospectiva a lo sucedido en los últimos 75 años en un formato de exposición, vídeo y, previsiblemente, libro. Algunas de sus etapas más importantes se reproducen a continuación.

la prehistoria

1930-1940

Origen enigmático roto por la Guerra Civil

La Jarana ha podido pasar a la historia como una de las decanas de la ciudad a la altura de El Muthiko o La Única. Aunque su fundación definitiva -o refundación oficial- tuvo lugar a la vuelta de la Guerra Civil, hay numerosos documentos y noticias que dan cuenta de su existencia en los tiempos de la II República, conviviendo con otras míticas peñas ya desaparecidas como La Veleta, con la que se retaba a partidos de fútbol en la Vuelta del Castillo. Sus primeros pasos se encuentran envueltos, no obstante, en un notable misterio, al igual que la razón de su atuendo azul o sus primeros locales, que unos sitúan en la Rotxapea y otros en la calle del Carmen. El golpe de Estado del 36 añadió aún más confusión a los inicios de una de las peñas (ya que gran parte de sus miembros desaparecieron con la Guerra Civil y tuvo que reiniciarse) con más historia de la vieja Iruña, que retomaría oficialmente su actividad en 1940, por lo que en 2015 se celebraron sus bodas de diamante, aunque posiblemente tenga más de 75 años de historia. No quedan ya testigos vivos de estas fase inicial que está en estudio.

primeros años

1941-1965

Bailes “escandalosos”

en la calle San Fermín

Tras un azaroso inicio -o reinicio- en los duros años de la posguerra, La Jarana se lanza hacia las décadas de los años 40 y 50 convirtiéndose en una referencia en la ciudad como espacio de ocio y baile. Sus sesiones abiertas en su sede de la calle San Fermín 49 cobraron una fama (en ocasiones bastante mala?) por toda Pamplona. Son los años donde también, más allá de las actividades comunes a otras peñas en San Fermín, surge la otra pata que conformará la doble personalidad de la Jarana: su vocación solidaria con las distintas visitas a centros hospitalarios. Ocio, fiesta y caridad. Tres ejes en torno a un precario local con ambigú que fue objeto de numerosas sanciones y cierres administrativos por sus “atentados a la moralidad” y quejas de los vecinos en una sociedad marcada por los rancios valores de la dictadura. El deporte, que también empieza despuntar en diferentes modalidades (fútbol, atletismo, pelota, balonmano, balombolea?), completa el perfil de una entidad que está compuesta por un centenar de socios (las mujeres sólo llegan a ser “madrinas”) y juntas muy efímeras. Pero los tiempos van cambiando y La Jarana, en parte por estos problemas con la comunidad del inmueble pero también por nuevos aires y filosofías de una agrupación social y cultural, empieza pensar en una mudanza que llegará a mediados de los 60: comienza la época dorada de Estafeta, en el corazón de la fiesta.

