Como pasó en la Plaza del Castillo cuando salieron a la luz con las obras del parking, el subsuelo de la plaza de Santa Ana de Pamplona tiene restos arqueológicos interesantísimos. En este caso, podrían abarcar desde tumbas tardoantiguas similares a las encontradas en Condestable, a patrimonio fabril vinculado a la revolución industrial, como áreas de la fundición Pinaquy (siglo XIX) y de otro espacio contiguo que podría ser una antigua nave de lejías. Además, es posible que tras la excavación se pueda documentar un edificio de gran porte al que correspondería el fragmento de columna hexagonal que preexistía en ese espacio y del que no se tienen noticias por fuentes históricas. Esos son algunos resultados del uso, el pasado mes de julio, de un georradar, un método no invasivo que utiliza ondas electromagnéticas para visualizar el subsuelo y que sirve para identificar puntos que pueden resultar claves para la campaña arqueológica.

Este próximo mes de noviembre lo previsto es realizar cuatro catas de 3x3 metros en distintos puntos de la plaza para poder descubrir los restos y valorar su entidad y grado de conservación. Y, de momento, el Ayuntamiento de Pamplona, muy al contrario de lo que hizo UPN en su día con la Plaza del Castillo, ha decidido solicitar a los firmantes del proyecto ‘Basoa’, el elegido para la reurbanización y que hasta finales de año estará en fase de redacción, que vayan integrando los elementos arqueológicos que se consideren relevantes en la futura nueva plaza.

Santa Ana se encuentra en la Zona arqueológica A, por lo que la Institución Príncipe de Viana está puntualmente informada y supervisará e informará sobre el resultado de las excavaciones. Lo previsto es que los resultados concretos y detallados de los sondeos se conozcan en el mes de noviembre, lo que permitirá conocer su volumen, entidad y, en su caso, la viabilidad de que se integren en la nueva urbanización. Profundizar en todos estos hallazgos contribuirá a mejorar el conocimiento de la historia de la ciudad.

De una necrópolis antigua a un edifico porticado preindustrial

Dentro del proceso participativo realizado con el vecindario y las entidades de la zona, ya se habían recogido propuestas para recuperar el sistema medieval de pozos, la puesta en valor de los restos correspondientes a la antigua noria de sangre o la reintegración controlada de las tumbas localizadas durante la rehabilitación del Condestable. Pero, tras la aplicación del proyecto de intervención arqueológica de la Universidad de Cantabria y Tesela Arqueología parece que se han encontrado restos de muchas más épocas. En estos momentos se está redactando el estudio histórico con documentación del Archivo Municipal de Pamplona (AMP) y el Archivo Real y General de Navarra.

Al empleo en julio del georradar se sumarán, este próximo mes de noviembre, 4 catas de 3x3 metros, tres estaban previstas y la cuarta se ha propuesto a partir de los resultados del georradar. La primera, en la trasera del número 8 de la calle Mayor presenta a cotas muy superficiales lo que podrían ser enterramientos de la misma necrópolis aparecida en la rehabilitación del Palacio del Condestable.

Imagen del proyecto ganador 'Basoa' para el rediseño de la plaza de Santa Ana. Redacción DNN

Siguiendo un criterio cronológico de los posibles hallazgos, la tercera cata (traseras de los números 24 y 26 de la calle Mayor) analizará el “medianil” que el georradar ubica entre ambos edificios modernos y cuyo estudio arrojaría luz sobre los alineamientos de las fachadas traseras medievales de ese espacio y su relación con los trazados de calles. Y es que los números 22, 24 y 26 fueron una promoción de mediados del siglo XIX.

La segunda cata (traseras de los números 14 y 16 de calle Mayor) es donde se calcula la posible aparición de un edificio de gran porte y patio porticado (en el 12-14), al que correspondería el trozo de fuste de una columna hexagonal, posiblemente previo a la revolución industrial.

La revolución industrial en Pamplona

En el espacio de esa cata, a la altura de la trasera del número 16 de la calle Mayor, aparecen manchas en forma de grandes círculos que, según los planos aportados por el propio Pinaquy y consultados en el estudio histórico, podrían corresponder a uno de los cinco altos hornos y las fraguas de la fundición del mismo nombre, una factoría que sería parte del patrimonio industrial de Pamplona del siglo XIX. Además, el georradar ha apreciado la existencia de otros restos que podrían ser de una segunda industria: Lejías el Tigre. La excavación serviría, asimismo, para verificar las pavimentaciones y los elementos estructurales de ambas.

Tras el empleo del aparato electromagnético, se ha propuesto una cata nueva, la que sería número cuatro. Los planos de Pinaquy, entregados a petición del Ayuntamiento para poder incluir un nuevo cubilete y una máquina de vapor en su factoría, ubican el cubilete en la puerta de acceso a la sala gótica de Condestable, en las traseras de Jarauta, 27. Si el alto horno aparece en buen estado sería posible apostar por la musealización de esos elementos, mejor que en los de plaza como tal.

El estudio de Tesela Arqueología apunta a que algunas de las futuras excavaciones, como ya se hizo en 2018 y 2019, podrían hacerse con participación ciudadana y aprovechar para divulgar las metodologías profesionales en la arqueología urbana y compartir sus hallazgos con la ciudad.

Urbanismo participado y respetuoso con la memoria

‘Basoa’ es un proyecto está firmada por un equipo formado por Jokiñe Crespo Garbisu, Laura Hernández Soto, Ignacio Cordero Fort, OM Arq SLP, Santiago Virto Calleja y Naven; una de las características valoradas fue precisamente la flexibilidad del planteamiento original que, sin perder su unidad, fue el que más aportaciones vecinales integró.

A partir de ahora podrá volver a hacerlo, tanto a la segunda fase de participación, como a la hora de trabajar con los hallazgos arqueológicos. De hecho, el equipo redactor integra arqueólogos profesionales precisamente para poderlo hacer desde su visión especializada y de forma integrada con las directrices del diseño arquitectónico.

Esta actuación se enmarca en un modelo de regeneración urbana que busca no solo reformar los espacios públicos, sino también reivindicar la memoria mediante la recuperación de señas de identidad y apostar por la calidad de vida en la ciudad consolidada. Tras finalizar la redacción del proyecto, el Ayuntamiento convocará una licitación abierta para la adjudicación de las obras, que está previsto que empiecen en primavera de 2026 y se acaben en 2027. Las obras se ejecutarán sobre un espacio cuya superficie total de intervención, incluyendo accesos, es de 3.768 m2.

Cuando las obras acaben, además de aumentar el conocimiento general sobre la historia de Pamplona se habrá dado un paso importante en la configuración de la llamada ‘manzana piloto’, un término acuñado en los años 80 y que pretendía ser una guía de buen urbanismo en la ciudad consolidada.