En 1922 Iruñea estaba de enhorabuena, pues aquel 7 de julio había estrenado plaza de toros. Se cerraba así un problema, no exento de polémica, que había durado años. Y es que la opinión pública había estado dividida entre quienes apoyaban la construcción de un nuevo coso, y quienes defendían la continuidad de la vieja plaza. La cuestión quedó zanjada el 12 de agosto de 1921, cuando la plaza antigua quedó “oportunamente” destruida por un incendio. Por cierto que fue muy comentado el intenso olor a petróleo que al día siguiente se notaba en el lugar. Y ni qué decir tiene que las circunstancias obligaron a construir el nuevo coso en menos de un año, y en un lugar desplazado de la anterior ubicación, para que las labores de desescombro no retrasaran la obra. La fotografía muestra la bajada de entrada al callejón durante el encierro. Un morlaco con muy malas pulgas se ha desentendido del resto de la manada y embiste el vallado con saña...

Foto: Pamplona, abril de 2022. J.A.S.

Hoy en día la imagen de 1922 permanece lógicamente reconocible, aunque hay que reconocer que ha experimentado muchos cambios. Y es que, no en vano, nuestra plaza de toros cumplirá 100 años durante los próximos Sanfermines. Podemos ver que en el siglo transcurrido el antiguo pavimento de tierra ha sido adoquinado, y que el desnivel del terreno se ha salvado con una elegante balaustrada de piedra. Con todo, tal vez la mayor diferencia estriba en la propia plaza, toda vez que en el año 1966 fue considerablemente ampliada, con la erección de toda la Gradería Alta. En el extremo derecho de la imagen, la entrada principal de la plaza, con su arco flanqueado por torres, certifica la exacta correspondencia de ambas imágenes. Por cierto que, al hilo de su primer centenario, Manolo Sagüés, buen amigo y gran conocedor de las cosas de Pamplona, está ultimando un libro sobre la historia de nuestra Plaza de Toros. Totalmente recomendable...