Las torres son construcciones que en la historia han sido utilizadas como expresión de poder y dominio, desde la Edad Media (en Italia hay ejemplos) hasta el s.XX (como en Nueva York) o en el XXI (en los países emergentes por la riqueza del petróleo). Son opuestas al sentido cívico e igualitario que se expresa en las manzanas del Ensanche. 

Cuando el volumen propuesto es excesivo y se pretende liberar suelo para uso público el impacto visual no es aceptable. Hay un exceso de volumen establecido alevosamente en el PSIS (Plan Sectorial de Incidencia Supramunicipal) que sirvió de base al concurso y al plan Especial que desarrolló la propuesta ganadora. El cálculo se hizo con un fondo de la edificación de 20 metros en vez de los 15 establecidos en el PERI (Plan Especial de Reforma Interior) del Ensanche y ello supone un exceso de casi 9.000 m2, aunque finalmente se redujeron las alturas en febrero de 2018, suponiendo la mitad de ese volumen.

“Cuando el volumen propuesto es excesivo y se pretende liberar suelo para uso público el impacto visual no es aceptable”

ROBERTO URTASUN - Arquitecto

El resultado urbanístico es el esperado: un despropósito. O mejor dicho: el propósito de quien ha promovido esa operación urbanística, que es obtener plusvalías a cualquier precio, alterando la configuración del II Ensanche y la silueta de Pamplona, con un resultado formal que no es amable, ni para el ciudadano que transite los espacios resultantes, ni para quienes accedan a las viviendas.

La unidad de diseño y materiales, junto al volumen excesivo, da como resultado un entorno impersonal y muy alejado de la trama del Ensanche, cuya conservación era uno de los objetivos del PSIS, lo que implica una altura homogénea de la edificación residencial para permitir la legibilidad de la ciudad, alterada solamente en los elementos singulares.