Javier P., a sus 34 años, está hecho a todo. Más aún, cuando vivía en Madrid, aprendió en tiempo récord el oficio de croupier y trabajó año y medio en el casino de la Gran Vía. Chileno de nacimiento, con 14 años aterrizó con su familia en Pamplona, de dónde era su madre. Y aquí conoció a Gabriella Ch.. “Nos casamos en 2019, y nació la pequeña hace dos años y medio”, explica. Javier sabe lo que son los alquileres y lo difícil que es conseguir uno asequible. Vivieron en Madrid y en 2017 regresó a Pamplona: “El primer piso que conseguimos aquí fue en la Txantrea, en la calle San Cristóbal. Pagábamos 550 euros. Entonces estaba en un Salón de Juegos, pero ahora trabajo en un comercio a media jornada y mi esposa es profesora de Infantil”. Dos años después se cambiaron a la Rochapea, y entonces ya los alquileres estaban a 750 euros. Cada vez más difícil: “Siempre hemos estado al límite. No nos daba para vivir con tranquilidad”. Se habían apuntado en 2017 al censo de alquiler y en julio del año pasado les llamaron de Nasuvinsa para esta promoción: “En dos días tuvimos que mudarnos. Fue llegar, ver este piso maravilloso, y dar el ok”. Javier P. está encantado: “Siempre hemos buscado algo bien comunicado, porque no tenemos coche, pero es que este piso es una maravilla”. De hecho, esta VPO tan especial cuenta con suelo radiante por aerotermia y todos los estándares de una passiv house: “Siento que esta es mi casa. Ir de piso en piso genera mucho estrés, y ahora me siento asentado”, confiesa. En esta VPO pueden vivir 7 años, pero a ellos les gustaría que fueran más. “Me considero un afortunado. Ahora mismo la gente está dispuesta a pagar en el Casco Viejo 600 euros por un 4º piso sin ascensor ni calefacción”.