Si España no hubiese caído bajo el retraso y la tiranía de la dictadura impuesta por sus clases altas, seguramente hoy España sería un país próspero después de un siglo de República. Hoy nadie se acuerda de la República y de los enormes avances que apuntaba hasta que fue eliminada. Nadie se acuerda de aquello y ahora se derrumban los mitos de la España próspera, con una importante clase media y con gran calidad de vida. Una vez quitadas las máscaras se ve que su clase alta no tiene, ni tenía, demasiada conciencia y que sus clases más oprimidas están casi en un estado de shock; no porque todo esto no fuera previsible, sino principalmente porque su formación intelectual e histórica no ha sido especialmente buena. La gente se gastaba más el dinero en el Canal + para ver el fútbol o la tragedia de los toros que para enriquecer su biblioteca.
En España la concienciación y entendimiento de lo que debe ser una democracia no ha sido nada buena tampoco, si fueron capaces la mayoría de los españoles de dar por bueno el mito de la transición cualquier cosa puede ser posible.
El caso de Islandia puede servir de ejemplo para entender y ver que una ciudadanía que se valora y que se respeta intelectual y democráticamente puede salir adelante, por mal que se presenten las cosas.
Islandia era país que tenía un nivel de vida muy alto, figuraba en 2007 en el primer lugar en el índice de desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Pero la mala orientación económica de su gobierno le empezó a traer problemas, hasta llevarlo a una pésima situación. Entre las causas de este desastre está la promoción de una política de compra de vivienda en la población, no de alquiler, provocando que los islandeses se endeudasen más de lo debido, en esto siguieron la misma mala política económica española. A esto también se unió que los dirigentes islandeses optaron por las políticas neoliberales, privatizando el sector bancario, dando prioridad a la actividad especulativa y empezaron a jugar en los casinos de la economía mundial, como Londres, y también Ámsterdam. Cuando todo este castillo de naipes se hunde, ya en octubre 2008, hay una enorme deuda a pagar a estos centros extranjeros de la economía. El FMI interviene ese mismo día para que Islandia pida prestado dinero a interés que tendrá que ir devolviendo. La forma de hacerlo ya la conocemos, "recortar gastos", es decir hacer pagar a la población las irresponsabilidades de otros y conducirla a prácticamente la miseria. Para que se vea como se comporta esta mafia bancaria internacional, se produce una congelación de los haberes de los bancos islandeses por el Reino Unido, dentro de una "ley antiterrorista", entrando Islandia en la lista de países calificados como "terroristas", calificativo que durará hasta el 15 de junio de 2009.
Como está pasando con otros países, cuando los bancos se llenaron de deudas el Gobierno se hizo cargo de ellos, pero cuando daban beneficios se privatizaron. Ante este atropello y falta de vergüenza política y económica los ciudadanos se movilizan de forma intensa, y gracias a su presión y constancia hacen que se convoquen elecciones anticipadas para mayo de 2009. Pero los islandeses no se dejan engañar y piden la dimisión de su gobierno, que finalmente consiguen dos días después: el 26 de enero de 2009, el Partido de la Independencia de centro derecha que comparte poder con el socialdemócrata dimite. Tras las elecciones del 25 de abril de 2009 se forma una nueva coalición en el poder compuesta por los socialdemócratas y el partido izquierda-verdes. No obstante, el parlamento islandés, por una apretada minoría, aprueba la ley Icesave (en referencia a uno de los bancos on line que provocó la debacle). Con esta ley se ratifica la devolución de 3,8 mil millones de euros al sistema bancario de Gran Bretaña y Holanda. Esta broma supone el pago de cien euros por mes por cada habitante durante ocho años. La indignación de la gente provoca respuestas claras y contundentes, que hacen que el presidente no firme esta entrega de dinero, sometiendo tal decisión a consulta ciudadana, a referéndum. Esto es lo que deberían hacer también los ciudadanos españoles, movilizarse de verdad y hacer que exista una democracia real. El resultado de este referéndum del 6 de marzo de 2010 es que un 93% de los votantes rechazan el acuerdo. Ante esta situación los ministros de finanzas de Islandia, Gran Bretaña y Holanda se reúnen para renegociar los acuerdos; lo que demuestra que las cosas en economía no son como las dicen desde el poder, sino que pueden hacerse cambiar por la ciudadanía. Desde la Unión Europea también se presiona fuertemente a Islandia para que acepte las condiciones de los acreedores, vinculando tal aprobación a su posible entrada a Europa. Esto demuestra también el carácter bastante poco democrático de la UE y su apoyo al poder financiero. Finalmente el 8 de diciembre de 2010 se llega a un acuerdo que en principio parece más favorable para los islandeses, por ejemplo: la tasa de interés se pone entre un 3 y un 3,3% en vez de a un 5,5% como estaba, y el tiempo de devolución se alarga de ocho a 30 años. El parlamento aprueba estos acuerdos, pero muchos islandeses no están de acuerdo y envían un manifiesto firmado por más de 40.000 personas (en Islandia hay alrededor de 320.000 habitantes). Ante esto el presidente de la República en una actitud democrática que le honra decide convocar referéndum. No obstante, la primera ministra, Johanna Sigurdardottir, indica: "Es decepcionante. Habíamos anticipado que el presidente iba a firmar el acuerdo sobre Icesave (?). El acuerdo ha sido aprobado por mayoría en el Parlamento y no es normal que un presidente se oponga a un acuerdo adoptado por una tal mayoría". Bien la mayoría del Parlamento no quiere decir la mayoría de la población, como se iba a ver, y esto nos debe enseñar que el tener una República, además de ser lo democrático tiene sus ventajas. Pero también nos debe de enseñar que en Islandia se respeta infinitamente más a los ciudadanos y a la democracia que en España. En España jamás se hubiese planteado una consulta ciudadana, en España los políticos desprecian a los ciudadanos.
¿Cuál fue el resultado del referéndum? El 60% de los votantes el 9 de abril de 2011 rechazaron esos acuerdos, evidenciando otra vez más las diferencias entre la opinión de los políticos y la de los ciudadanos.
La condena legal de los principales culpables del caso de Islandia todavía está pendiente, pero en ello están.