Centro de Pamplona. Seis de la tarde. Ya está bastante oscuro. Luces de Navidad, gente apresurada, jaleo de compras de última hora. Cruzar el portal donde está la sede de Geroa Bai, frente a la plaza del Vínculo, aísla de todo el ruido de la calle. El cambio de ambiente choca bastante.

Las escaleras están en completo silencio, como si no hubiera vecinos. Abre la puerta Uxue Barkos Berruezo (Pamplona, 5 de julio de 1964). Recibe con sonrisa, alegre, enérgica aunque haya sido “un día intenso”. No lo parece. Es sentarse y desatar un torrentón político de nombres, fechas, anécdotas y episodios reconstruidos con detalle y sin nostalgias, sin “sacralizar” haber pasado de presidenta a portavoz parlamentaria.

Dice que disfruta lo que hace. Ahora, con su experiencia, es el nexo de unión entre las fuerzas progresistas, que la respetan y reconocen en ella una figura esencial de la política navarra reciente. Pero conserva fuerzas y dice que aspira a volver a liderar.

Acaban de reeditar la alianza de Geroa Bai. ¿Ha costado más que otras veces? 

–Ahora ha habido un nuevo actor, Geroa Socialverdes, que ha dado nombre propio a dos organizaciones que no tenían rango de partido. ¿Ha costado más? Igual ha habido esa sensación por lo que ha pasado en otros partidos como Podemos o Navarra Suma, pero no ha costado ni más ni menos que otros años.

¿Cómo han sido las negociaciones? 

–Hemos trabajado de forma cómoda y cada parte ha sido ambiciosa. Pero nos encontramos dos marcas que representamos a un espacio político muy importante, y que ha sido catalizador de los grandes cambios en esta comunidad.

¿Esa búsqueda de la ambición ha generado tiranteces?

–No. Hacer un programa y una lista siempre genera tensiones porque la política la hacemos personas. Pero yo no hablaría ni de tiranteces ni de tensiones. Yo creo que hemos resuelto a satisfacción de todas las partes.

Haga una breve actualización: ¿en qué parte del proceso está Geroa Socialverdes? 

–La estructura del partido está prácticamente terminada, y los pilares son las políticas verdes, el estado del bienestar y el municipalismo. Ahora vamos avanzando en la presencia en el territorio, y diría que esto está siendo especialmente grato.

¿Conserva fuerza para seguir al frente? 

–Sin duda. Yo creo que Uxue Barkos todavía puede aportar a la política. Pero lo haré donde lo diga el proyecto político y la ciudadanía. En 2019 tuve muy claro que había que darle continuidad a un proyecto progresista. Había riesgos, pero ha salido bien. ¿Geroa Bai está al 100% satisfecha? No. Hay cosas que no ha acometido el PSN. Ahora salimos a reeditar un acuerdo progresista y plural con la ambición de dirigir el Gobierno, porque hemos demostrado ya que las cosas se pueden hacer de otra manera.

¿En 2019 se tomó la mejor decisión posible? 

–Volveríamos a apostar por un gobierno progresista, sin ninguna duda.

Son muchos años como candidata. 

–¡Todavía tengo más años trabajados como periodista que como política! [sonríe]. Aunque es cierto que ya estoy ahí-ahí con la política.

¿Cómo mantiene la ilusión?

–En 2019 sentía la responsabilidad de ser candidata. Esta es mi tierra, es mi sociedad, y también sé que el bipartidismo no ha explotado todo el potencial de Navarra. Hay que superar el malditismo de la teoría de los quesitos. Y a mí todo esto es como que me obliga... me obliga, pero me da satisfacción. Luego hay una segunda parte: mi familia me lo aguanta. Con coste personal. A veces grande. Me digo: si hay partido, y hay personas dispuestas a recoger el testigo, ¿por qué no un arreón antes de volver a mi oficio, que es el periodismo?

Con esa forma de verlo, ¿cuesta menos pasar de ser presidenta a portavoz parlamentaria? 

