pamplona - “Hola, ¿Letizia Ortiz? Soy Jaime del Burgo, de Pamplona. No sabes quién soy pero me gustas mucho y quiero conocerte”. Con este elocuente párrafo arranca el capítulo 3 del libro La Corte de Felipe VI, en el que los autores explican hasta qué punto el abogado navarro “había llegado a obsesionarse” con la entonces presentadora del Telediario de TVE. “En un arranque de excentricidad, y convencido de sus técnicas de persuasión y de su encanto personal”, Jaime Arturo “descolgó el teléfono, marcó el número de la centralita de Torrespaña y pidió que le pasaran directamente con ella”.
Su arrebato tuvo éxito, ya que ahí comenzó la relación con la actual reina, con quien trazó una amistad que se estrecharía aún más tras su boda de Jaime con Telma, pero que desde hace un tiempo está rota por razones no del todo conocidas.
sus negocios con ayudas públicas Entre los motivos de la ruptura podrían estar algunos de los ruinosos negocios en los que se embarcó Jaime Arturo con ayudas públicas y que podrían haber hecho que Felipe VI marcara distancias, escaldado ya por los escándalos provocados por Iñaki Urdangarin, otro de sus cuñados.
En este libro, Daniel Forcada y Alberto Lardiés recuperan parte de un reportaje publicado por Joaquín Vidal en Interviú en 2006, titulado Negocios de familia política. En él se narran las penosas trayectorias de las empresas de hormigón creadas por Del Burgo en Corella, en Meco (Madrid) y en Galicia. En la que constituyó en Madrid en 1999, denominada Hormimeco, un 30% del capital lo puso la sociedad Capital Riesgo de la Comunidad de Madrid -gobernada por el PP-, con un 17,12% de las participaciones (1,5 millones de euros). Caja Madrid, por su parte, dirigida entonces por Miguel Blesa, y al frente de un sindicato de otros ocho bancos, concedió un crédito hipotecario a la empresa por valor de 18,7 millones de euros. En marzo de 2001, encabezando a otras entidades financieras, le proporcionó otro crédito por valor de 9 millones de euros para refinanciar la deuda y dar líneas de venta y descuento.
El reportaje destaca lo llamativo de que los ejecutivos de Caja Madrid, sentados en el consejo de administración de Hormimeco, dieran el crédito dos meses antes de que la empresa se declarase en suspensión de pagos. En cambio, Del Burgo se quejaba de que Hormimeco fracasó porque Caja Madrid le dejó sin financiación.
Caja Madrid había puesto como requisito para intentar reflotar Hormimeco que Del Burgo abandonase su cargo de gestor, aunque este continuó como accionista mayoritario a través de su empresa Gadeinsa. En octubre de 2002, Del Burgo vendió la empresa a la constructora compostelana Puentes y Calzadas por un euro. Todo un ejemplo de pésima gestión del dinero público. - J.E,