pamplona - “No creo que haya que demoler el edificio”. A la espera de evaluar los daños definitivos en el número 12 de la calle Carmen, Cristina Arregi, la directora del área de Conservación Urbana y Proyectos del Ayuntamiento de Pamplona, lanzaba ayer, a primera hora de la mañana, cierto halo de esperanza a los vecinos afectados por el incendio originado en la noche del miércoles. Sea una rehabilitación o una demolición parcial o total, sus inquilinos saben que tardarán muchos meses en regresar.

De hecho, un informe preliminar del Ayuntamiento determinó ayer que el edificio no se encuentra en condiciones de ser ocupado hasta que se proceda a su rehabilitación. El Consistorio tratando de garantizar la seguridad del edificio ha restringido al máximo la entrada de los vecinos al interior de las viviendas. A su vez, la Policía Municipal se encarga desde el día del incendio de vigilar la zona para evitar a su vez pillajes. El técnico responsable de proyectos del Consistorio cree que para el lunes-martes el edificio estará transitable una vez que finalicen las tareas de apuntalamiento que lleva a cabo una empresa contratada por el Ayuntamiento. Los trabajos, que desde el jueves han consistido en la colocación de puntales entre la cuarta planta (donde se originó el fuego) y la quinta, -y a partir de ahí, en el resto de niveles, “alineados porque transmiten la carga”- continuaron ayer y seguirán hoy de manera que para la próxima semana peritos y vecinos podrán “pisar” cada una de las cinco plantas del bloque. En principio, los mayores daños se localizan en el cuarto piso y en el patio interior. Sus ocupantes (5 de las 7 viviendas) seguirán realojados en las diez viviendas de la calle Joaquín Beunza que ha cedido el Ayuntamiento de Pamplona y, en aplicación de la ordenanza municipal, tendrán que pagar un alquiler en función de las rentas salvo que el seguro que cada uno tenga cubra ese gasto. El periodo máximo para ocupar las viviendas municipales es de dos años, un tiempo que los damnificados no esperan agotar en la rehabilitación de sus viviendas.

Por otro lado, miembros de la policía científica de Policía Nacional inspeccionaron ayer la zona siniestrada para recoger las primeras muestras que determinen cuál pudo ser el foco del incendio. A lo largo de la mañana también se acercaron al edificio bomberos y personal técnico del Ayuntamiento. También el responsable de la oficina de rehabilitación Alberto Calvo mantuvo un encuentro con los vecinos para dar a conocer los pasos que debían seguir una vez que el Consistorio asegure la “estabilidad” del edificio, permitiendo un “acceso controlado para visitarlo y sacar unos enseres”, y que pasa por contratar a un arquitecto y contactar con los seguros. “La obligación de conservar el edificio y de promover las obras es de los propietarios”, abundó.

Precisamente en la reunión mantenida ayer al mediodía con las compañías contratadas se tuvo conocimiento de que el seguro comunitario tenía una póliza suficiente como para asumir los desperfectos que tienen que ver con la estructura.

El edificio ya fue rehabilitado hace 18 años, y obtuvo en aquel momento ayudas públicas. Su fachada en la calle Carmen apenas enseña cómo en la noche del miércoles se cebó el fuego en su interior. Un fuego que se originó en el cuarto piso, un pequeño apartamento mientras dormía su inquilina, una joven estudiante que trató de huir por la fachada y que resultó herida.

La peña Irrintzi, en concreto el nuevo comedor, fue otro de los locales afectados por las llamas. Su presidente Pello Orkin destacaba ayer que la reforma de la bajera como ampliación de la peña se llevó a cabo hace diez años. El número 10 y 12 de la sociedad están unidos de hecho por la trasera de otro local, el centro de masaje Ultreia. Esta semana la puerta del número 12 del Irrintzi sirve de entrada principal para los empleados municipales que apuntalan el edificio, además de albergar la salida de incendios. “Todos los escombros han caído al patio de la peña, el cual se ha derrumbado completamente; cayeron cascotes de materiales tras el incendio, el agua que se vertía... y la entrada al patio es por este pasillo que aloja diferentes infraestructuras...”, abundaba.

Las viviendas más perjudicadas son el 4º derecha, el 5º y el 1º izquierda. “Mi piso está totalmente encharcado, cae agua por todos los lados y, además, se ha quemado el patio interno”, relató ayer Sonia Irigoyen, vecina del segundo. “Fue un gran shock. El jueves entramos con mucho cuidado, uno por uno, con un agente que nos indicaba por qué espacios podíamos pisar y los que no. Tampoco sabes muy bien lo qué coger rápidamente... una muda, un reloj y, hoy, es cuando te acuerdas de documentos de valor, las escrituras, el ordenador, fotografías, mil cosas... se te amontona lo que es prioritario. Queremos retirar cosas poco a poco, guardando en cajas para cuando volvamos dentro de ocho meses o un año tener todo ordenado y limpio, además de evitar el pillaje”.

Preguntados por la posibilidad de mantener el edificio, Irigoyen aseguró que “los vecinos no tenemos nada claro; la casa desde ayer a las nueve de la mañana ya la estaban tirando... había todo tipo de comentarios”, señalaba Sonia. “Preferimos conocer la opinión de los técnicos. El edificio está muy dañado porque el fuego destruye pero el agua además se filtra por todo..”. “Nos hemos reído de la posibilidad de poner ascensor si al final se tiene que tirar, por consolarnos en algo...”, ironizaba. El edificio fue rehabilitado hace 18 años, “pero no dejan de ser casas muy antiguas, con mucha madera”. Recuerdan que al menos tuvieron suerte porque el 4º donde se desató el fuego fue reformado por un ebanista y forrado en madera.