El relevo de Elma Saiz por Javier Ramírez como portavoz del Gobierno de Navarra se ha vivido con gran sorpresa en el conjunto del Ejecutivo foral. Solo los más cercanos a Chivite conocían una decisión que se ha precipitado en el inicio del curso político con el objetivo de dar un impulso al Gobierno y llevar el debate al ámbito económico, donde los socialistas quieren contrarrestar las duras críticas que están recibiendo por parte de la derecha. Esa es al menos la versión oficial.

No son marcos similares los que se viven en Navarra y en Madrid. Tampoco las realidades políticas y económicas de en uno y otro lugar. Pero el PSOE es el PSOE y busca un relato común para un ciclo electoral en el que el viento sopla en contra. Hay que enfatizar la gestión del Gobierno en el ámbito social. De los ERTE a los PERTE, pasando por la subida del SMI, el Ingreso Mínimo Vital, el impuesto a las energéticas o la rebaja del IVA de la luz. La reunión de Chivite la semana pasada con los responsables del Gobierno en Madrid refuerza esta lectura.

Hay que hablar de Economía, argumenta el Gobierno para justificar un relevo que deja tocado a Javier Remírez, que con sus luces y sus sombras ha ejercido correctamente su papel en los momentos más complicados. Acertó con el tono y el talante en los momentos complicados de la pandemia. Y ha sabido quitar dramatismo a situaciones realmente comprometidas

El cambio llega después de una reunión de Chivite con el PSOE en Madrid para fijar la estrategia del partido en el tramo final de la legislatura

 El consejero de Interior ha sido una voz cordial alejada de la crispación política. Tanto con la oposición como con los socios del Gobierno. Más allá de las diferencias internas pendientes de resolver –el decreto de méritos y el plan estratégico del euskera siguen paralizados en el departamento de Función Pública–, Remírez generalmente ha buscado la concordia interna en un Ejecutivo de coalición inédito en Navarra, y que siempre ha defendido como una apuesta “estructural” para el futuro.

Su figura sin embargo estaba ya internamente cuestionada. La gestión de la Policía Foral y, más recientemente, la de los incendios le habían granjeado muchas críticas, también desde su propio partido. Y los puentes que había tratado de construir con Geroa Bai en materia lingüística, –en especial con su vicepresidente, José Mari Aierdi, con quien mantiene una buena relación personal– se habían venido abajo por la intervención de la ejecutiva socialista, que siempre ha puesto por delante los intereses de la sigla a los del Gobierno.

tensa relación con los socios Al vicepresidente político, el paraguas que protegió a Chivite durante lo peor de la pandemia, le toca ahora dar un paso al lado. Le faltaba colmillo y había cometido algunos deslices que habían incomodado a la planta noble del Palacio foral. No quiso o no pudo ser el azote de la oposición que busca el PSN para el final de la legislatura. En tiempo de campaña sobran palomas y hacen falta halcones.

Un perfil más adecuado para la consejera de Hacienda, que ya había ganado protagonismo en la ejecutiva socialista tras el último congreso, y que aumenta su poder en un Gabinete que gira del lado del PSN y de sus intereses electorales. Queda por ver cómo asumen el relevo sus socios, en especial Geroa Bai, que han tenido varios roces con Saiz. La formación de Uxue Barkos siempre ha visto en Hacienda una consejería de parte que no ha jugado el papel neutral que se requiere en un Ejecutivo de coalición. Realidad o no, unos y otros deberán limar asperezas en un momento en el que la sociedad no está para disputas partidistas, mucho menos dentro del Gobierno. El papel de la nueva portavoz va a ser una de las claves de este tramo final. 

Y el reto no es fácil. Le va a tocar hablar de todo y prácticamente a diario en un momento en el que crece la tensión y afloran los nervios. Con el riesgo añadido de que la Hacienda Foral acabe enredada en la primera línea del debate político.

Saiz se convierte en cualquier caso en la figura fuerte del Gobierno. Una vicepresidencia de facto que tendrá bajo su control el mensaje político y la llave de la caja con el objetivo de reforzar a un PSN que mira ya a la próxima legislatura. “Vamos a seguir liderando el Gobierno y lo vamos a hacer con más fuerza tras las elecciones”, anunció ayer Ramón Alzórriz, que junto con Chivite, Santos Cerdán y ahora también Elma Saiz forman ya el núcleo de poder socialista para el próximo ciclo electoral. La carrera ha comenzado.