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Pamplona Vidas ejemplares

Marco, Eskroto, Gavilán...

En un mundo donde el éxito es esquivo al común de los mortales, él fue capaz de triunfar dos veces, reinventándose a sí mismo y desarrollando dos carreras musicales diferentes, primero en el grupo Tijuana in Blue y más tarde con Kojón Prieto y los Huajolotes

Marco, Eskroto, Gavilán...Fotografía cedida por Joxe Lacalle (1993)

Marco nació en Pamplonaun 8 de mayo de 1965. Fueron sus padres Víctor Sanz de Acedo y María Purificación Montoya, ambos de la localidad navarra de Allo, lugar con la que la familia y el propio Marco mantendrían una estrecha relación durante toda su vida. El matrimonio tenía fijado su domicilio en el barrio de la Rochapea, donde cuatro años más tarde tendrían a su otro hijo, Roberto (1969-2012). Marco estudió en el cercano colegio público Cardenal Ilundáin, pasando luego a cursar FP de Electrónica en los Salesianos de Pamplona, y de su infancia el cantante recordaría, años más tarde, las andanzas por el barrio, las huertas, los árboles y las cabañas donde jugaban las cuadrillas de críos. Su madre, por su parte, aseguraba que en aquella época era un chaval muy normal, aunque tenía propensión a convertirse en el centro de atención de cualquier grupo, con sus ocurrencias. A partir de los 15 años esas tendencias disruptivas se fueron acentuando, y en 1984, cuando tiene 19 años, abandona definitivamente unos estudios que, según él mismo ironizaba, “tenía acabados, pero no aprobados”, y decide dedicarse a su gran vocación, que era la de cantar.

Portada del libro de Jesús Pérez Artuch (2021).

Bailando con Tijuana in Blue

Jesús Pérez Artuch, autor de una biografía de Marco que podríamos calificar como de completa y definitiva, retrata de forma certera el ambiente en el que se movía la juventud de los años 80. Con una crisis que iba más allá de lo puramente económico, un clima político cargado de violencia, y el sida cerniéndose como una espada de Damocles, muchos jóvenes parecían crecer bajo el lema “no future” del punk, acuñado por los Sex Pistols algunos años antes. En Pamplona abundaban manifestaciones culturales de raigambre popular, fanzines, gaztetxes, grupos de música y radios piratas, y en ese mundillo Marco se movía como pez en el agua. Es entonces, en 1985, cuando surge Tijuana in Blue, con las caras visibles del propio Marco, transformado ya en Eskroto, y el también vocalista Jimmi. En Tafalla, en el primer concierto del grupo, alguien tiró una botella a un coche de policía, y la actuación terminó con cargas policiales. En el segundo recital, llevado a cabo en Artajona, les bombardearon con tomates, y Eskroto y Jimmi tuvieron que andar esquivándolos, vestidos de casero y neska, respectivamente. En otro concierto desataron la polémica al colocar en el escenario un gigantesco crucifijo, vuelto del revés. De este modo, entre broncas y escándalos, su fama se extendió y se multiplicaron las ofertas de conciertos.

El éxito no hizo que se aplacara su ánimo transgresor. Llegaban de gau pasa y colocados a entrevistas y grabaciones, y los conciertos eran un desmadre total, donde llegaron a arrojar al público, desde el escenario, grandes trozos de pescado podrido y vísceras de vaca. Pero detrás de todo aquel ruido, algo no andaba bien en la cabeza de Eskroto, a quien en ocasiones todo aquello le superaba. Una noche, regresando de un concierto, sus compañeros, dormidos en la furgoneta, lo encontraron con dos gravísimas heridas en el tórax. Según algunas versiones se había herido con un alambre al caer al suelo, pero según otras él mismo se había asestado dos profundas puñaladas, muy cerca del corazón. Aquello marcó el final del camino. En 1988, después de tres años de desenfrenada locura, con exitazos como Urroztarra, fuerza y garra o Tijuana in Blue, Marco abandonó el grupo. Según sus amigos, sintió que su personaje lo devoraba, y que el payaso genial que bullía dentro de él aplastaba al Marco inteligente, culto, socialmente concienciado y de exquisita sensibilidad que habitaba su fondo humano. Sentía que debía huir, poner tierra de por medio “para poner en orden” su vida, y se marchó.

