La formación de un gobierno progresista con una papel clave de ERC para su formación no solo alarma a los sectores financieros, también a los monárquicos. El rey emérito Juan Carlos I sigue viviendo su apacible jubilación con una pensión que para sí la quisieran los miles de pensionistas que se manifiestan cada semana por una vida más digna. Tras la abdicación de 2014, Felipe VI concedió a su padre una pensión vitalicia de 187.356 euros al año en calidad de rey emérito, que se ha ido revalorizando como la de cualquier funcionario, gracias una figura legal que hasta entonces no existía en la Constitución española porque ningún legislador reparó en que algún día el monarca se haría mayor y tendría que transmitir la corona al heredero.

Las asignaciones oficiales al emérito con cargo a los impuestos que pagan todos los contribuyentes probablemente no sean más que el “chocolate del loro” de sus ganancias. La fortuna almacenada por el padre de Felipe VI entre 1975, en que se convirtió en rey, hasta junio de 2014, en que abdicó, es la amenaza que puede cernirse sobre su heredero, el actual Jefe de Estado, ya que según la revista Forbes Juan Carlos I de Borbón podría haber acumulado una fortuna de al menos 2.000 millones de euros, lograda gracias a los supuestos negocios privados que el monarca ha mantenido a lo largo de los años. Hace unos años, el profesor de la Universidad de Bruselas Herman Matthijs, experto en fortunas y en monarquías, atribuyó a Juan Carlos I un patrimonio personal de unos 1.600 millones de euros, una enorme cantidad similar a la cuantificada por otras publicaciones como The New York Times, (2.300 millones de dólares, casi 1.800 millones de euros), pese a que Juan Carlos, tras la muerte de Franco, llegó al trono casi sin dinero.

La investigación del rotativo neoyorquino mantiene que el rey pudo haber aceptado regalos y comisiones en nombre del Gobierno español, llegando incluso a recibir “yates, una casa en una isla y automóviles de lujo”. De otra manera, ahorrando los 8,3 millones de euros anuales que se ha embolsado por vía de los Presupuestos del Estado desde 1975, nunca podría haber llegado a ese nivel de riqueza.

De conocerse la fortuna de Juan Carlos, salvo que el dinero haya desaparecido en un artefacto financiero para ocultarla, actuaría como un torpedo sobre la imagen de Felipe VI y la monarquía misma, al ser doble heredero de su padre: de la corona y del dinero cuando muera. Unidas Podemos ha venido exigiendo una mayor transparencia y control en las cuentas de algunas instituciones del Estado como la Casa Real. Con la llegada al Gobierno de la formación morada, si bien ninguno de sus ministros ocuparía en principio las carteras de Hacienda o de Justicia, donde se guardan los datos de las rentas y las últimas voluntades, respectivamente, la llave de los secretos económicos de Juan Carlos estará más al alcance.

Es sabido que los administradores económicos regios utilizaron todas las oportunidades que ofrecía la Bolsa en los años 90, recién creado el Ibex, y más aún si disponían de información privilegiada procedente del rey. Juan Carlos I siempre ha tenido banqueros y millonarios cerca. ¿Qué ocurrió entre 1993 y 2014 en que cedió la Corona? Desde luego, con su asignación como Jefe del Estado -que también era secreta entonces-, con un doble traspaso anual con cheques a la cuenta real y otra con ingresos de gastos reservados, no pudo hacer una fortuna milmillonaria como se le atribuye. Varías son las vías a las que acudió el monarca para la acumulación de dinero. Según describe el Español, el reyemérito podía obtener pólizas de crédito por cientos de millones de pesetas, para compras de valores en Bolsa, con rápidas ventas y obtener así importantes plusvalías. Estas pólizas se suelen conceder a empresarios, lo que el el rey no era, para tener disponibilidad ante eventualidades que surgen en los negocios. En los años de los pelotazos, el monarca podía pedir 200 millones de pesetas como pólizas de crédito, aunque fuera al 14% de interés, para disponer de ellos y hacer negocio. Dos décadas después, Juan Carlos ya empezaba a ser rico, según confirman ciertos papeles, con dinero perfectamente cuantificable en pólizas de crédito, acciones compradas, plusvalías y saldo corriente.

Otra vía para seguir la pista del dinero que fue acumulando Juan Carlos está en las importaciones de petróleo realizadas por España a finales de los años 70 y durante la década de los 80, gracias a la relación del anterior jefe del Estado con la familia real saudí.

Corinna, la amiga íntima del rey emérito durante años, es otra fisura por donde pueden filtrarse más datos económicos de Juan Carlos I. “Tengo las copias de las cuentas bancarias del otro -refiriéndose a Juan Carlos I-. Él me las dio”, asegura la exprincesa alemana, según las grabaciones del excomisario Villarejo. Lo único cierto a día de hoy es que el patrimonio de Juan Carlos I sigue siendo un misterio, al menos para la ciudadanía.