pamplona - Es, sin duda, una de las cuentas atrás más representativas de Iruña. La única que importa y que congrega junto a ella cada día a decenas de vecinos y visitantes para inmortalizar en un momento los días, horas, minutos y segundos que quedan para que lleguen las fiestas más grandes del mundo. Apagado desde el pasado día 15, el mítico reloj de Kukuxumusu volverá a lucir sus números y se quedará, además, en la calle a la que pertenece: Estafeta.

Después de que la entidad entrara en concurso de acreedores -y con el consiguiente riesgo de que desapareciera el que se ha convertido ya en un símbolo de la ciudad-, Carmelo Butini, que regenta La Casa del Libro en la misma calle, acaba de adquirirlo para que siga siendo “el reloj de todos” y no pierda ese espíritu anunciador y festivo. Y son muchos los que le han dicho ya que no podía haber caído en mejores manos, porque entrar en su librería, que gestiona junto a su hermano (fundada en 1943, primero a cargo de su abuelo y después de su madre), es como estar en casa. En un pequeño hogar poblado de reliquias y figuras que dibujan a San Fermín, a los gigantes y a sus reyes, a los kilikis, a Olentzero y hasta a un zanpantzar.

Pamplonica y sanferminero de pro, Butini corre los encierros desde hace 7 años en Santo Domingo y más de 30 en Estafeta. Lleva tatuada la silueta del santo con el dibujo del vallado en su interior y, atado al brazo, el pañuelico rojo. Miembro de la peña Anaitasuna, los kilikis acostumbran a entrar y saludarle en plenas fiestas. “Voy a los toros, hago barra, escalerica... Vivo los Sanfermines todo el año, y todo el año estoy pensando en ellos”, señala.

Puede que precisamente por eso la gente que le conoce le animara a comprar el reloj, cosa que él no contemplaba, pero sí le llevó a planteárselo. “Tenía que ser mío, ¡con lo que soy yo! -decía ayer, mientras enseñaba orgulloso su propio calendario en papel, en el que tacha los días que quedan para las fiestas-. Escribió directamente a uno de sus contactos en Kukuxumusu, en una negociación poco habitual que se llevó a cabo a través de Facebook. Los responsables lo consultaron y tras poner una cifra -que Butini no quiere revelar-, la compra fue una realidad.

alternativa municipal Desde el Ayuntamiento, que estudiaba la posibilidad de instalar un reloj similar propio “en un edificio de propiedad municipal y con el objetivo de que no se pierda algo simbólico para la ciudad y para los turistas”, avanzaron ayer que aunque no tienen constancia de la compra de manera oficial, están analizando “si tiene sentido o no” colocar uno nuevo, y por supuesto su ubicación, que tendría que ser “significativa”.

Butini instalará el reloj, que se inauguró en julio de 1989, en su fachada, aunque todavía no sabe de plazos. Los antiguos propietarios se encargarán de su desmontaje y puesta en marcha, espera que “lo antes posible”, aunque no tiene prisa porque está demasiado feliz. “Lloré cuando me dijeron que sí, aún se me pone la carne de gallina -confiesa-. Quiero mantener su espíritu y que la gente lo vea. Es un reloj de Pamplona, en otra calle se perdería. Para mí no es un negocio, es por sentimiento”, señala, asegurando que su padre, que falleció hace unos meses, se habría sentido orgulloso. “Me diría que era lo que me faltaba, pero me apoyaba siempre y sé que me habría dicho que fuera a por ello sin pensarlo. Estaría feliz”. Ayer, su móvil echaba humo. Lo tuvo que silenciar porque en un momento tenía “más de cien mensajes de WhatsApp”, de felicitaciones varias. Y alguno ya le advertía: “Acuérdate de ponerlo en hora para el 6 de julio a las 12, que tú eres capaz de organizar San Fermín todos los meses”.