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Pamplona invita a descubrir la historia de su pelota vasca

El Ayuntamiento organiza unas visitas guiadas para enseñar los entresijos de este deporte en la ciudad, con una demostración en el frontón de la Mañueta de cómo se jugaba popularmente antaño

Visita guiada sobre la historia de la pelotaIñaki Porto

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La pelota vasca y Pamplona son dos conceptos estrechamente relacionados. Las primeras referencias de este deporte se remontan a cuando Iruña seguía dividida en tres burgos. Sus huellas no solo forman parte del patrimonio material de la capital navarra. También de la cultura de sus gentes, lo inmaterial. Por ello, el Ayuntamiento de Pamplona ha promovido las Rutas por la historia de la pelota vasca en Pamplona, visitas guiadas para dar a conocer los entresijos de este deporte y su vinculación con la ciudad. La excusa perfecta para conocer la historia de la ciudad e idiosincracia de sus gentes. 

Para abarcar toda la riqueza de este centenario deporte, la visita empieza en el Archivo General de Navarra. Guarecido del incesante txirimiri, Iñaki de Miguel Layana, guía de la visita, además de escritor, educador y actor, introduce en el interior del patio y frente a una maqueta de la ciudad del año 1900 los primeros signos de vida de la pelota vasca en Pamplona y Navarra en general. En concreto, el primer documento que cita la pelota o una de sus variantes se remonta a 1331, cuando el rey Felipe de Navarra, mediante un documento oficial, ordena el arreglo del frontón de los Capuchinos. 

Con un pequeño guante de remonte en su mano y con su voz retumbando entre las galerías del Archivo General, Iñaki hace hincapié en que el origen de este deporte en las provincias casacas estuvo “íntimamente relacionado con la naturaleza, lo rural”. Los primeros “centros” de juego de pelota no se encontraban en burgos o grandes urbes, sino en prados. En origen la pelota vasca no se practicaba contra un frontis, sino en un mano a mano sin pared alguna de por medio; Zoloa Pilota. 

Las diferentes disciplinas se convirtieron en un deporte popular, jugado por todos los estamentos, desde frontones instalados en palacios y monasterios hasta los Zoloas de los pueblos y villas Navarras. 

Una vez abandonado el Archivo, el grupo comandado por Iñaki con 25 personas ávidas de saber la historia y el patrimonio de la euskal pilota se dirige a paso rápido bajo la lluvia hasta el Ayuntamiento. Una de esos oyentes era María Oroz. Con más de 70 años a sus espaldas y pese a haber sido etxekoandre, recuerda el deporte de la pelota muy presente en su infancia. “De cría solíamos jugar chicos y chicas al punto francés en cualquier pared del pueblo”, rememora María, que se ha acercado a las visitas organizadas por el Consistorio porque quiere “saber los rastros del juego en Pamplona”. 

En el zaguán del ayuntamiento, Iñaki que pese a la edad sigue practicando una de sus pasiones en el Club de Rotxapea, cuenta el papel que ha llevado a cabo históricamente esta institución con todo lo relacionado con la pelota y la ciudad: “En 1773, a raíz de los desórdenes públicos relacionados con las apuestas que rodeaban este deporte, el Ayuntamiento publicó numerosos bandos en los que prohibía su práctica”. No se pudo aplacar la fiebre de los pamploneses a la pelota y a las apuestas. Finalmente, las autoridades claudicaron y se unieron a sus ciudadanos facilitando la construcción de un frontón largo (54 metros); el llamado trinquete de la Misericordia. El primer frontón de gestión municipal. 

Como no podía ser de otra manera, los Sanfermines y la pelota son dos actos socio-culturales estrechamente relacionados. Para demostrar esto se enseña una muestra de carteles de las fiestas de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se podía disfrutar de partidos entre jugadores “locales” y “provincianos” en la Taconera a cambio de una peseta. El deporte seguía siendo eminentemente popular, pero adquiere un matiz especulativo.

El desparecido Euskal Jai

La lluvia de un breve respiro y la visita rememora un de los centros neurálgico del centenario deporte en el Siglo XX: el desaparecido frontón Euskal Jai. “No solo destacaba como uno de los centros de la pelota, sino por su riqueza arquitectónica”, expresa Iñaki, a la vez que indica que “era uno de los pocos elementos modernistas que teníamos en la ciudad”. El frontón largo, construido en 1909 con sus tribunas soportadas con arquerías de metal y su techumbre acristalada, se utilizó hasta 1978. Fue derribado por el Ayuntamiento en 2004 y sustituido por el Aquavox. “Cualquier pelotazale prefiere dar un rodeo largo antes que pasar por delante del antiguo Euskal Jai”, expresa Iñaki.

El periplo por la Pamplona pelotazale termina en el frontón de la Mañueta, una de las mecas de la pelota popular en la capital. Décadas atrás el frontón, por su cercanía al Mercado de Santo Domingo, era frecuentado por pelotaris y jugadores, que bajaban a Pamplona a realizar negocios con los bolsillos llenos y ganas de apostar. En el antiguo frontón, ostensiblemente más largo que el actual, se veían partidos de cualquier tipo: desde 2 contra 1 y 4 contra 1 hasta a jugadores con una de sus manos ocupada por bancos de iglesia, melones, mascotas de poco tamaño... o pelotaris atados entre sí. Todas estas peripecias, decoradas también por la picaresca de los pelotaris, que pactaban los resultados, como demostración de la pelota como una “manifestación del pueblo”. 

Javier Oskoz no duda en lanzarse al suelo para levantar una bola con una melón en su mano izquierda, de acuerdo a como se solía jugar años atrás en este frontón.

La visita concluye con una exhibición en el mismo frontón, protagonizada por los pelotaris Francisco Javier Oscoz, Leyre Oscoz e Iker Extabarri. Se unen a los duelos Iñaki, que hace gala de las habilidades que entrena en la Rochapea, y Luis Eugi. Debido a las reformas en Labrit, la visita finaliza en el pequeño frontón aledaño a la plaza de los Burgos. Antes se realizaba una exhibición de pelota más completa con pala, remonte y pelota dura en Labrit. “La gente solía flipar con los partidos que les hacíamos, porque se sentía y oía la pelota mejor; se podía escuchar la velocidad y complicación de este deporte”, expresa Iker Etxabarri, a la vez que concluye que “la pelota es vista y sonido, son sentidos”