La coartada que esgrimió Pedro Sánchez para dejar caer el estado de alarma en mayo se ha diluido como un azucarillo en una taza de café. El presidente español aseguró el 10 de mayo que no sería necesario mantener ese colchón jurídico para restringir la movilidad de las personas y frenar los contagios del coronavirus, porque en cien días se alcanzaría la inmunidad de rebaño, lo que suponía que el 70% de la población iba a recibir la pauta completa de la vacunación. Ese escenario idílico tendría que haber llegado hoy, 18 de agosto. Y el Estado español se ha quedado lejos de cumplir el objetivo, con un 63,8% de la población vacunada, un total de 30.261.332 personas. Supone quedarse a más de seis puntos y casi tres millones de personas de distancia, aunque a primera hora del día la brecha era mayor y los datos se han ido actualizando.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, para sacar brillo al balance, se ha inclinado este miércoles por destacar otra cifra más amable que no toma como referencia el número de vacunados sobre el total de la población, sino sobre el total de las personas que pueden recibir la inyección, es decir, las mayores de 12 años: en ese caso, el porcentaje sí supera el 70% y asciende al 71,8% (según los datos del Ministerio de Sanidad, la cifra es del 74% en la comunidad autónoma vasca y 74,4% en la navarra).

Pero, incluso aunque se hubiera alcanzado el 70% sobre el total de la población, la comunidad científica lleva días alertando de que esa previsión es ahora papel mojado. Ese porcentaje se fijó pensando en las primeras cepas del virus y no en la variante Delta, mucho más contagiosa. Algunas estimaciones son muy exigentes y hablan ahora de que serían necesarios porcentajes cercanos al 90% de inmunización, lo que parece una arcadia feliz e inalcanzable cuando no se ha desarrollado un suero seguro y válido para los menores de 12 años. La conclusión es que, a estas alturas, es preferible no realizar cálculos sobre la inmunidad. El propio Sánchez admitía en julio que "probablemente" iba a ser necesaria una inmunización superior al 70% con la variante Delta.

El lehendakari Urkullu lideró con insistencia la petición a Pedro Sánchez para que prorrogase el estado de alarma o, al menos, habilitara un paraguas legislativo que ofreciera a las comunidades autónomas la posibilidad de mantener medidas como el toque de queda nocturno, los cierres perimetrales o la limitación del número de personas en los encuentros sociales. También lo pidieron partidos de izquierdas socios de Sánchez, EH Bildu e incluso el PP lo solicitó y, en concreto, pidió una Ley de Pandemias al presidente español. Desde Nafarroa, la presidenta María Chivite (PSN) no ha querido alinearse con esta corriente de opinión y ha preferido explorar la vía judicial que plantea Sánchez para tratar de que los tribunales ratifiquen las restricciones de movilidad. No lo ha tenido tan complicado como Urkullu, quien ha tenido enfrente a un Tribunal Superior de Justicia del País Vasco cerrado a todas las restricciones posibles.

LA VACUNACIÓN QUE IBA "COMO UN TIRO"

Pero lo cierto es que los tribunales han emitido resoluciones contradictorias y el caos ha sido la nota dominante en estas semanas, sin que el Tribunal Supremo haya llegado a unificar doctrina más allá de algunos pronunciamientos específicos sobre casos muy concretos. En paralelo, a lomos del optimismo, Sánchez ha tomado otras medidas como el decreto que relaja el uso de la mascarilla al aire libre.

Todo ello, partiendo de la premisa de que la inmunidad de rebaño estaba al caer, algo que se ha visto desmentido por los hechos. "Vacunar, vacunar y vacunar", repetía Sánchez. Al mismo tiempo, Darias acuñaba un mantra que iba a machacar hasta la saciedad tras las reuniones del Consejo Interterritorial con las comunidades: "La vacunación va como un tiro".

Sin otro colchón, este verano se ha vivido un aumento espectacular del número de contagios entre los jóvenes, que han tenido un reflejo en la ocupación de las UCI. Las vacaciones parecen haber afectado de manera negativa a este proceso de vacunación según se interpreta en algunos círculos estatales, y el Ministerio pide ahora dar un acelerón. En los últimos días, Sánchez había aludido de manera más genérica a lograr el objetivo a finales de agosto, aunque tampoco así parece que se consiga y las estimaciones hablan de que el 70% no se alcanzará hasta mediados de septiembre.

OFENSIVA DEL PP

OFENSIVA DEL PP

El Gobierno español puso todos los huevos en la misma cesta y ahora se expone a una ofensiva de desgaste político por haber incumplido el plan al que fió el éxito de la lucha contra el coronavirus. El grupo parlamentario del PP, que recurre a cualquier argumento para buscar la confrontación con Moncloa, ha pedido ya la comparecencia de Darias en el Congreso de los Diputados para que explique este incumplimiento. El líder de los populares, Pablo Casado, exigió a Sánchez que "dé la cara" para explicar por qué no se han alcanzado el 70% y los 33,2 millones de personas. Desde Lehendakaritza no se quiso realizar ninguna valoración ni arrojar más leña al fuego.

El presidente español ha estado expuesto estas semanas a un desgaste importante en contra de sus propios pronósticos, porque auguraba un largo periodo de paz tras la remodelación de ministros en el Gobierno español, la salida de Pablo Iglesias del gabinete y las buenas noticias relacionadas con los fondos europeos. Ha sido objeto de una presión brutal por encontrarse de vacaciones y despachar algunos asuntos determinantes con meros tuits. Se le ha reclamado que afronte los incendios políticos que han surgido por la subida de la luz, la devolución de los menores de Ceuta a Marruecos (que ha provocado tensión con sus socios de Unidas Podemos), o la angustiosa situación de los ciudadanos del Estado que se encuentran en un Afganistán en manos otra vez de los talibanes.

De hecho, en este último ámbito, finalmente el presidente español interrumpió este miércoles sus vacaciones para protagonizar una reunión de seguimiento del dispositivo de repatriación con los ministros de Exteriores, José Manuel Albares, y de Defensa, Margarita Robles. Al mismo tiempo se anunciaba el despegue de una primera aeronave española.

Esta aparición llegó el mismo día en que el PP desplegaba en las redes sociales su campaña ¿Dónde está Sánchez?, tratando de proyectar que el presidente español se encontraba en la playa en Lanzarote mientras otros líderes europeos en Alemania o Reino Unido estaban tomando ya cartas en el asunto ante la catástrofe de Afganistán.