Fue un incendio muy duro. “No es lo mismo ver las llamas por televisión que por la ventana de tu casa. Todos los días levanto la persiana y lo primero que veo es Ezkaba quemado. Algo verdea, pero desgraciadamente no va a más. Es el monte del barrio, nuestro primer contacto con la naturaleza. Así que me sentí con la obligación de hacer algo”, confiesa Alfredo Ibáñez Irigoyen, profesor del Grado Básico de Madera en el centro de FP Donibane.

Uno de los caja nido, colgado en las ramas de un árbol de Ezkaba Diario de Noticias

Alfredo se puso manos a la obra y el resultado ha sido Recuperemos Ezkaba, un proyecto en el que los alumnos de Donibane han construido 55 cajas nido para aves que los 1.100 escolares de los colegios públicos de la Txantrea han montado, pintado y colocado en los árboles quemados. El objetivo, que regrese la fauna que huyó con las llamas. 

Alfredo es carpintero y se le ocurrió construir casetas de madera para ayudar a replobar de aves Ezkaba. “No sabía si era beneficioso para los pájaros. Me puse en contacto con Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, los guardas forestales y Gorosti y me dijeron que era muy buena idea poner casetas en los árboles quemados para que las aves volvieran progresivamente al monte”, explica. 

Con el visto bueno de los expertos, los 11 alumnos del Grado Básico de Madera de Donibane –Eneko Ansorema, Juan Manuel León, Julen González, Denis Simion, Salah-Eddine Bedjaoui, Estrella Quispe, Karla Elena Comandaru, Michael Pereira, Nouhoum Traore, Álvaro Ribera y Samuel Ossasere Irhbo– se pusieron a construir las 55 cajas nidos. “Se lo planteé como una actividad motivadora y les gustó”, apunta. 

Los alumnos de Grado Básico de Madera del centro de FP Donibane Diario de Noticias

Alfredo reconoce que montar una caseta para pájaros no es lo mismo que construir un armario, pero “nos sirve perfectamente para enseñarles el oficio de carpintero. Aunque sean piezas pequeñas, han utilizado todas las herramientas y maquinaria propias de un taller. La escuadradora, regresadora, cepilladora, calibradora...”, enumera. 

Las cajas nido tienen una dimensión de 2,20 metros altura y 1,65 de anchura y están compuestas por seis piezas independientes: la base, la puerta delantera y trasera, el tejado y los dos laterales. “La caseta se construye con el ensamble, mecanizado y armazón de un armario. Con un tornillo final y una galleta, las seis piezas encajan perfectamente. Se monta como si fuera un puzzle”, señala. 

Alfredo también ha contactado con los tres colegios públicos de la Txantrea –García Galdeano, Doña Mayor y Bernart Etxepare– y ha involucrado a los 1.100 escolares en la iniciativa Recuperemos Ezkaba: los alumnos de Infantil han pintado las cajas nido, 1º y 2º de Primaria han dibujado elementos de la naturaleza, 3º y 4º de primaria han encajado las seis piezas y 5º y 6º de primaria las han colocado en los árboles quemados.

Los guardas forestales, profesores y alumnos del centro de FP Donibane Diario de Noticias

Previamente, han recibido una charla de concienciación impartida por los alumnos de Donibane. “Les han explicado cómo se produjo el incendio, cómo se pueden prevenir y qué pueden hacer para que la naturaleza se recupere”, indica. 

Ayer, los niños de 5º y 6º de Primaria del colegio Bernart Etxepare colocaron 16 cajas nido para el carbonero común, el colirrojo tizón, el gorrión y el herrerillo. Los guardas forestales –Alain Unzu, Josu Izurdiaga y Unai Behrendt– les recibieron en las faldas de Ezkaba y les dieron pautas básicas para que colocaran las cajas. 

“Las tenemos que poner en el noreste, mirando hacia Villava. Para que el sol les entre por la mañana. A los pájaros les gusta ver amanecer”, bromearon.

Si los nidos están ubicados al noreste, el sol no les da de lleno al mediodía, cuando más fuerza tiene. “Así no se achicharran”, incidieron.

En la misma línea, los guardas buscaron localizaciones que estuvieran protegidas del sol por las ramas. “Que el propio árbol le de sombra en las horas centrales del día”. 

Los nidos se colgaron con pértigas y alargaderas en las ramas de los árboles a una altura de entre dos y cuatro metros. “Si se fijan en el tronco, un depredador, como el gato montes, podría trepar y comerse a las crías. Es por protección”, comentaron. 

Las cajas se colocaron con 15-25 metros de distancia entre ellas. “Para que no haya conflicto entre las distintas aves. Son especies territoriales y se ponen celosas si otros animales ocupan su espacio”, apuntaron. El trabajo no termina aquí y los tres colegios de la Txantrea vigilarán la evolución de las cajas nido.