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Otegi, el recluso 8719600510

Arnaldo Otegi cumple hoy un año en prisión acusado de refundar Batasuna. El líder de los "posibilistas" ha visto desde la "sombra" la maduración de la apuesta de la izquierda abertzale oficial por las vías políticas y pacíficas.

Otegi, el recluso 8719600510EFE

EL ex portavoz de la antigua Batasuna es un reo más en el penal de Logroño, cárcel que ha cambiado momentáneamente por la madrileña de Navalcarnero para afrontar un nuevo proceso judicial por su participación en la Declaración de Anoeta de 2004. Un número más en la lista que los funcionarios de prisiones deben revisar a diario en cada recuento. Arnaldo Otegi cumple hoy un año encarcelado, un año en el que el movimiento al que pertenece ha gestado, tal vez, la apuesta más ambiciosa desde que está instalado en la ilegalidad. Una hoja de ruta sin la tutela de ETA, que el propio político elgoibartarra ha defendido hasta su detención, y también entre rejas. Pero Otegi está fuera de cobertura.

Ha dejado de ser la cara visible de la izquierda abertzale tradicional desde que el 13 de octubre de 2009, en pleno debate interno en el denominado MLNV entre posibilistas y ortodoxos, fuera arrestado por orden de Garzón acusado de preparar el relevo de la ilegalizada Batasuna. Según el juez de la Audiencia Nacional, con el nombre de Bateragune, Otegi, Díez Usabiaga, Rufi Etxeberria (estos dos últimos en libertad) y otros cinco detenidos seguían los dictados de ETA para buscar un hueco electoral a la izquierda abertzale.

La discreta actividad que Otegi había llevado a cabo desde que abandonara la prisión de Martutene en agosto de 2008 tras cumplir una pena de enaltecimiento del terrorismo entró en la cárcel tres días después de que la organización armada rompiera el último proceso de paz, saltó por los aires. El ex portavoz de Batasuna volvió a la vida pública con la organización armada volcada en la vía violenta y con todos los puentes de diálogo, al parecer, rotos.

Junto a él también fue detenido el ex secretario general de LAB que, al parecer, había colaborado estrechamente con Arnaldo Otegi en los últimos meses, en un delicado trabajo de cocina encaminado a devolver a la izquierda abertzale histórica al marco de la legalidad merced a un desmarque explícito de la violencia. Con Otegi entre rejas, la antigua Batasuna ha seguido su camino. Es difícil concretar qué papel ha jugado en las conclusiones finales que arrojó el debate de sus bases, pero lo que parece evidente es que sus tesis han salido triunfadoras. El que fuera interlocutor con el PSOE en el proceso de Loiola lo tenía claro.

Después de salir escaldado de la última intentona de lograr la normalización en Euskadi, el ex mahaikide se resistía a tirar la toalla. Era el último tren de la izquierda ilegalizada. Y había que cogerlo sí o sí. Y, aunque los daños colaterales han sido especialmente duros para Otegi, se puede decir que ha ganado la partida. O, por lo menos, la mano.

Ahora está por ver si la dirección de la organización armada recoge el guante.

MENSAJES DESDE EL 'MAKO' Desde que en julio Arnaldo Otegi remitiera un artículo de opinión a Gara y Berria, en el que marcaba como primer objetivo de la izquierda ilegalizada su regreso a los cauces políticos, no se conoce por dónde respira el ex mahaikide. Pero este periódico ha sido testigo de excepción de los movimientos del preso más mediático del penal de Logroño. El 22 de diciembre, este periódico publicaba en exclusiva los entresijos de una carta que Otegi envió desde la prisión de Soto del Real a un recluso de la organización armada interno en Zuera (una de las cárceles a las que Interior ha desplazado a los reos que se han desmarcado de los dictados de la organización armada).

En la misiva, Otegi reivindicaba la política y cuestionaba la actitud cerrada del sector alineado con las tesis más duras. Un mes después de la presentación de la Declaración de Altsasu (con la que la izquierda abertzale oficial comenzaba el camino que le ha llevado a cerrar ya un acuerdo de colaboración con EA y Aralar), Otegi la daba por buena y expresaba al destinatario que cualquier estrategia al margen de los principios presentados en la localidad navarra conlleva el "enterramiento" de su futuro político. Sorprende que enviara la misiva por el conducto oficial, asumiendo que iba a ser interceptada por la dirección de la prisión.

En su escrito, Otegi llegó incluso a decir que quien no está con Altsasu, o no está en sus cabales o "trabaja para el enemigo". También mostró su contrariedad por haberse topado con el "glorioso colectivo", en referencia al Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK). El frente de makos habría mostrado sus reticencias a la apuesta posibilista de Otegi que, en la actualidad, comparte prisión con dos reclusos de ETA considerados por el departamento de Pérez Rubalcaba integrantes de la línea dura: José Ramón Martínez y Garikoitz Pascual. La última vez que el ex de Batasuna echó un capote a la izquierda ilegalizada fue el pasado 30 de abril vía Facebook.

Otegi aprovechó que Instituciones Penitenciarias le concedió un traslado temporal a Martutene para poder visitar a su padre enfermo para colgar un mensaje en la red social. Utilizó las nuevas tecnologías para sumarse y mostrar su "ilusión y esperanza" con la última declaración de la izquierda abertzale. En un breve mensaje en euskera y castellano, suscribió la hoja de ruta que este movimiento había presentado días antes en Pamplona. Una declaración que suponía una apuesta exclusivamente por la política en el camino a la liberación nacional y una apelación a la organización armada y al Estado español para que atiendan de "forma constructiva" los principios de la Declaración de Bruselas. "La izquierda abertzale ha tomado en su mano otra vez la iniciativa. Y necesita todo nuestro apoyo. Sigo con toda ilusión y esperanza las últimas aportaciones", aseveró.

SIN CONCESIONES Imaginar el futuro cercano de Otegi lejos de prisión parece, a día de hoy, una quimera. Y más, pensar que podrá retomar la política. El ex portavoz abertzale necesitaría algo así como un indulto, ya que la AN se encargó el pasado 3 de marzo de dejarle fuera de juego. Dos semanas después de que viera la luz la propuesta Zutik Euskal Herria, el tribunal español le sacaba de circulación al condenarle a dieciséis años de inhabilitación de cualquier cargo público y a dos años de prisión por un delito de enaltecimiento del terrorismo por participar, cinco años atrás, en un homenaje a José María Sagardui, Gatza. Y los gestos de la Justicia española no son halagüeños para Otegi.

Después de haber reclamado su libertad alegando el estado de salud de su familia, la AN desestimó su petición al estimar un riesgo de reiteración delictiva. Tras ser detenido por el caso Bateragune, el ex mahaikide ingresó en prisión provisional por el sumario de las herriko tabernas, macroproceso en el que están imputados el grueso del organigrama de la antigua Batasuna y en el que se enfrenta a más de diez años de prisión. El hecho de que Otegi fuera presuntamente localizado por las Fuerzas de Seguridad en Ezpeleta, donde supuestamente acudió para mantener una cita con un responsable del aparato político de la banda, no ayudó al ex mahaikide. En la agenda judicial de Otegi está, además, el proceso por participar en la Declaración de Anoeta. Otra solicitud de prisión a sumar en su cuenta que asciende a 18 meses.