- Este viernes se cumplen dos meses de la llegada de la ministra navarra Ione Belarra (Pamplona, 1987) a la Secretaría General de Podemos, un partido que se enfrenta al reto de recuperar tirón electoral sin el liderazgo ni la visibilidad de Pablo Iglesias, para lo que será clave el papel de la vicepresidenta Yolanda Díaz.

Díaz, que por el momento aún no ha aceptado la propuesta de Iglesias de ser candidata a las próximas elecciones, ha heredado la batuta de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición con el PSOE, en el que es la ministra mejor valorada por los ciudadanos. Mientras, su compañera Ione Belarra, titular de Derechos Sociales y Agenda 2030, mucho menos conocida, trata de reflotar Podemos desde que fue elegida el pasado 13 de junio en la cuarta asamblea del partido, conocida como Vistalegre IV.

Belarra ha iniciado una ronda de visitas que la ha llevado por el momento a reunirse con dirigentes de su partido en Andalucía, Euskadi, Valencia, Asturias y Catalunya. Hace un mes también viajó a Pamplona, pero en calidad de ministra, para la firma del convenio para destinar 40 millones de fondos europeos a la mejora de los servicios sociales en Navarra.

Los viajes de Belarra continuarán después de las vacaciones estivales porque para la nueva dirección de Podemos es fundamental reactivar y mimar a sus bases en todas las autonomías, donde Podemos ha ido perdiendo peso, hasta quedarse incluso sin representación autonómica en territorios como Galicia, Castilla-La Mancha y Cantabria.

A la losa heredada de la necesidad de reconstruir el tejido territorial, suma Belarra otra dificultad: no es muy conocida, al contrario de lo que sucedía con Iglesias. Quizás haciendo de la necesidad virtud, la nueva secretaria general ha creado una dirección "coral" en la que busca dar protagonismo a otros compañeros que tendrán que asumir responsabilidades en la nueva etapa. Sobre todo a compañeras, pues hay que bajar al quinto puesto de la dirección del partido para encontrar al primer hombre, Pablo Echenique, el portavoz en el Congreso que es a su vez secretario de Programa.

La número dos de Belarra es la ministra de Igualdad, su amiga desde los tiempos de universidad Irene Montero, mientras que Lilith Verstrynge -ex colaboradora de Iglesias en la vicepresidencia Segunda- ha tomado el mando de la Secretaría de Organización. La también navarra Idoia Villanueva ocupa la Secretaría de Internacional y Relación con otras fuerzas.

Que la número 4 del partido se ocupe de las alianzas con otros partidos da cuenta de hasta qué punto es consciente Podemos de la necesidad de restablecer los puentes rotos en el pasado con otras formaciones. "Debemos estar siempre abiertas a confluir con otras fuerzas políticas con las que ya lo hicimos en el pasado", decía el proyecto con el que Belarra ganó la asamblea, aunque lo que está por ver es si ese ánimo por unir a la izquierda se extiende a fuerzas como Más País de Íñigo Errejón.

Una puerta que sí parece querer abrir la vicepresidenta tercera del Gobierno, Yolanda Díaz, que, sin confirmar aún si quiere ser candidata de Unidas Podemos, pide a todos altura de miras para superar la actual confluencia de los morados -de la que forman parte los comunes e IU- y aunar a más fuerzas y grupos a la izquierda del PSOE.

Esta estrategia de Yolanda Díaz de buscar marcas que puedan ser aliadas, y también su imagen de persona cercana y conciliadora, podría chocar con los intereses del líder de Más País, Íñigo Errejón, que, por el momento sin más poder territorial que el madrileño, trabajaba en sumar a socios autonómicos, como ya logró con Compromís.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, además, es según el CIS la líder política más valorada del país y ha marcado un estilo propio de relación con el PSOE, sin externalizar las disputas como hacía Iglesias y hace ahora Belarra.

Todos estos movimientos coinciden en Navarra con una apuesta previa, conocida hace meses, de extinguir la marca Izquierda-Ezkerra, que agrupa a Izquierda Unida y Batzarre, y abrir la posibilidad de que finalmente estas fuerzas -Batzarre, con toda certeza- de concurrir en 2023 junto a Podemos.

En estos dos meses, Belarra ha puesto en marcha la maquinaria para que Podemos reflote, pero el reto no es fácil, más aún cuando el carisma político y mediático de Iglesias aún resuenan con fuerza, pese a que por el momento se haya borrado de un plumazo del mapa.