estafeta

1965-1983

Décadas prodigiosas

y años de cambios

Las décadas de los años 60 y 70 fueron dos de las más intensas y convulsas de la peña. Comenzaron con un cambio de local a la estratégica y mítica Estafeta (el primer y el quinto piso del número 67) y acabaron con otro cambio de sede y, sobre todo, de filosofía y orientación como sociedad popular. Los años sesenta suponen de alguna manera una proyección de los ejes que venían de la época anterior con un incremento cuantitativo de su actividad. Así, en el ámbito del deporte nace en 1967 la Carrera del Encierro y en 1973 el fútbol se convierte en el rey sumando el equipo de pista en Boscos. En la acción social-cultural siguen las visitas hospitalarias, surge un polémico bingo (1977) y se crea una potente biblioteca popular de préstamo. Y, finalmente, la Jarana como foco de ocio abierto a la ciudad, completando sus famosos bailes de salón con las verbenas del Jito Alai en San Fermín entre 1964 y 1979. La peña se vuelca en los Sanfermines (donde Labayen es el dibujante de moda) y se abre al mundo con distintos jumelages, especialmente con Los Calientes de Dax (1970). La peña no es impermeable a los cambios sociales y políticos que empiezan a gestarse en los 70 con los últimos años de la dictadura. Las nuevas generaciones piden voz y comienza a fraguarse un doble cambio -no exento de divisiones internas que acabarían en una escisión- tanto en la orientación de la propia Jarana (a la que, no obstante, sorprende los trágicos Sanfermines del 78 con una junta muy en la línea del establishment oficial) como en la manera de entender la entidad. El debate, más allá de aspectos ideológicos, era continuar con la fórmula del ambigú o dar más soberanía al socio/a en la línea de una sociedad de “llave” al estilo actual. Son años de duras asambleas y tensiones en las juntas que concluyen con un importante y definitivo giro en la manera de ser y de hacer. El equipo de Pío Barbería y los hermanos Goldáraz son claves y la asamblea multitudinaria de Escolapios de 1982, decisiva. La pionera colocación de la ikurriña en la fachada (en los tiempos de Franco la rojigualda era obligatoria en las asambleas) y la irrupción de la mujer en igualdad de condiciones en la peña fueron dos exponentes del cambio que, de nuevo por problemas con los vecinos, acarreará también el tercer y definitivo traslado hacia Jarauta, aunque una buena parte de los socios decidieron fundar otra sociedad en Calderería.

jarauta

1983-1995

Años duros en Navarra

y en la propia peña

Los años 80 serán también muy revueltos e intensos. El cambio de local y de ciclo inaugura una época potente en lo social dentro de una ciudad también convulsa. La nueva sede genera notables expectativas a la base social, pero también supone un ingente esfuerzo económico que pesará durante toda la etapa y más con la sangría de socios tras la escisión. Las juntas de Pío Barbería, Joaquín Induráin y Ramón Rubio marcarán los tiempos sacudidos por una realidad socioeconómica y política compleja (La Jarana la sufrirá en sus carnes con la muerte del socio Mikel Castillo por disparos de la Policía) que tienen también su lado positivo en una fuerte ebullición de los movimientos populares como el euskera, el ecologismo o la insumisión en los que las propias peñas se encuadran. La Jarana es fiel a sus señas de identidad, impulsando una amplia gama de actividades culturales y deportivas más allá de su vocación sanferminera mientras sigue ensayando fórmulas para reactivar social y financieramente una entidad que llega al principios de los 90 con la necesidad de un acicate sumida en el debate interno también de ser algo más que una sociedad gastronómica de servicios, es decir un agente participativo. La meta de una reforma del local para acondicionarse a la demanda social servirá de incentivo aunque el proyecto se complica y La Jarana tiene que tirar de la vieja guardia para sacarlo adelante y comenzar la década de los 90 con energías renovadas.

una peña del siglo xxI

1995-2015...

La segunda época dorada de La Jarana

La Jarana, tras las penurias y también el músculo social demostrado en los duros años 80 e inicios de los 90, entrará en el siglo XXI con fuerza. La sucesión de una serie de juntas potentes y plurales ejerce de catalizador para que la peña, manteniendo su identidad propia de décadas pasadas, multiplique su vitalidad de puertas adentro y, sobre todo, su proyección social? La Jarana da mucho juego en la ciudad y amplía de paso sus instalaciones adquiriendo dos pisos en el mismo portal. La peña afronta sus bodas de diamante con una solvencia social y económica muy alta, confiando en llegar al centenario con otro relevo generacional que se cuece ya en los gaztes y txikis; surgen nuevas y jugosas relaciones con otras localidades como Paterna que toman el relevo de anteriores jumelages formales; la irrupción y consolidación del premio El Bombo; la institucionalización de la paellada en San Fermín, el espectáculo cómico de la procesión paralela del día 7 de 2009, el surgimiento de nuevas secciones y actividades sociales (montaña, coordinadora social, txistularis, txuflaineros, modistillas....) así como una sucesión de fiestas propias y de la ciudad que componen dos décadas ricas y trepidantes aunque también con sus claros y oscuros. Hay más socios y socias que en ninguna época; la lista de txikis a rebosar; el comedor, atestado; el tendido más animado que nunca; las kalejiras, multitudinarias... El acto del pasado domino fue el mejor broche y punto y seguido.