El castor, en busca de una oportunidad
Javier Fabo ofreció ayer una charla sobre este animal y defiende los beneficios que provoca en nuestro entorno frente a los peligros asociados a su presencia
pamplona - “La del castor es una historia muy larga, fascinante y además trágica”, arranca Javier Fabo, miembro de la asociación naturalista de Marcilla ALNUS. Ayer ofreció una charla en el Museo de Educación Ambiental de Pamplona para dar a conocer a este nuevo y a la vez antiguo roedor de nuestros ríos. Para entender quién es, qué pasa con él “y darle una oportunidad”, dice Javier, hay que remontarse 700.000 años atrás. Los restos de un yacimiento paleontológico en Olazagutia prueban ya entonces su presencia por aquí.
“La especie ha existido en la Península Ibérica desde tiempos remotos, pero hace pocos siglos llegamos a exterminarla”, explica Fabo. Su caza indiscriminada acabó con él porque, como con el cerdo, “del castor se puede aprovechar todo”. Carne, pellejo y castóreo, sustancia que segrega para lubricar su pelaje “y que se utilizaba en cosmética”. También estuvo a punto de extinguirse en Europa y en América. Sobre 1920, Suecia fue el primer país que lo introdujo cuando solo quedaban unos 1.200 ejemplares. A Suecia le siguieron 20 países más y en las últimas décadas del pasado siglo ya se había introducido en casi toda Europa. “Pero en España, por alguna razón que desconozco, parece ser que un grupo belga lo introdujo de manera ilegal en 2003. Ahora el castor ha retornado. Y no de manera natural como nos hubiera gustado, porque no puede atravesar los Pirineos”, analiza Javier.
Hasta ahí el repaso histórico del castor europeo (Castor fiber), cuya presencia ilegal llevó al Gobierno foral a plantear varias campañas para su erradicación y exterminio, todas infructuosas y muy costosas.
¿qué ríos queremos? Los castores están Navarra. En el Arga a su paso por la capital, sin ir más lejos. Su presencia, además de curiosidad, arroja interrogantes; la influencia en el ecosistema y la posible pérdida de masa forestal, el riesgo para viandantes si cede un tronco castigado por su acción (en Pamplona el mes pasado se talaron varios árboles roídos para evitar este peligro) o los perjuicios para agricultores cuyos campos lindan con el río.
Fabo, que lleva mucho tiempo observando a estos roedores en su Marcilla natal y tres años preparando un libro con el pasado, presente y futuro de este animal, amplía el marco de debate. “No solo hablamos del castor. Hablamos de los ríos. ¿Qué ríos queremos? Si queremos que solo exista agua de la cual aprovecharnos, desde luego que el castor no tiene cabida. Pero si queremos ríos ecológicamente sostenibles, vivos y sanos, el castor no solo tiene cabida, sino que además es necesario. Hay un vínculo total entre castor y río”, dice.
“Ahora las máquinas dragadoras se encargan de encauzar el río, quitar material, etc... Pero el castor siempre se ha encargado de esa función. Es el podador de los ríos, el que renueva sus riberas. En los cultivos en los que el agricultor se ha apoderado de las riberas y ha puesto chopos, el castor sale y los roe. Y si tiene frutales, roe los frutales. Esa es la polémica”, explica. Por eso apuesta por sacar al castor de su “limbo legal” y otorgarle estatus de protegido para que su protector se responsabilice también de esos “pequeños daños”.
Respecto a su impacto sobre la masa forestal, Fabo opina que “nuestros ríos siempre han tenido castores, y su vegetación está adaptada. Nuestros principales árboles son el álamo y el sauce. Y si cortas un álamo vuelve a retoñar. No son un peligro para la deforestación de la ribera. Al contrario, la renueva”. Y añade un punto más a su favor: “Allí donde construyen pequeñas presas, esas lagunas benefician a peces, anfibios, reptiles y toda clase de fauna. También a las plantas. Con más plantas hay más flores, beneficio para abejas, insectos... Es el ciclo biológico, ni más ni menos que lo que se llama la biodiversidad”.
argumento emocional Aún a riesgo de que le critiquen con un “joder qué ñoño te has puesto”, Fabo apela a un último argumento en defensa del castor: el emocional. “Transmiten simpatía, alegría. De hecho se toman como ejemplo, y en los grupos scout llaman los castores al grupo de los más pequeños por la comunidad, el trabajo en equipo... También hay que transmitir eso, no solo si hace daño o no en los árboles. Hay algo de sentimental en ellos”, argumenta Fabo. Cuenta también que todos los que le han acompañado para verlos en Marcilla, porque los tiene más que localizados, “se marchan con una sonrisa en la cara y con las endorfinas a tope”.
Para terminar, Fabo insiste con su ruego inicial. “Llega el momento de decidir. El Gobierno de Navarra se debe plantear ya qué hacemos con este animal. Y desde mi punto de vista, pido que se le de una oportunidad”.