y concretamente el día 23 de julio, el alcalde de Pamplona, Juan Miguel Arrieta, y el gobernador militar de Navarra, general Lazo García, firmaron la entrega de la Ciudadela a la ciudad de Pamplona, y la apertura de la nueva avenida del Ejército. Como es de imaginar, todo se había pergeñado dentro de las tripas del Régimen, y por ello dicho acto se llevó a cabo entre celebraciones, sin el más mínimo espíritu crítico. Nadie cuestionó, por ejemplo, la millonada que la ciudad tuvo que pagar para recuperar unos terrenos que ya eran suyos.

La fotografía muestra un momento de los fastos que se llevaron a cabo aquella mañana, y que incluían desfiles de varias unidades militares, con presencia de la comparsa de gigantes y kilikis. Uno no puede dejar de pensar que, en aquel ambiente, los Joshemiguelerico, Joshepamunda, Braulia, Tokotoko y compañía debieron de sentirse más perdidos que un pulpo en un garaje...

la zona fotografiada en 1966 coincide con la confluencia de la calle del Conde Oliveto y la avenida del Ejército, que arranca, de modo irónico e inconcebible, desde la denominada plaza de la Paz.

Como era de esperar, la prensa del Régimen celebró los actos de 1966 de la manera más entusiasta que pueda uno imaginarse. Así, por ejemplo, Diario de Navarra recogía los discursos pronunciados aquel día por alcalde y gobernador militar, donde manifestaban su inequívoca adhesión a Franco. Y en su habitual columna, firmada bajo el seudónimo de Ollarra, quien fuera director del periódico de Cordovilla durante 28 años glosaba las bonanzas de la entrega de la Ciudadela a la ciudad. Y luego ya, dejándose llevar probablemente por el entusiasmo del momento, terminaba alabando las bondades del Glorioso Alzamiento de 1936, y las figuras de sus principales cabecillas, Mola, Sanjurjo y Francisco Franco.