La pesadilla de Amaia y Emilio
un matrimonio defiende su inocencia, tras haber sido acusado falsamente de ser propietario de un velero utilizado por eta
ESTÁ enfadada. Mucho. Acude a la cita con este periódico con una carpeta bajo el brazo. En ella guarda una cantidad considerable de recortes de prensa, noticias de medios digitales, artículos de opinión... que hablan sobre ella y su familia. Los enseña indignada mientras empieza a relatar su historia. Fechados a principios de septiembre unos, a inicios de octubre los otros, todos vienen a decir lo mismo: que ella, Amaia Agirre, y su marido, Emilio de la Hoz, son los dueños de la embarcación en la que tres históricos activistas de ETA encallaron el pasado 31 de agosto frente a las costas de Venezuela. Pero la noticia, defiende, es falsa: el velero, llamado Silver Cloud, fue suyo, pero lo vendieron el pasado mes de julio.
La historia del matrimonio Agirre-De la Hoz arranca en Getaria casi una década atrás, una aventura idílica de no ser por su final. Él, un jardinero que trabaja por libre; ella, profesora de inglés en un colegio. Él sueña con viajar, y hacerlo además por mar; ella, incrédula al principio, se deja convencer. Ahorran, se compran una pequeña embarcación con la que aprenden a navegar y, más adelante, adquieren a un ciudadano alemán un velero grande, de once metros: el Silver Cloud. Tienen dos hijos pequeños, pero eso no les va a echar atrás. Cambian de residencia, a Mallorca primero, a Canarias después, donde siguen perfeccionando sus conocimientos en el arte de la navegación. En 2007 están listos: sueltan amarras y cruzan el océano Atlántico. Los cuatro: Amaia, Emilio y sus dos hijos. Durante los próximos cuatro años la familia recorrerá las aguas del continente americano a bordo del Silver Cloud.
Sus vivencias forman una experiencia inolvidable. Una aventura, en definitiva, que en circunstancias normales tendría cabida en cualquier sección de cualquier periódico, pero no en las páginas de Política. Todo por el prólogo de la historia.
Según cuenta, a finales del año 2010 el matrimonio toma la decisión de volver a la vida normal. Para ello, lo primero es deshacerse del barco. Lo consiguen unos meses más tarde, el 10 de julio de 2011, al vendérselo a dos ciudadanos brasileños a los que conocieron en Cuba. Los compradores, según les contaron, querían la embarcación para darle un uso comercial y de recreo. La transacción se lleva a cabo en la República Dominicana, y a partir de ahí, como es lógico, pierden la pista de la nave.
Pero el Silver Cloud, más pronto que tarde, va a reaparecer en sus vidas. La nave encalla el 31 de agosto frente a las costas de Venezuela. A bordo lleva a tres refugiados vascos, históricos militantes de ETA, que son detenidos y posteriormente deportados a Cuba, desde donde partieron. Una semana después, las identidades de Amaia y Emilio saltan a los medios de comunicación como propietarios del velero. La historia les pilla totalmente por sorpresa, todavía al otro lado del Atlántico.
La familia regresa de tierras americanas el 10 de septiembre con la intención de empezar a organizar su vuelta a la normalidad, pero aterrizan en pleno vendaval mediático. El día 12 reciben la visita de agentes de la Policía Nacional, y acuden a testificar a las dependencias del Gobierno civil, en Donostia. Tras cuatro horas de interrogatorio, les dicen que pueden marcharse: están libres.
Según cuenta Amaia, por aquel entonces todavía figuraban como propietarios del Silver Cloud en el registro de embarcaciones estatal. El dato queda corregido el 13 de septiembre, y la historia se va diluyendo en la vorágine de la actualidad diaria. O eso creían. Pero la "pesadilla", como la califica Amaia, reaparece un mes después. A inicios de octubre, diversos medios de comunicación recogen que el velero sigue amarrado en Venezuela al no haber sido reclamado por sus dueños, volviendo a señalar a Amaia y Emilio como tales. Escriben cartas a diversos medios y agencias de comunicación exigiendo una rectificación, que quedan sin respuesta.
Ahora, Amaia siente rabia. La deja traslucir a lo largo de la entrevista. No hay más que teclear los nombres del matrimonio Agirre-De la Hoz en un buscador de Internet para darse de bruces con un aluvión de entradas que versan sobre "etarras balseros" y veleros ligados a ETA. Incluso, las noticias llegan a sugerir contactos entre activistas históricos y los anteriores dueños del Silver Cloud en Cabo Verde y Venezuela.
"¿Así cómo vamos a rehacer nuestras vidas?", "queremos despertar de esta pesadilla, trabajar y sacar nuestra familia adelante, que no es tarea fácil". Encarar la mala situación económica les supone ya, de por sí, suficiente dificultad para afrontar su nueva etapa vital. La historia del Silver Cloud, lamenta, es un lastre añadido. Uno muy pesado. "Nos negamos a que nuestra identidad queda en entredicho. Queremos justicia", reivindica Amaia.