a la vista de lo escuchado y leído en esta última semana, parece como si el título de Príncipe de Viana estuviera vinculado al heredero de la Corona española desde la noche de los tiempos. Es algo ciertamente reciente, sin tradición jurídica ni histórica alguna. Desaparecido el reino de Navarra en 1839, desapareció el heredero a la Corona de Navarra, si bien el título ya había sido despreciado desde el primer Borbón español, Felipe V.

La división del reino de Navarra en dos tras la conquista castellana provocó que, a lo largo de la Edad Moderna, hubiera dos reyes de Navarra y, por tanto, dos príncipes de Viana. Centrémonos en Navarra meridional. Los Austrias utilizaron el título de Príncipe de Asturias, si bien, cuando se referían a Navarra, se limitaban a no singularizar el locativo, empleando denominaciones como "Sereníssimo Príncipe don Phelipe". Sin embargo, en los comienzos del siglo XVIII, el triunfo borbónico en la Guerra de Sucesión sobre la Corona de Aragón supuso, a través de los Decretos de Nueva Planta, la desaparición del título de Príncipe de Gerona, y la extensión exclusiva de la dignidad de Príncipe de Asturias en los antiguos reinos de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca. En Navarra, a pesar de haber apoyado al candidato borbónico y haber conservado sus fueros e instituciones propias, Felipe V y sus sucesores pretendieron imponer el título de Príncipe de Asturias en el reino navarro, lo que les valió una respuesta contundente desde las Cortes de Navarra, que en diferentes momentos del siglo XVIII reivindicaron el título vianés, sin éxito alguno, pues los Borbones lo continuaron ignorando.

Entrados ya en época contemporánea, la Constitución de Cádiz (1812) reguló la sucesión a la Corona española bajo el único título de Príncipe de Asturias (art. 201), cerrando la posibilidad de restituir los que habían desaparecido con los Decretos de Nueva Planta ni de mantener el de Viana. El texto gaditano marcó lo que sería un modelo en el constitucionalismo español -hecha salvedad obvia de los dos períodos republicanos y de la dictadura franquista-, hasta la Constitución de 1978. Los carlistas tampoco reivindicaron el título de Príncipe de Viana para el primogénito de Carlos María Isidro de Borbón, Carlos Luis de Borbón y Braganza, ni los que vinieron después. El fin de la guerra carlista dio paso a la desaparición definitiva del reino de Navarra en 1839. Desaparecían, definitivamente, el rey de Navarra y el heredero al trono, y, por tanto, el título de Príncipe de Viana; el heredero al trono español, el Príncipe de Asturias, evidenciaba la unidad patriótica constitucional del momento.

El artículo 57.2 de la Constitución de 1978 establece que "el Príncipe heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento, tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España". Se trata de un precepto singular, en el que a posteriori se han querido ver los títulos de Príncipe de Gerona, Príncipe de Viana, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer. Pero, ciertamente, nadie concebía que tales títulos tuvieran una proyección pública. De hecho, ningún Estatuto de Autonomía los contempló; tampoco el Amejoramiento del Fuero de 1982.

El Real Decreto 2917/1981, de 27 de noviembre, sobre Registro Civil de la Familia Real Española, se refería exclusivamente al Príncipe de Asturias (art. 2). Tampoco se aludió al título de Viana ni a los de la Corona de Aragón en el juramento de fidelidad que Felipe de Borbón hubo de realizar a la Constitución y al rey el 30 de enero de 1986, al cumplir 18 años, en cumplimiento de lo preceptuado en el artículo 61.2 de la Constitución. Resulta ilustrativo que los discursos pronunciados con motivo de la visita oficial de los reyes a la Comunidad Foral de Navarra en 1988 no aludieran al principado de Viana.

la "reinstauración" Dos años después, el Gobierno de Navarra instituyó el Premio Príncipe de Viana de la Cultura, reivindicando con el nombre la figura del nieto de Carlos III, con el que los navarros identificamos la institución cultural oficial de Navarra. Los premios comenzaron a ser entregados por los reyes de España, nunca por el príncipe.

El artífice de la "restauración" del título fue Juan de Borbón y Battemberg, que por aquellos años había revitalizado los títulos catalanes desde una apuesta personal por acercar la Casa Real al antiguo Principado. Invocó el título vianés en la ceremonia de entrega de la Medalla de Oro de Navarra a su persona, el 18 de enero de 1993, hecho que fue recepcionado por el entonces presidente del Gobierno, Juan Cruz Alli, que subrayó que la presencia de Felipe de Borbón en el palacio de Navarra suponía "el alto significado de asumir, como Príncipe de Viana, la historia de este viejo Reyno". La difusión del título no fue inmediata. El príncipe acompañó al año siguiente a los reyes en la ceremonia de entrega del siguiente premio (28 de junio de 1993), y en la del 10 de junio del año siguiente acudió únicamente Felipe de Borbón.

