Han pasado casi siete años desde que la plataforma social Elkarri daba por finalizada su actividad. Una actividad frenética por una solución pacífica y dialogada para un conflicto político que vivía sus tiempos más convulsos. Quien fuera coordinador general de Elkarri desde su fundación en 1992 hasta su disolución, Jonan Fernandez, no por ello desapareció de la escena pública ni dejó de ocuparse en impulsar el diálogo y el entendimiento, aunque su dedicación desde la dirección de Baketik discurrió por terrenos mucho más amplios y trascendentes que los de la política.

La actividad pública de Jonan Fernandez, sin embargo, no comenzó con Elkarri sino que tuvo especial protagonismo unos años antes, cuando mediados los 80 era un animoso concejal en Tolosa por Herri Batasuna muy implicado en el movimiento ecologista y, al mismo tiempo, encargado de la sección "Ingurugiroa" en el diario Egin. Al hacerse público en 1985 el proyecto de la Autovía de Leizaran, en el seno del MLNV se fraguó la creación de la coordinadora Lurraldea y se encomendó su dirección a Jonan Fernandez, quien tras un largo y enconado enfrentamiento demostró su capacidad negociadora llegando a un acuerdo con la Diputación de Gipuzkoa para el trazado definitivo de la infraestructura.

Este episodio, el conflicto de la Autovía de Leizaran, que supuso la confirmación de Jonan Fernandez como hábil negociador, fue también para él una experiencia clave para interiorizar las propias y ajenas contradicciones, para reflexionar sobre los espacios de razón de cada uno, para valorar la evolución de la sociedad desde la ética. Porque en el conflicto de la Autovía de Leizaran con las inquietudes ecologistas se mezclaron intereses económicos, enrocamientos políticos, pillajes desenfrenados, movilizaciones de un lado y de otro, violencia terrorista y un desenlace no del todo bien cerrado.

Jonan Fernandez, testigo y protagonista de aquel oscuro capítulo de nuestra historia reciente, fue de nuevo encomendado por el MLNV para liderar una nueva coordinadora, Elkarri, en línea con la renovación de la Alternativa KAS derivada en la Alternativa Democrática con la finalidad estratégica de una negociación política. Pero a esas alturas, Jonan ya había iniciado su propia evolución personal, basada en la prioridad de los principios éticos. Imprimió a Elkarri una dinámica de diálogo para la negociación a partir del reconocimiento de los errores propios, buscando los puntos de encuentro en la exploración de las razones del contrario. Verse, tratarse, conocerse, reconocerse, hablarse, comprenderse; dialogar, en suma.

Desde muy pronto, Elkarri se le fue de las manos al MLNV y Jonan Fernandez pasó de comisionado a amenazado, mientras la coordinadora derivaba en agente clave para reiteradas iniciativas hacia el entendimiento entre diferentes, en una frenética actividad para la búsqueda de una solución pacífica y dialogada del conflicto vasco. Bajo su coordinación, Elkarri creó espacios de encuentro entre todas las sensibilidades políticas y protagonizó episodios de gran envergadura como la Conferencia de Paz en 1995 y la presentación de la Ponencia Izan basada en el desarrollo de la Disposición Transitoria 4ª de la Constitución. Pero sobre todo Elkarri creó un talante, una forma de implicación y compromiso de personas de toda edad y condición en el diálogo como metodología para la solución de los conflictos.

Jonan Fernandez, héroe para unos y villano para otros, ha tenido la gran virtud de representar la centralidad, esa equidistancia tan denostada por quienes militan en cualquiera de las radicalidades. Ha sufrido en propia carne las incomprensiones de los talibanes que no perdonan la deserción de su ortodoxia. Ha sido despreciado y/o amenazado por colectivos extremistas de ambos signos. Ha participado activamente con riesgo y generosidad en delicados procesos de negociación. Ha implicado a numerosas personalidades de ámbito estatal e internacional en la búsqueda de soluciones dialogadas para lograr la paz en el País Vasco. Ha sido un ejemplo de transformación personal e ideológica desde la ética, que ha orientado su vida profesional hacia la solución dialogada de cualquier clase de conflicto entre personas, colectivos o entidades.

Jonan Fernandez, una vez disuelta Elkarri, mantuvo y acrecentó esa inercia pasando a crear y dirigir la fundación Baketik, que se define como "dedicada a promover procesos de transformación personal, educacional, convivencial, organizacional o social con sentido ético". A ello se ha dedicado desde hace seis años, desde el sosiego y la paz de Aranzazu, y sobre ello ha escrito libros, dirigido cursos y pronunciado conferencias.

Un curriculum más que suficiente para entender las razones que han movido al lehendakari Iñigo Urkullu a ofrecerle la dirección de la nueva área de Paz y Convivencia creada por el Gobierno vasco. Ojalá Jonan acepte el reto.