–Me acuerdo que se habló, que se planteó, que yo fuera vicepresidenta. De ninguna manera. Primero, porque ya he sido presidenta. Y después porque no, porque me voy a ser portavoz parlamentaria. Unas veces te toca en un sitio y otras en otro. Una cosa es el respeto a la institución, y otra sacralizar lo que no se tiene que sacralizar. Además, hubiese sido fácil hablar de bicefalias y esas historias... Solo hubiera entorpecido el trabajo del Gobierno, hubiera puesto fácil la crítica. Geroa Bai sacó un gran resultado, con un 12% más de voto, pero la ciudadanía le dio a Chivite una responsabilidad que no me dio a mí.

Lo ha dicho como de pasada: un arreón antes de volver a mi oficio. ¿La que viene será la última? 

–Llevo 18 años en política, que no es moco de pavo, y he aprendido a que estas cosas se deciden a su debido tiempo.

¿Qué aporta Geroa Bai? 

–Geroa Bai permite que continúe la inercia de muchos caminos que se iniciaron en 2015, aunque a veces solo sea la inercia. No ha sido un camino de rosas y el PSN dirá lo mismo, pero sin Geroa Bai no habría una representación plural en la Mesa del Parlamento, por ejemplo. PSN y Geroa Bai somos formaciones muy, muy diferentes políticamente. Somos estructuras distintas, realidades históricas distintas, y evidentemente somos formaciones diferentes en la medida en la que el PSN tiene un centro neurálgico que no está en Navarra. Esto es una realidad y quizá sea la mayor diferencia.

¿Geroa Bai cohesiona, aporta experiencia...?

–Es la correa de transmisión con la pluralidad de esta sociedad. Sin Geroa Bai, la conformación de un Gobierno progresista hubiese sido casi imposible. Somos la fuerza capaz de crear una corriente de encuentro entre mayorías progresistas.

¿A veces es un poco ingrato ese papel? 

–¡Muy ingrato! [sonríe y ríe]. Es de pura lógica política: apoyar al Gobierno resta protagonismo si tu presencia se da en un ámbito sectorial. También la lealtad te obliga a que las diferencias que mantienes con el otro partido queden entre las paredes del Palacio de Navarra, porque la estabilidad es importante. Desde la oposición de Navarra Suma o desde EH Bildu, que es socio presupuestario, puedes hacer las reflexiones de otro modo. Me ha tocado desempeñar con gusto un papel de relación entre los grupos que sostienen al Gobierno, y esa labor no tiene foco. ¡Cuantas veces me gustaría marcar perfil político como Geroa Bai en tal o cual tema! Pero la consciencia de que cualquier fisura se va a magnificar te hace ser responsable hasta que ya no queda otro remedio que expresarla. No es un papel fácil.

¿Qué dos cuestiones tendrían que haber sido gestionadas de forma diferente? 

–En muchos casos, la toma de decisiones tendría que haber tenido el centro neurálgico en Navarra. Hemos sido enormemente leales, pero tenemos que terminar la legislatura con la competencia de Tráfico resuelta. Será un error no hacerlo. Otro error es no trabajar ya en asumir otras competencias previstas en el Amejoramiento, como la investigación. No comprendo por qué el PSN se echa para atrás con una competencia que la CAV tiene desde 2009. Ha faltado mucha ambición.

¿Ha habido más que falta de ambición?

–Yo creo que se les han vuelto en contra los fantasmas de legislaturas pasadas, por ejemplo con el euskera. No se ha trabajado con encuentro y me sorprende cuando les escucho hablar de que en la zona no vascófona no existen derechos lingüísticos porque la sociedad no los reclama. ¿Y los riberos, no son navarros? También ha habido poca ambición en políticas europeas y sobre todo con la creación de la Agencia Energética, que fíjese qué herramienta puede ser, a medio plazo, y no es ninguna chaladura, para atraer al territorio empresas.

Todos estos debes, ¿se van a exigir en futuras negociaciones? 

–Por descontado. Lo primero que se va a hacer con todo esto es ponerlo a disposición de la ciudadanía. Y no le engaño: somos ambiciosos porque hemos demostrado que las cosas se pueden hacer de otra manera.

Igual es un poco reduccionista, pero ese papel les hace pensar que entre el PSN y EH Bildu... 