Y le dio por montar un Marciachi

El viaje a Méjico de 1991 marcó la muerte de Eskroto y el nacimiento de otro personaje. Fascinado por los narcocorridos norteños y las rancheras, Marco se dejó imbuir por el folklore y la música de aquel país, y cuando regresa a Euskal Herria, tres meses después, lo hace ya transformado en Gavilán, fundador del grupo Kojón Prieto y los Huajolotes e impulsor indiscutible del género conocido como napar-mex. Se siente renovado y con fuerzas, ha aprendido euskara, que consideraba “una parte irrenunciable de la identidad de Navarra”, y se encuentra en el momento perfecto para lanzar su segundo proyecto musical. En la transición de Eskroto a Gavilán cambió la estética y el fondo musical, pero detrás de aquella tramoya seguía bullendo el mismo espíritu desobediente. Llegan colocados a los conciertos, donde la “cena y la priva” no podían faltar, y en sus canciones se entremezclan ironía y humor con denuncia y compromiso social. Irrumpen en los pueblos como cuando llegaba un circo, en palabras de Jesús Pérez Artuch, y sus puestas en escena son delirantes. En un concierto dado en la Plaza de Toros de Pamplona, en irónica crítica a la beatificación de Josemaría Escrivá de Balaguer, escenificaron una procesión bufa pro beatificación del mono Txarli, el simio onanista de la Taconera. Un año antes, el mismísimo Gavilán había colocado la placa por la que, de forma extraoficial, se dedicaba al desdichado mono la plazuela baja de Navarrería, junto al arranque de las calles Curia y Calderería.

El éxito de los Huajolotes fue enorme, y su primer disco ¡Agárrense que llegan los reyes del napar-mex! fue líder de ventas en Euskal Herria en 1993. Incluía además la famosísima canción Insumisión, que terminaría por convertirse en himno del movimiento insumiso, la última gran victoria popular arrancada por la juventud vasca al Estado. Su implicación en aquella lucha fue total, llegaron a encadenarse en un balcón de la sede pamplonesa del PSOE, y una de las caras más visibles del grupo, Toñín (posteriormente conocido como Tonino Carotone), fue encarcelado por su negativa a ir al servicio militar, siendo célebres las performances que llegaron a realizar en señal de solidaridad con su compañero.

La soledad de los muertos

El recorrido de Gavilán con los Huajolotes (gansos en el lenguaje popular mejicano) duró hasta 1995, dejándonos tres discos y buen número de inolvidables canciones. Pero los síntomas de saturación volvieron a hacer su aparición en la mente compleja de Marco, y abandonaría de nuevo su proyecto cuando se encontraba en la cima. “Ya estaba harto de tanto concierto y tanto desconcierto”, llegaría a afirmar más tarde. Dejó la música, se marchó a vivir a Allo y se puso a trabajar en una panadería, llevando una vida más o menos normal y ordenada, y participando tan solo de vez en cuando en algún recital de su amigo Chuchín Ibáñez, por matar el gusanillo. En aquel tiempo adoptó además públicamente posiciones políticas cercanas al mundo abertzale, llegando a afirmar en una entrevista que “en Navarra hay una pérdida de nuestra identidad nacional. Somos un pueblo conquistado”.

A partir de 2001 hubo varios intentos por volver a poner en marcha el grupo Tijuana in Blue, llegándose a celebrar una exitosa gira. Pero los testimonios de la época dejan ver que Marco no se encontraba ya bien, que estaba sumido en una profunda crisis, y no faltaban al parecer los pensamientos suicidas. El día 29 de noviembre de 2003 dio su último concierto, a regañadientes. Amenazó con dar la espantada a mitad de recital, y tan solo accedió a terminar el concierto tras una monumental bronca. Aquella misma noche amenazó con colgarse, pero nadie pensó que hablase de manera literal, y simplemente le dijeron que se relajase, que ya tendrían tiempo de hablar. Al día siguiente, sin embargo, lo encontraron muerto en su casa. Desaparecía así aquel Marco culto, comprometido y sensible, pero también el “hedonista, antimilitarista, golfo y antimoralista” de su canción, víctima de una mente demasiado compleja como para encajar en esquemas sociales rígidos. Y se llevó con él para siempre a Eskroto y a Gavilán, al feroz punki de Alloz y al genial mariachi de la Rotxa. Bekizu arina lurra, artista...