"Tengo y creo en un proyecto de país. No obstante, me cuesta convivir con las luchas internas y el reparto de cuotas de poder de los partidos". Así justificaba hace pocos días Àngels Chacón su renuncia a la política en activo y a seguir liderando Centrem apenas tres meses después de que recibiera el 77,7% de los votos en el congreso fundacional que la llevó a ejercer como secretaria general de una de las marcas que, dentro del llamado mundo posconvergente, se desligó del proyecto de Junts. No ha sido el único experimento que buscó despegarse de los planteamientos de la formación apadrinada por Carles Puigdemont y que hoy lidera, principalmente, Jordi Turull, exconseller y preso indultado en la causa del 1-O, que a su vez se ha desembarazado, en cierta forma, del protagonismo de Laura Borràs. Pero esa es otra historia dentro del largometraje de JxCat, que se encamina hacia su reunificación con la vista puesta en las elecciones municipales tras ver difuminarse a todas aquellas siglas que se divorciaron y que trata de sanar las heridas que vieron cómo el PDeCAT, nacida como heredera de Convergència, también bifurcaba. El más que posible regreso de Xavier Trias como alcaldable por Barcelona puede suponer el mejor antídoto y un revulsivo para todo este espacio que persigue recuperar la hegemomía independentista en su pugna con Esquerra.

Junts representa en el soberanismo la pelea frontal contra el Estado español, el rincón donde la unilateralidad aún prende y que desdeña, por irreal, un posible entendimiento con quien se sienta al otro lado de una mesa en la que los (todavía) socios de gobierno de Pere Aragonès no creen. Que no es lo mismo que abonarse a la radicalidad, de la que en este trance tratan de separarse empleando mejor el término “firmeza”. Desde luego, tampoco es la fuerza de la moderación que llevaba como bandera el CDC de Jordi Pujol y, en sus primeros tiempos, Artur Mas. Aquel tinte autonomista, forjado en la negociación, sin renunciar al anhelo de un Estado propio pero fruto de un diálogo y un contexto permisible es el que retomaron, tras la convulsión del procés y la cárcel y el exilio de muchos dirigentes, formaciones nuevas como el PNC de Marta Pascal y Centrem, que electoralmente tenían poco recorrido. El carril central que huye de los extremos, que según el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) es por donde discurre la mayoría de catalanes, no tenía sitio para sus vagones porque ya estaban ocupados.

Las 'aventuras'

El PDeCAT se hizo con los restos de Convergència pero también con el lastre de ésta: los presuntos casos de financiación irregular, desde el famoso 3% y el caso del Palau de la Música, y una figura en el ocaso, Jordi Pujol. Su primer referente, Pascal, estuvo en cuestión desde el convulso congreso con el que echó a andar el partido y, pronto, hubo quien empezó a forjar su propio horizonte. Tras el intento de La Crida, Puigdemont montó una coalición, apoyada en el éxito de las elecciones del 155, con la que pretendía desnudar a ese Partido Demócrata que se resiste a desaparecer y manteniendo litigios por el nombre, la marca y sus activos. Pascal dejó de ser coordinadora general del PDeCAT y construyó el Partit Nacionalista Català (PNC); el exconseller Germà Gordó, perseguido por la corrupción, fundó Convergentes; y Antoni Fernández Teixidó, que ha participado en partidos de toda ideología, montó Lliures. A su vez, se creó La Lliga, que rehuía del soberanismo y conectaba hasta con Manuel Valls. Una macedonia de difícil digestión, en la que los electores del centro derecha nacionalista tibio se perdían, con muchas diferencias internas y no pocos egos, y que fueron a confluir el pasado enero en Centrem, excepto la marca de Pascal, que desistió.

Les faltaba lo fundamental: cierta estructura organizativa y una bolsa de votantes reconocible y que pudiera conectar con un proyecto claro. Chacón quiso aglutinar el descontento del convergente de toda la vida que renegaba de la vía por la que se apostó en 2017 y fidelizaba con las reivindicaciones socioeconómicas clásicas de este espectro, pero las batallas internas parecen haber minado su moral. Y es que ese tinte moderado el ciudadano de a pie lo puede encontrar en siglas como el PSC e incluso hoy en día en ERC. Hasta en Junts. El PDeCAT, que optó por la experiencia en gestión de Chacón -exconsellera de Empresa (2018-2020) hasta que Quim Torra se deshizo de ella- para las autonómicas del 14 de febrero de 2021, vio cómo por primera vez el tradicionalismo convergente se quedaba fuera del Parlament al no alcanzar el 3% de los votos (77.059 votos), aunque su 2,7% sirvió para que el independentismo se arrogara el haber superado la barrera del 50%. Qué decir del PNC, con 4.586 votos y el 0,16% de apoyos, superada Pascal hasta por los independentistas del Front Nacional y Primàries Catalunya, y hasta por Recortes Cero. Unas papeletas más y lo hace hasta el Partit Comunista dels Treballadors. 

Cabe pensar que del naufragio de CDC no había restos que recuperar, más allá de las cuotas de poder personalistas de quienes lo han intentado si con ello lograban arrinconar a Junts y, por qué no decirlo, a Puigdemont. Viejas rencillas. Todo apunta a que Trias -al que una operación política, judicial y mediática de las cloacas del Estado, donde se fabricaron y publicaron pruebas falsas en su contra sobre unas cuentas en Suiza, minó en su lucha por Ada Colau cuando ésta se hizo con la Alcaldía de Barcelona- puede ser un rostro que refuerce todavía más los planteamientos de JxCat, llegando de la mano del president en el exilio y de Turull, y con el secretario de Organización del partido, David Saldoni, ejerciendo de fontanero en el ámbito municipal que tan bien conoce, y es que ya desde el liderazgo de Jordi Sànchez hasta ahora se viene trabajando para apalabrar, bajo las siglas de Junts, todos los alcaldes y alcaldables del PDeCAT de cara a las elecciones del próximo mayo.

Marcas alternativas


Centrem. Angels Chacón. Renuncia como secretaria general de esta marca que llevaba su sello tras ser elegida para el cargo el pasado mayo. Antes fue la candidata del PDeCAT a la Generalitat: obtuvo el 2,7% de los votos. Venía de ser consellera de Empresa de Torra.


PNC. Marta Pascal. Fue coordinadora general del PDeCAT entre 2016 y 2018. Se negó a integrarse en la sopa de siglas de Centrem y persiste su aventura en solitario con el Partit Nacionalista de Catalunya, que en los comicios de 2021 solo logró un 0,16% de apoyos.