Recordaban sus padres Carlos y Mari Carmen, pioneros en introducir en Navarra el concepto de producto ecológico que comenzaba a extenderse por media Europa, que hace 40 años sus vecinos les llamaban locos por preferir el forraje natural y los productos de la tierra para alimentar a sus terneros antes que los preparados químicos que se usaban para el engorde acelerado, que en tres meses dejaban al ganado listo para llevar al matadero. 

“No nos pagaban más por nuestros terneros pese a que toda la alimentación era natural y encima nos costaba más tiempo que engordaran y no lo hacían tanto como los otros, pero decidimos seguir por esa vía y dar al ganado el alimento que cultivábamos en la tierra sin pesticidas, sin productos químicos” señaló Carlos Anocíbar mientras acompañaba el pasado sábado a su hijo Javier en el puesto instalado en la feria ecológica de Geltoki.

Proceden de Munárriz, en el valle de Goñi, donde la familia ha sabido conservar aquella idea innovadora a favor de los productos ecológicos que algunos de sus vecinos no pudieron comprender bien en su día –lo que tampoco resulta tan extraño dado los precios que se pagaban por entonces– pero que poco a poco ha ido ganando en aceptación social y cotas de mercado de ntro y fuera de Navarra.

La ganadería familiar desapareció hace 20 años, pero hace 6 años Javier Anocíbar decidió apostar por la agricultura ecológica para lo que puso en marcha un proyecto que con mucho esfuerzo y dedicación ha conseguido sacar adelante.

“Estuve en una fábrica, luego me fui al paro y al final decidí quedarme en el pueblo para trabajar las tierras de la familia. Es verdad que hay mucha faena y que siempre quedan cosas que hacer, pero merece la pena” comentó Javier, el pequeño de tres hermanos.

En las 7 hectáreas de terreno que dispone ha habilitado dos parcelas para el cultivo de patatas, otra para las legumbres y una más de hierba para el ganado que sigue comercializando como antes habían hecho sus padres. Además, dispone de un terreno para productos hortelanos de temporada y otra con manzanos, perales y cerezos.

“Esto exige una dedicación permanente. Hay que estar todos los días pendiente y exige muchas horas de trabajo, a expensas de la lluvia y el sol. Solo puedo cogerme algún de vacaciones en enero” explicó Javier.

Es la segunda vez que acude al Ekomercado y es habitual que asista a las ferias de productos ecológicos que se realizan en muchas localidades, como el otro día en Noáin, donde vendió 150 kilos de patatas, uno de los productos más demandados por su clientela: “En Pamplona se vende muy bien y sobre todo me piden garbanzos y alubias negras. Aquí tienen mucho éxito”.

Mientras terminaba de organizar la mercancía que se había traído para la feria en Geltoki el pasado sábado, se acercó la primera clienta de la mañana, María Eugenia, que consume productos ecológicos por costumbre. 

Según relató, sus padres, de origen roncalés, también tenían productos naturales en la huerta y ella sigue consumiéndolos siempre que puede: “Es que son especiales, tienen un gusto especial” aseguró mientras Javier le preparaba una bolsa con garbanzos y ella le recordaba lo buenas que habían resultado unas manzanas que le compró en la anterior visita a Pamplona.

Algo debe tener su mercancía porque en unos pocos minutos el puesto se llenó de personas con intención de comprarle patatas o alubias negras. “A la gente le gustan estos productos, por la confianza que produce saber que están elaborados de forma natural. Es mucho más sostenible y saludable. A la patata no le echo ni abono y se cultiva prácticamente con lo que cae del cielo y el sol”.

Sus padres están orgullosos de que siga la tradición y la defensa del producto ecológico: “Le ayudamos en lo que podemos y es cierto que cada vez hay más conciencia a favor de lo natural y que se está promocionando muy bien”.

 Además de las legumbres, el Ekomercado ofreció una gran variedad de alimentos ecológicos de Navarra, como el queso y requesón del valle de Guesalaz, pan y pastas del Valle de Arce, verduras de temporada de Caparroso, huevos y queso de cabra de Ekollaondo, miel de Arbeiza e Izurzu, y aceite y almendrucos de Falces, queso azul de Baztan; o mermelada ecológica de Eulate.