pamplona - No hace demasiado tiempo eran bastantes más. Llegaron a tener 80 socios y ahora apenas cuentan con la mitad. Tampoco se presentan mucho mejores las perspectivas de futuro. Los efectos de la crisis en la tierra que les acogió han sido especialmente perversos con la población inmigrante y los argentinos no han sido una excepción. Desde 2008 casi medio centenar de familias de esa nacionalidad ha tenido que regresar en busca de las oportunidades que ya no se encontraban a este lado del océano, aun sabiendo de las dificultades económicas y sociales que se mantienen, años después, en su país de origen.
Pero la alternativa de encontrarse sin trabajo y sin vivienda fue más poderosa que la decepción que en algunos casos pudo suponer recorrer el camino de vuelta, hacia un destino todavía incierto y donde la existencia continúa siendo extremadamente complicada, con una inflación desbocada del 45% y donde, como ejemplo, el kilo de tomates puede llegar a costar 6 euros (100 pesos argentinos).
Algunos de los que se han tenido que ir formaban parte del Centro Argentino Navarro, la asociación que aglutina a su comunidad y que ayer celebró elecciones en su junta directiva para cubrir precisamente las bajas que los retornos han provocado. En Navarra se estima que residen entre 3.000 y 4.000 argentinos, la mayoría en Pamplona y localidades cercanas, para quienes el centro ha constituido durante años un espacio para mantener el lazo de unión entre ellos.
Como mencionó el fin de semana su presidenta, Aurelia Demagistris, la principal labor del Centro Argentino Navarro ha sido la de mediación y divulgación de la cultura -la de aquí y la de allá- sin olvidar la dimensión social y lúdica que lleva a cabo. Un asado y un partido de la selección son argumentos que un argentino rara vez podrá rechazar y que el centro ha sabido canalizar con notable aceptación durante estos años.
banco de alimentos “Ahora es muy importante la colaboración que llevamos a cabo con el Banco de Alimentos. Una vez al mes recogemos comida para entregarla a la gente que lo necesita, sean argentinos, ecuatorianos o colombianos”, añadió Agustina Iturriaga, integrante de la actual junta.
Desde el centro, además, se han organizado cursos de fotografía, de baile y hay un servicio de asesoramiento para los compatriotas que buscan un consejo al llegar a Pamplona, ya que el local sirve de sede para el consulado itinerante.
Para Aurelia y Agustina, como para otros muchos argentinos que viven entre nosotros, la posibilidad del retorno no se contempla. Sus lazos con Pamplona y con Navarra vienen de lejos, desde que sus abuelos y abuelas tuvieron que salir hacia Argentina para evitar la represión franquista o el hambre de la posguerra. Y los nietos de aquellos exiliados son ahora abuelos de una nueva generación que tiene a su alcance lo mejor de dos formas de ser y de vivir. Muchos han nacido aquí o han formado familias con navarros o navarras, y tienen decidido no irse aunque el panorama ande tan revuelto.
El objetivo que se ha marcado la asociación a medio plazo es fortalecerse orgánicamente y aumentar el número de socios en la medida que sea posible. La elección de ayer es el primer paso y aunque la asistencia no fue muy elevada, esperan que ayude a reactivar el Centro.
Iniciativas y ganas no les faltan. Desde 1993, cuando se puso en marcha la asociación, han tenido que hacer frente a situaciones parecidas y lograron salir adelante. No son gente dada a la rendición y confían en mantenerse en cancha muchos años.