Txema Gutiérrez (Bilbao, 1979) es el conductor de 'Konekta', el programa informativo matinal en Onda Vasca analiza los aspectos políticos y humanos de una presidencia que duró siete años y acabó hace tres.

¿Qué le viene a la memoria cuando piensa en aquellas elecciones?

-Recuerdo que al Gobierno de Zapatero le pesó mucho la crisis financiera y todo lo que arrastró. Veíamos a Zapatero como un cadáver político, porque además no se presentaba a aquellas elecciones. Y Mariano Rajoy aprovechó todo ese contexto social, económico y político tan convulso para ganar.

Fueron siete años de presidencia de Rajoy, con un final abrupto. ¿Cómo observa aquellas dos legislaturas?

-Los primeros meses de su Gobierno se hablaba mucho, por la crisis económica, del rescate europeo, de la famosa prima de riesgo, recuerdo que estábamos todo el rato los periodistas dando la lata pendientes de ella. En la segunda legislatura, más corta, estuvo muy marcada por el procés, que fue una enorme patata caliente para Rajoy, y que le explotó en las manos, porque le desgastó muchísimo. El tancredismo que siempre se le achacó a Rajoy, ese dejar pasar las cosas, en el tema catalán le vino francamente mal. Sin embargo, en el tema de la corrupción, que él siempre achacó a épocas pasadas a pesar de la publicación de los papeles de Bárcenas, y del M.Rajoy, ese tancredismo o rajoyismo sí le vino bien, porque de hecho no ha llegado a estar en ningún momento imputado, aunque sí compareció en uno de los juicios como testigo. Siempre que había una crisis tanto interna como externa Rajoy la solucionaba dejando pasar el tiempo, y creo que quitando el procés en todo lo demás ese tancredismo le vino hasta bien.

Más allá de su manejo de los tiempos, su perfil fue atípico comparado con el resto de los presidentes de Gobierno español desde 1977.

-Desde luego no se puede hablar de carisma, eso por descontado, pero mucha gente, yo no estoy ente ella, veía a Rajoy como un tipo sencillo y campechano, e incluso cuando metía la pata en su oratoria, que era muy a menudo, todos esos momentos hilarantes en el discurso rajoyano no le pasaban factura.

Al revés, le aportaba simpatías.

-Sí, era un poco, salvando las distancias, como esa campechanía que siempre se le adjudicó al rey emérito. Y eso, de alguna manera, para una parte de la sociedad todas esas meteduras de pata le reforzaban incluso.

Cuando ve al actual Partido Popular, con la deriva de Casado, la guerra interna con Díaz Ayuso, el auge de Vox... ¿le lleva a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor?

-Viendo este actual Partido Popular y a su actual líder, Pablo Casado, uno casi, y subrayo lo de casi, hasta echa de menos la era de Mariano Rajoy. En muchos aspectos, porque Rajoy sí se separaba mucho conscientemente de Vox, a pesar de que en su época, Vox todavía era una cosa muy incipiente, ahora ya por desgracia está muy asentado. Sin embargo, los continuos guiños de Casado hacia Vox o hacia los votantes de Vox, que no dejan de ser ex votantes del Partido Popular, son realmente preocupantes. Como también no sé si la ignorancia o la estrategia consciente de Casado en muchos temas, que Rajoy y su Gabinete no tenían. Por ejemplo, respecto al Cupo o al Concierto Económico, recuerdo a Cristóbal Montoro, ministro de Rajoy, defendiendo el Concierto, e intentando explicar infructuosamente en el Congreso a la bancada de Ciudadanos lo que era, en la época de máximo esplendor con Albert Rivera, cuando este utilizaba como arma electoral arrojadiza lo del Cuponazo. Eso en el PP actual de Pablo Casado no lo veo ni lo voy a ver, porque precisamente están jugando a eso también, a jugar en la misma liga de Vox.