Imanol López (Zumaia, 1984) tiene dos txapelas del Individual de cesta punta (2017 y 2019). Tras disputar la final de 2021 ante Aritz Erkiaga reveló que no volvería a la modalidad; sin embargo, regresa porque le pica el gusanillo. Su debut en cuartos de final es mañana ante Johan en el frontón Mendibarren de Berriatua, a partir de las 21.00 horas. La competición se abre hoy en el mismo escenario y a la misma hora con dos cruces interesantes: Aritz Erkiaga contra Del Río y Aimar contra Arbe.

Tomó la decisión de retirarse del Individual, pero regresa. ¿Por qué? 

—El año pasado no me sentía físicamente tan a gusto como ahora. A inicios de curso inicié una preparación que he ido mejorando y me siento muy cómodo. Gracias a esos entrenamientos y a la dosis de partidos que estamos teniendo, me siento bastante bien. Estoy en 100 kilos, contento con mi físico y me muevo bien en la cancha. En el Individual de 2021, por otro lado, no terminé como me hubiera gustado. Estaba en deuda con Berriatua. Quiero volver y hacerlo mejor. 

"Sí que es cierto que defiendo bien mi posición, genero confianza en mis parejas y sé jugar en equipo, aunque me lo paso fenomenal dando rienda suelta a tirar jugadas sin perjudicar a nadie"

¿Fue fácil tomar esa decisión? 

—Todas son difíciles; sobre todo, cuando has decidido salirte. Le das vueltas. Yo voy día a día y me siento bien. La escuela de Berriatua y el Ayuntamiento me han dado la oportunidad de ser parte del torneo y me siento muy agradecido. Quiero disfrutar. Me lo paso muy bien en el mano a mano. No sé si es porque soy un delantero frustrado, pero disfruto mucho la dinámica de hacer tantos, sacar, tirar jugadas y rebotear. No me quiero perder el Individual.

Continúe.

—Es donde saco mi verdadero yo. En la zaga hay que mostrar otro juego. Sí que es cierto que defiendo bien mi posición, genero confianza en mis parejas y sé jugar en equipo, aunque me lo paso fenomenal dando rienda suelta a tirar jugadas sin perjudicar a nadie. Es otra dinámica y voy feliz. Aprovechando que estoy mejor físicamente y que, a pesar de tomar una decisión, me brindan la oportunidad de volver, ni me lo pensé. 

¿Esta va a ser su última participación?

—Cuando uno comete errores, tiene que aprender de ellos. Pero no es algo que me haya pasado solo esta vez. Si rebobinamos, hace unos años decidí dejar la cesta y volví. Si no hubiera jugado este tiempo, quizás me lo habría reprochado a mí mismo. En este momento estoy feliz, aportando al deporte. Estoy contento por jugar el Individual. ¿El año que viene? Eso es más complejo. Lo que tengo claro es que he aprendido a no tomar una decisión y volver para atrás. Voy a fluir. Voy día a día.

¿Cómo ha llevado la preparación física, a la que tanto alude?

—A principios de este año me topé con una persona muy amante del deporte, Ander Aranberria, y con la que tengo una dinámica de equipo bastante buena. Nos aportamos el uno al otro. Llevamos todo el curso preparándonos. Si cuando vas sumando años no te cuidas, acaba siendo un hándicap. Si no trabajas, se acentúan los dolores y las molestias. He vivido un cambio, pero no solo lo he tenido yo. La buena ola de la cesta ha llevado a que todos los pelotaris tengan mucha insistencia en ese aspecto. En mi caso personal, siempre he seguido esa dinámica, pero en los últimos años, en los que comparto el deporte con actividad en la hostelería, me ha sido más complicado. Ahora estoy más organizado y me ha servido de mucho el apoyo de Aranberria. 

“No sé si es porque soy un delantero frustrado, pero disfruto mucho la dinámica de hacer tantos, sacar, tirar jugadas y rebotear”

Además, este año tuvo que trabajar duro para el Campeonato del Mundo de Biarritz, en el que conquistó el oro con Aritz Erkiaga.

—Tuvimos muchos controles de peso y, sobre todo, de grasa. Hemos pasado cinco y las respectivas pruebas físicas. Eso pasó, pero no quiere decir que lo hayamos dejado ahí. 

Es el finalista individual en curso y tiene dos txapelas. ¿Se ve favorito?

—El frontón de Berriatua no genera tantas ventajas, porque no hay tanto espacio –tiene 47 metros–. La gente joven, al cubrir más cancha, tiene un poco más de facilidad para moverse. Yo soy muy corpulento: mido 1,94 y peso 100 kilos. Mis desplazamientos son lentos y no tengo las condiciones de un delantero que saca y rebotea constantemente. No me veo como un máximo exponente, pero sí que me veo al cien por cien para intentar conseguir la txapela. Con el trabajo mental puedo hacer mucho daño. 

Su primera eliminatoria es mañana ante Johan, un delantero de 20 años que viene de la fase previa.

—Es uno de los chavales, de los tres o cuatro que tengo en el punto de mira, que me ha sorprendido mucho este año. Este verano jugué un torneo previo del Guante de Oro de Biarritz con él. Nuestro primer duelo era un reto: ante Goikoetxea e Irastorza. Eran dos miuras en un escenario que les viene como anillo al dedo y Johan hizo un partidazo. Mi labor consistía en darle confianza y me demostró que tiene unas grandes cualidades. Disputamos la final contra Jean Olharan y Jon Zabala y volvió a responder. Después, jugó el Mundial con Estados Unidos y nos puso en muchos aprietos. Es un pelotari con muchos recursos. Es una eliminatoria peligrosa. 

Julen del Río y usted son los únicos zagueros puros en competición. Habría que sumar a Aimar Aldazabal, que comenzó su carrera en la delantera y en los últimos años pasó atrás. ¿El Individual es un terreno más complicado para ustedes?

—Los delanteros tienen otra dinámica en el día a día: sacan, rematan y rebotean mucho. Los zagueros no tenemos las mismas horas de vuelo en esos ámbitos. Después forma parte de cada uno el ponerse a ensayar. Si compitiéramos más a nivel individual, habría más zagueros al más alto nivel. A mí me favorece la experiencia de Estados Unidos, ya que de cada cinco juegos, uno era individual. Competí con gente como Goikoetxea, Rekalde o Irastorza. Se aprende donde hay nivel.