Días después, Juan Cruz Alli aprovechó su asistencia a la celebración onomástica del rey en el Club Náutico de Las Palmas de Gran Canaria, para sugerir a Fernando Almansa y Rafael Spottorno Díaz-Caro, jefe y secretario de la Casa del Rey, respectivamente, la posibilidad de que se institucionalizase el premio con la presencia anual del heredero al trono, en su condición de Príncipe de Viana. La idea tuvo feliz acogida.

Los escándalos de corrupción y de otra índole que en los últimos años han salpicado a determinados miembros de la Casa Real han dado paso, entre otros aspectos, a cuestionar algunos de los títulos simbólicos del príncipe heredero. Así, el Ayuntamiento de Montblanc (Conca de Barberà) aprobó en pleno municipal de 4 de abril de 2013 elevar una solicitud a Felipe de Borbón de que no mantuviese el título de Duque de Montblanc. Le siguió el Ayuntamiento de Balaguer (La Noguera), con moción que instaba al Príncipe a renunciar al título de Señor de Balaguer otorgado por el municipio, y a no usarlo a partir de entonces. No prosperó la moción que instaba en el Ayuntamiento gerundense a la retirada del título histórico del Príncipe heredero de la Corona de Aragón (9 de abril).

El Ayuntamiento de Viana no ha conocido moción alguna relativa a una posible retirada del título, ni tampoco el Parlamento de Navarra, institución a la que, considero -como más directa heredera de las Cortes de Navarra-, correspondería desarrollar la iniciativa. El autor del reportaje es profesor titular de Historia del Derecho de la Universidad Pública de Navarra

rentas para beneficio personal

Instituido en 1423. La costumbre de dar un título al heredero de la Corona con el que el futuro rey podría disponer unas rentas para su beneficio personal, se inició con la instauración del principado de Gales, en Inglaterra (1283). En la Corona de Aragón se crearon los títulos de Duque de Gerona (1351) -desde 1416 Príncipe de Gerona-, como heredero del conjunto de la Corona de Aragón; Conde de Cervera (1351), como heredero del reino de Valencia; Duque de Montblanc (1387), como heredero del principado de Cataluña, y Señor de Balaguer (1413), como heredero del reino de Mallorca. El Principado de Asturias, destinado al heredero de la Corona castellana, se originó en 1388, y el título más tardío corresponde al sucesor del trono navarro, el Príncipe de Viana, instituido en 1423.

El Príncipe de Viana. Carlos, Príncipe de Viana (1421-1461) era hijo de la reina Blanca y de Juan II de Navarra. Su abuelo Carlos III instituyó para él y los herederos de la Corona el Principado de Viana (1423), un conjunto de rentas que comprendía diversas villas y castillos de la merindad de Estella. Vivió durante su infancia en Navarra, acompañado de su madre y hermanas, mientras el rey atendía otros asuntos en Castilla. Gobernador del reino por primera vez en 1439, por ausencia, también, de la reina -que acompañaba a la princesa Blanca a sus desposorios en Castilla-, ese mismo año contrajo matrimonio con Inés de Clèves, sobrina del duque Felipe de Borgoña, que murió en 1448 sin dejar descendencia.

Discurso clave. Cuando decidió reinstaurar el título de Príncipe de Viana para su nieto en la ceremonia en la que recibió la Medalla de Oro de Navarra, Juan de Borbón estaba ingresado en la Clínica Universitaria de Navarra, donde fallecería el 1 de abril de aquel año. Al padecer cáncer de laringe, no pudo pronunciar él mismo el discurso de agradecimiento, por lo que fue su nieto, el príncipe Felipe, quien lo hizo en su nombre. "La dificultad de expresión me impide dirigirme a vosotros y he pedido por eso a mi querido nieto, el Príncipe de Asturias y de Viana, que actué como mi portavoz", leyó el 18 de enero de 1993 el futuro monarca, dando inició a la identificación de Felipe de Borbón con el título.

Constitución inconcreta. El artículo 57.2 de la Constitución Española establece que "el Príncipe heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento, tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la Corona de España". Se trata de un precepto singular -antecedido por el Real Decreto 54/1977, de 21 de enero, sobre Títulos y Denominaciones que corresponden al heredero de la Corona-, pues el Derecho comparado actual contiene un solo ejemplo parangonable, el artículo 24 de la Constitución holandesa de 2002. La doctrina de los últimos años viene afirmando que el heredero de la Corona española ostenta los títulos de Príncipe de Asturias, Príncipe de Gerona, Príncipe de Viana, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer.