Un salón de actos del Planetario de Pamplona lleno de público acogió la conferencia organizada por la Red de Personas Torturadas en Navarra. Tres mesas con especialistas internacionales, la última entre Paco Etxeberria y Pau Pérez Sales, dos referentes en la cuestión, y dos buenos comunicadores. El primero, miembro del Instituto Vasco de Criminología, entidad que este año presentó el Informe sobre la tortura y otros malos tratos en Navarra desde 1979 hasta hoy. Por su parte, Pérez Sales, director clínico de Sir[a], centro especializado en atención a víctimas de malos tratos y tortura, ubicado en Madrid. La conferencia de ambos llevaba por título ‘resiliencia y reparación tras la tortura por motivación política’.

Presentó este encuentro la miembro de la red Amaia Elkano, detenida y torturada en 2009, con 21 años. Elkano recordó a quienes fallecieron tras estar sometidos a torturas, y a las dificultades de los supervivientes de sobrellevar un trance grabado a fuego. “Aquello que nos hicieron resuena cuando nos quedamos a oscuras en el rellano de la escalera. o escuchamos el ruido del ascensor. Que nos iluminen con un foco, o nos susurren al oído nos puede provocar paralizarnos de repente. Escuchar el sonido de una bolsa, de un cerrojo, o un golpe fuerte en la mesa nos puede dar escalofríos. Y podemos entrar en pánico tan solo al rozarnos un cable por el cuerpo desnudo”, relató. “Nos humilla no sentirnos valoradas, nos incomoda sentirnos extrañas entre gente, o necesitamos estar acompañadas de continuo. Hay quien lleva décadas sintiéndose así, y es ahora cuando se están reconociendo como personas torturadas”. 

PAU PÉREZ SALES

Psiquiatra

“Hay silencios sabios y hay silencios ensordecedores”

“¿Una persona resiliente es alguien de acero? ¿Queremos mujeres y hombres de acero? ¿Existe eso?” Las preguntas retóricas de Pau Pérez Sales presagiaban una intervención potente, como así fue. Este psiquiatra se preguntó si es posible salir indemne de la tortura, y dijo no creer en la resiliencia de “los duros que pasan incólumes por la realidad”. Contó que había trabajado con presos políticos en Uruguay y en Chile, que se consideran resilientes, pero que se “toman una botella de vino con cada comida, y luego por la noche pega patadas cuando está durmiendo”.

“Si decimos que hay personas resilientes estamos diciendo que hay gente que es intrínsecamente fuerte y gente intrínsecamente débil”, advirtió Sales, que desconfía de esa visión a partir de la experiencia profesional. “Tenemos recursos para una determinada situación en un momento dado. Uno puede aguantar un cáncer y de pronto tras una separación de pareja se hunde completamente. Según Pérez Sales si bien “hay prácticas sobre la resiliencia que suelen salir mejor que otras, no son universales, y cada uno hace las cosas según puede, con la mochila y la historia personal que tiene detrás”.

Mecanismos de resistencia

Este psiquiatra cree que en general no es posible prepararse para ser sometido a una tortura. En su experiencia profesional abundan los testimonios de gente que afirmaba que nunca pensó que las cosas pudieran ser tan brutales”, y que “contactar con ese horror es algo para lo que jamás se está preparado”. En todo caso, añadió, se refirió a casos en los que les ayudó a aguantar en el día a día, y agarrarse al paso del tiempo durante la detención. Por eso, en la otra cara de la moneda, “el tiempo era un factor con el que los torturadores “jugaban para romper a la gente”. También aludió a “la militancia”; “saberse parte de un movimiento más amplio” como otro elemento que ayudó a mucha gente a resistir. Pero dijo que un factor de resistencia más potente fue pensar en la familia, que a su vez como en los elementos anteriores, también era un mecanismo para que quebraran las víctimas era amenazar a su familia. En cuanto a la dignidad, también explicó su doble cara. “Por una parte, conservar mi dignidad en las peores circunstancias me puede dar mucha fuerza y me ayuda a conservar el control, pero al mismo tiempo los torturadores buscan quebrar esa dignidad, a través de las humillaciones, de la desnudez forzada, de las burlas sobre el cuerpo y el aspecto. Al final, como todo es parte de una maniobra, las personas que ponen la dignidad por delante como mecanismo de resiliencia, también se exponen a ser más atacadas y a que intenten quebrarlas por ahí”. Pérez Sales recordó a Paul Steinberg, superviviente de un campo de concentración alemán, que contó que la gente muy rígida, los médicos y arquitectos que llegaban, eran los primeros en romperse”.

La soledad como tortura

Este especialista, que se dedica a peritar posibles vulneraciones de derechos humanos, explicó su experiencia como visitador de unidades de confinamiento solitario, a presos en primer grado en cárceles del Estado. “Todo el mundo sabe que hay una diferencia de la noche al día entre la gente condenada por pertenencia a ETA y el resto”, afirmó. En el segundo caso, abunda gente desestructurada, que a menudo sufre alucinaciones, autolesiones o intentos de suicidio”. “Me he preguntado muchas veces por qué cuando voy a una cárcel primero busco al preso vasco, porque sé que me va a hacer una buena radiografía de lo que pasa, y luego voy viendo a los demás”. Entre los factores de esa asimetría, cree fundamental la existencia de una “red de apoyo mutuo dentro de la cárcel”. De ahí, añadió, que se pusiera en marcha una política de dispersión, “para intentar romper los espacios de convivencia”.

Pérez Sales también valoró la existencia de una “red externa inquebrantable”, con presos que además de recibir visitas reciben cartas semanales. A eso se añade su ocupación. “El que no está estudiando en la UNED está haciendo artesanía”, lo que dibuja un proyecto de futuro. Eso “permite mantener una estructura mental”, y lleva al “autocontrol y disciplina, a una vida lo más normalizada posible dentro del horror que son los primeros grados”.

Acompañamiento

Pérez Sales incidió en algunos elementos potencialmente resilientes. La familia es clave, y debe “entender los silencios”. “Estamos machacando mucho al que calla, con el mensaje de que hay que hablar. ¿Por qué? Creo que hay que tener un respeto al silencio, porque lo importante es que la persona se pueda contar a sí misma”.

“Hay un silencio dañino, del que está demasiado mal para contar, pero hay uno sano, el de la persona para quien hablar no es fácil pero se puede contar a sí misma qué le pasó, y sabe que contarlo es posible que le vuelva a enfrentar al horror”. En esta situación, prosiguió el especialista, “la resistencia está en esas familias que han sabido respetar el silencio, pero no por miedo a hablar, sino por complicidad”, a base de una mirada o un gesto. 

"Hay quienes se consideran resilientes pero toman una botella de vino con cada comida"

Pau Pérez Sales - Psiquiatra

También constató el valor de “circunscribir las emociones negativas a quienes forman parte del entramado de la tortura , a quienes les entrenan, les amparan, y les protegen”. Dicho de otro modo, “el ser humano es múltiple y complejo”. “Hay gente que ha hecho daño, pero no toda la gente es así. En determinadas circunstancias todos podemos llegar a ser perpetradores, y esa misma persona perpetradora puede ser capaz del mayor acto de generosidad”. Entenderlo, según Pau Pérez, ayuda a que no se quiebre la confianza en el ser humano, y “preservar relaciones sanas, entendiendo que la crueldad fue una situación muy concreta”. “Es obvio que existe la maldad”, zanjó, “pero esta no es la norma, sino que por suerte, queremos creer que es la excepción”.

Dimensión psicosocial

El psiquiatra catalán, residente en Madrid, aludió a lo que ha aprendido de “la gente de Nafarroa”. “La gente de aquí me ha enseñado una visión no punitivista de las políticas de justicia y reparación”. Dijo admirar ese “valor moral”, que es un “enfoque resiliente”, si bien confesó ser “muy punitivista”. “Me dedico a hacer peritajes para intentar meter a guardias civiles en la cárcel, no me sabe mal decirlo”. Afirmación que despertó algún tímido aplauso entre el público. Rechazó el perdón como un deber moral. “La idea es no querer el daño para otros exactamente igual que uno no querría que se lo hubieran hecho”.

"Cada uno hace las cosas según puede, con su mochila y la historia que tiene detrás"

Pau Pérez Sales - Psiquiatra

Pérez Sales animó a “recuperar el día a día”, con “retos y tareas”. La falta de trabajo, en cambio, hace “muy difícil poder encontrar la energía para reconstruir un proyecto de vida”. Por eso “las posibilidades de un torturado vasco son más que en muchas zonas de Colombia, o en Sáhara o Palestina”, señaló. A ello también ayuda el sentimiento de pertenencia que, por ejemplo, aporta la Red de Personas Torturadas en Navarra, en aras de “compartir experiencias y tristezas”. “Hay que creerse de verdad que uno es superviviente, no solo de palabra; creer en la posibilidad de superar la tortura, no quedarse anclado en el dolor, sino apostar por seguir luchando, empezando una nueva vida”. 

PACO ETXEBERRIA

Médico forense

“Hay cicatrices mal cerradas o que son patológicas”

“En otro tiempo se torturaba a todos los detenidos por delincuencia común. Y hubo un día en el que eso cesó, y eso lo vimos clarísimamente. Y fue así porque algunos jueces con más sensibilidad estaban hartos de ver a gente que no se sujetaba de pie o que no sabía explicarse por el sufrimiento padecido. Y algunos jueces empezaron a llamar a las comisarías a advertirles sobre futuras diligencias”. Algo que sin embargo no pasó en la Audiencia Nacional. “Todo el mundo se dedicó a encubrir, y a decir que había un manual”.

Paco Etxeberria recordó que en la Gipuzkoa de los años ochenta, fue a comisarías donde el ejercicio pericial acabó con sentencias firmes ratificadas por el Tribunal Supremo. “Pero pronto las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado aprendieron a cambiar la metodología, porque hasta entonces era muy evidente hacer la demostración”, lo que dio entrada a psicólogos con capacidad pericial, para observar las cicatrices, que pueden estar “cerradas, mal cerradas o ser patológicas y dolorosas”.

Perspectivas y contextos

Para Paco Etxeberria, quienes piensen que su andadura les ha valido la pena, suelen estar en mejores condiciones de superar el trance de haber sido torturado. Recuerda, por ejemplo, “que aquellos que estaban en contra de la central nuclear de Lemóniz, y fueron apaleados o torturados, constatan que no se construyó”. Por el contrario, para quienes el resultado final no fue el esperado, reclaman más ayuda”.

"En la Audiencia Nacional todo el mundo se dedicó a encubrir y a hablar de un manual"

Paco Etxeberria - Médico forense

Aunque esa línea divisoria no sea fija, Etxeberria recordó que los militantes de ETA Político Militar, “no han comparecido en las investigaciones que hemos hecho, porque llegaron a la convicción de que habían conseguido el Estatuto Vasco existente, y no el que iba a dar UCD, muchísimo más flojo. Esas personas te dicen que no tienen secuelas”. Casuística contraria, citó, a la del guardia civil al que le dijeron que quitara una ikurriña, le estalló un artefacto, perdió tres dedos de una mano, 6 meses antes de legalizarse, que se preguntaba para qué había perdido tres dedos”.

Paco Etxeberria subrayó los casos de torturas a mujeres con “el añadido de una carga de sexualidad repugnante”, y que varias se encontraron con que su torturador le proponía tener una relación posterior. “Cuando esas mujeres se dieron cuenta de esa situación, a pesar del espanto, se crecieron para llegar al final algo más fuertes”. En la experiencia de este reputado médico forense, una de las personas más destruidas que ha visto era un hombre que negoció su libertad y ser un colaborador. “Él se vio atrapado en ese espanto, se vendió en parte, se rajó, y a fecha de hoy sigue de baja, y muy afectado, porque además no lo puede ni contar en su familia, ni en su entorno, ni a sus colegas”.

Sobre la reparación

“Se detuvieron a unas 20.000 personas en el País Vasco por el llamdo conflicto”, apuntó Etxeberria. De ellas en la CAV “han comparecido 4.000, pero hay mucha gente que no tiene ningún interés, está ya cansadísima, o piensan, y aún es peor, que no le han hecho nada en comparación”. Al mismo tiempo, el goteo de casos nuevos no se detiene, “porque cada uno tiene su tiempo”.  Con todo, celebra que se haya “constatado una realidad que ya no se discute”.

"En esta sociedad a unas víctimas les falta el reconocimiento institucional"

Paco Etxeberria - Médico forense

A juicio de Etxeberria, que ha sido asesor en memoria histórica dentro del Ministerio de Presidencia en la anterior legislatura, para poder llegar a un ejercicio de reparación, hay que “obtener la verdad, y que intervenga la Administración de Justicia”. “Todos los que estáis aquí que habéis sido torturados en realidad no sois víctimas, sino afectados”, dijo en torno irónico. Porque el proceso de reconocimiento individualizado de víctimas en Navarra va por detrás al de la CAV.

Sin embargo, de las 4.000 personas que dieron testimonio en la CAV, ante la ley de reconocimiento y reparación solo se han presentado 400 afectados. “¿Dónde están los otros 3.600?” se preguntó. Etxeberria piensa que es ese 10% el que necesita algún tipo de asistencia y ayuda psicosocial. Psicólogos y terapeutas que atiendan, tanto en la CAV como en Navarra.

Asimetría 

“Vivo en una sociedad en donde hay unas víctimas que tienen el reconocimiento institucional y les falta el reconocimiento social, y otras que tienen el social y les falta el institucional”, dijo sobre el objetivo futuro de la reparación. Etxeberria no se olvida de las víctimas de abusos policiales. “La última que he visto es una abogada sevillana, cuyo padre era un representante en Bilbao, y un día le ametrallaron. Le pidieron disculpas, nadie le indemnizó, ella tenía 16 años, no comprendía nada. Ahora ha tocado la puerta de la Comisión, y tendrá el reconocimiento oficial y la indemnización que le corresponde”.

También aludió a los llamados ‘otros sufrimientos’, sin categoría de víctimas, como los de “mujeres de guardias civiles despreciadas por sus vecinos, y los de hijos de miembros de ETA que han tenido que recorrer la península entera para estar con su padre”. “Los psicólogos tenéis trabajo para rato”, sentenció.