burlada - En 2001, Jesús María Remírez cayó casi por casualidad en Marrakech en una escapada de una semana para huir del estrés y del frío de febrero. Tardó menos de un mes en volver y comprarse un apartamento. “Me enamoré de la ciudad y de su entorno. Es muy exótica y luminosa. El cielo siempre está azul, tiene mucha cultura, mucho arte y mucha historia, con el Atlas, el mar tocando... Y es muy segura”, dice este dentista natural de Dicastillo, que ha ejercido toda su vida en Burlada hasta su jubilación el 30 de junio.

Más casualidades. El año pasado, ojeando una revista en Marrakech, Jesús María se topó con un artículo sobre la aldea Dar Bouidar, que acoge a niños abandonados. Como ya tenía en la cabeza hacer algo para ayudar una vez jubilado, inmediatamente mandó un mail. “¿Tenéis a alguien que se ocupe de la salud bucodental de los niños?”. En dos minutos recibió una respuesta, concertaron una cita... y ya estaba liado. En septiembre ya se puso a trabajar. “Para mí es una satisfacción. Tengo 66 años, de salud estoy bien y ahora es cuando más sabes y más dominas tu profesión. Me parece un desperdicio no hacer nada”.

Ha vuelto a casa por Navidad, también estará los meses de calor más duros del verano marroquí. El resto, a disfrutar de la jubilación ejerciendo su profesión. “Trabajo hay todo el que quieras”, dice, y anima a colegas navarros a sumarse como voluntarios, cuando quieran y los días que quieran. A la carta. “Si hay interesados, que llamen a la consulta, 948128355, y pregunten por el doctor Juan Dopico. Él les pondrá en contacto conmigo”.

la asociación 25 kilómetros al sur de Marrakech, en las faldas del Atlas, se encuentra la aldea infantil Dar Bouidar -bouidar es un topónimo, y dar significa casa en árabe-. En la provincia de El Haouz, de las más castigadas de Marruecos, con olivos y algo de agricultura. Poco más. Ni industria ni turismo, dice Remírez.

El suizo Hansjörg Huber, profesional de los seguros que en su juventud conoció el sufrimiento de niños refugiados acogidos en su país, fundó la asociación Los niños Dar Bouidar en 2010. Y el 17 de abril de 2015 abrió sus puertas esta aldea. Ahora la conforman 120 niños, desde recién nacidos hasta los once años más o menos -10 con discapacidad-, distribuidos en diez casas. Una zona de oficinas, gabinete médico, otro de enfermería, el gabinete dental, cocina, escuela, mezquita, jardines e incluso una pinacoteca -las obras se venden para beneficio de los niños-, conforman la aldea. Y se está construyendo otra estancia para la rehabilitación de los pequeños con discapacidad. El juez del Tribunal de Familia de Marrakech decide qué menores van allí, y desde ese momento “su manutención sale de donaciones, el gobierno marroquí no da un solo dírham”, dice.

“Los niños técnicamente son huérfanos, aunque casi el 100% tienen padre y madre. Pero todos son niños abandonados. Algunos porque las madres no tienen recursos, y con todo el dolor del mundo les abandonan. Otros han nacido fruto de violaciones en el entorno familiar. Y la gran mayoría son niños de madres solteras. En aquel país una madre soltera oficialmente es una prostituta, y muchas veces los abandonan. Ya nacen estigmatizados, porque para la sociedad marroquí son los niños del pecado. Les llaman así”, dice.

Remírez atiende a los pequeños de la aldea en un gabinete “parecido a uno de aquí, un poco más elemental”, y con “normativa europea. En los 55 niños en edad dental para explorar, a partir de cuatro años, “solo he tenido que hacer un empaste. Es por sus pautas de alimentación. Nunca veo a los niños con chocolate, gominolas ni caramelos. En el recreo están con piezas de fruta. Una caries en 55 niños, no me lo podía creer”. Como también revisa a los 100 trabajadores de la aldea, sus padres y sus hijos, ahí la cosa cambia. “A un niño de 8 años le puedes encontrar 8 caries y piezas completamente destruidas que son irrecuperables”.