Unai Laso y Martxel Iztueta enredan las semifinales del Parejas
La gran segunda mitad del tolosarra y un Laso arrebatado quiebran a Peña II-Albisu en Eibar y abren el abanico de opciones de la final del Campeonato de Parejas
21 años y un mes clavado. Martxel Iztueta no se arruga. Ni a remojo en la bañera. A Iztueta le viene bien el arrojo, la valentía y el descaro de Unai Laso –aparte de su enorme sombra como pelotari, tanto a nivel laboral como en un plano más estético y puntillero–. Porque Laso contagia. Su medida locura es un virus. A un neófito en su primer Campeonato de Parejas de Primera, le quita presión, anima, ayuda. Y pelearán por un hueco en la final del 30 de marzo en el Navarra Arena de Iruñea. El tallo de Tolosa está infectado. Brilló.
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Iztueta fue protagonista este sábado en un escenario de los gigantescos, donde se curten los grandes pelotaris, con sus decepciones y glorias, porque todas las rosas tienen espinas. Y fue así no solo por un populoso Astelena de Eibar, un emplazamiento que atufa a enciclopedia, sino por la situación, pues el triunfo de Ezkurdia-Rezusta el sábado situaba el duelo bajo la Espada de Damocles. Cara o cruz. Como en el Coliseo, pulga arriba o abajo. Partido maniqueo. No hay medias tintas. Sin Pantone. Negro o blanco.
La doctrina de Iztueta
Y Martxel, tenso en los primeros compases, se erigió protagonista en la segunda mitad. Esplendor. Puso la música ante un Jon Ander Albisu que se hundió tras largarse al primer descanso catódico con 11-12 a favor en el luminoso. La derecha del zaguero cambió el partido. La doctrina: un golpeo veloz (12-12), un pelotazo al rebote (13-12), una arrimada atrás (14-13) y un pelotazo limpio a los cuadros largos (15-13). ¡Amén! ¡Alabado sea!
Albisu se difuminó. Erró varios derechazos que acabaron en las tablas de contracancha. Peña II, serio hasta entonces pero con algún error en la elección que podía haber sido solucionable, no pudo ayudar.
Arena entre los dedos. El castillo de naipes de los azules se derrumbó. El soplido de Martxel fue huracán en el Astelena. Justo cuando pintaban bastos, justo cuando la ocasión pedía solidez, veteranía, arrestos. Iztueta levantó a Laso, que está para jugar. Mueve la pelota con energía, se vacía en cada partido, curra como nadie e introduce una variable complicada de digerir cuando la pelota tiende a tomar rigores industriales –sobre todo, en fases competitivas en las que importa el resultado más que el espectáculo–: el alma, la imprevisibilidad, el duende. Porque no todo es el 22. Lasojuega con el corazón. Importa el qué, pero también el cómo.
Los regalos
A raíz del 11-12 se disolvieron los Jon Ander. Fue una pena, porque, a pesar de que hubo yerros en la primera decena –incluidas dos faltas de saque seguidas, una por barba–, se vieron detalles bonitos en mitad de la tensión. Peña II jugó serio y Albisu le cascó a la pelota, mientras Unai se lanzaba hasta el cinco y medio para desfibrilar a Martxel. Cogió el guante el tolosarra. Su derecha mandó. Noqueó a un veterano como Albisu.
El 16-13 fue el segundo error del ataundarraen juego. Acabó con cinco. Dos caras. Las tres primeras fueron escapadas con la derecha que murieron en el hábitat de los artekaris. El mismo sitio en el que terminó un gancho recogido en defensa por Peña. El 22-16.
Ganar el domingo en Eibar
Este resultado abre el abanico para acceder a la final, incluso para Peña II-Albisu. Laso e Iztueta tendrán que ganar el domingo a Ezkurdia-Rezusta en Donostia.
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