–¿Que me van a comer el espacio? [interrumpe, sonriente]. Hay una corriente muy extendida: gente que habla de mis votos. Vamos a ver, no tienes ni un voto, los votos son de las personas. Nosotros hemos sido socios leales y hemos hecho política sin jugar al ruido. Y vamos a batallar otra propuesta no porque creamos que es mejor, sino porque hemos demostrado que se puede hacer mejor.

Antes lo hemos mencionado de forma muy superficial: ¿le sorprende la forma tan impúdica con la que Esparza ha roto Navarra Suma? 

–Será que soy más vieja, pero no me sorprende [ríe]. Esas explicaciones de me va mejor así o asao... jo, no lo sé. El otro día leía en vuestro periódico que Santiago Cervera decía que de algo más que del voto a la reforma laboral se habría hablado en esa cena entre Bolaños, Cerdán y Esparza. Incluso el propio Esparza asumió que, efectivamente, se habló de más cosas. Al final siempre volvemos a Madrid, unos para preguntar si pueden gobernar y otros para pedir gobernar. 

¿Cree que puede ser un intento de UPN por volver a un entendimiento con el PSN? 

–Siempre cabe ese riesgo. Yo cuando oigo al PSN decir que se compromete a seguir en esta línea no tengo por qué dudar. Pero también tengo muy claro que si en Ferraz se decide lo contrario, el recambio es muy fácil. Yo estuve en las negociaciones con Puras. Teníamos el programa de Gobierno a más del 90%. Y Puras cumplió su palabra: no le dejaron gobernar, cogió y se fue. Pero eso no quiere decir que el PSN no siguiera allá donde ordenó Ferraz.

¿Cree que sería volver atrás? 

–Yo creo que hay sendas iniciadas que es imposible volver atrás. Pero este camino que se ha iniciado tiene un riesgo cierto en decisiones que se toman en Madrid. No reconocer eso es engañarse. A Geroa Bai nadie nos tiene que decir dónde hemos tomado las decisiones. Hasta aquí, quienes dirigen hoy el PSN han estado en lo que dijeron. Y no tengo motivos para dudar. Pero no nos engañemos, la decisión no se tomará aquí.

Hablando de Madrid: usted era presidenta cuando se rompió una tendencia en la aportación del Convenio. ¿Cómo ha visto la actual negociación? 

–El divorcio entre cifras me preocupa, pero comparecerá la consejera y lo explicará, como también explicará ese concepto de aportación neta. La senda del cambio en la aportación se inició en la pasada legislatura, con los mismos técnicos, pero con un liderazgo político claro, que fue poner al frente de la consejería a uno de esos técnicos. Tuve la gran suerte de que el consejero Mikel Aranburu aceptó el cargo. Ahora me hace gracia cuando leo que UPN se arroga aquella política: cuando llegamos en 2015 había telarañas.

¿No le ha gustado eso de “aportación neta”? 

–Es que hacer malabarismos partidarios con este tema... no podemos hablar de aportación neta y luego no saber explicarlo. Un Convenio no necesita de lazos partidarios ni alharacas, necesita que se explique bien. También creo que hubiese sido mejor que hubieran comparecido la consejera y la ministra, como hizo Aranburu con Montoro. ¿Que eso hubiese impedido otras presencias? Pues igual no hacía falta que estuviera la presidenta, porque es más necesario mandar un mensaje de mayor fiabilidad por parte de ambas administraciones. Ojo, siempre se producen discrepancias con las cifras, pero igual una comparecencia entre ministra y consejera hubiese sido mejor para el rigor.

¿Cree que, tras los acuerdos de 2019, el panorama municipal será otro? 

–Es que debe ser otro. El cambio que sí se prolongó en el Gobierno no se llevó a la comarca de Pamplona, donde el PSN posibilitó gobiernos de Navarra Suma en un montón de ayuntamientos. Me temo que hay mucha hipocresía en todo esto, porque no puedes mantener una vela a Dios y otra al diablo. No se puede creer en gobiernos progresistas solo si soy yo el alcalde. O te crees un proyecto progresista o no te lo crees. Por una cosa o por otra esto no lo han sabido hacer ni PSN ni EH Bildu y esto es algo que Geroa Bai quiere enfrentar con solidez del conjunto de las fuerzas, porque esto ha sido nefasto para Pamplona, por ejemplo.