José María Aznar no estuvo ayer en Pamplona para cerrar la campaña europea del PP de Navarra. O, al menos, no estuvo en Pamplona solo para eso. Aznar vino con una misión más importante que justificó contraprogramar a Feijóo, que a la misma hora –las siete y media de la tarde– acompañaba a la candidata Dolors Montserrat en Valencia.
Dos décadas después de su última visita, el expresidente del Gobierno volvió a Pamplona para contribuir a la larga operación que el PP tiene desplegada en Navarra, y que consiste en comerse a UPN hasta ser el partido hegemónico de la derecha.
Aznar podía haber sido el de siempre: el icono de la derecha echada al monte, el lobista, el expresidente soberbio que se sabe impune. No lo fue y no por casualidad. Llegó a la sala más bunkerizada del Baluarte –la cohorte de seguridad no cambia– en vaqueros y chaqueta de verano, ágil, con pelazo y ese buen aspecto a los setenta que mantiene de las largas sesiones de entrenamiento con el difunto Bernardino Lombao. Estuvo hasta bromista, con un par de guiños a su edad y la de los presentes –aunque entre los 150 asistentes había bastante gente joven–.
Sabe que mantiene dos cosas: predicamento sobre una derecha nostálgica del vigor, de los tiempos de los pies encima de la mesa; y bagaje. El de los ocho años de primer ministro y los catorce como presidente del PP. Por eso dijo que en UPN tuvo a su “amigo” Jesús Aizpún, a su recordado Tomás Caballero, y a otros como Miguel o Yolanda, de los que habló desde el compadreo del nombre de pila. Yo era amigo de vuestros referentes.
Voto fuerte
Desde esa posición habló al regionalismo, como el gran padre de la derecha que presumió de agrupar “todo a la derecha de la izquierda”. A los que últimamente han votado a UPN vino a decir que el futuro pasa por unir caminos en “el voto fuerte”. Y ese voto fuerte es el PP. “Me dirijo a quienes quieren cambios en España y en Navarra. Necesitamos un voto fuerte, el que se concentra para hacer algo importante”, dijo, en una apelación directa que supera con mucho el marco de las europeas, y que aterriza sobre Pamplona, la ciudad martirizada. Para un análisis queda cómo el PP está siendo el partido que más rentabilidad está sacando de la mayor derrota de UPN en los últimos tiempos. “Lo que digo aquí en Pamplona es, por favor, concentremos el voto fuerte en el único partido que puede cambiar la situación”, rogó. Y para eso hay que movilizarse. Aznar dijo hace unos meses que el que pudiera hacer que hiciese, en ese mensaje velado para el estado profundo y sus terminales judiciales. Ayer dijo que “en España se permiten todos los derechos menos el de la indiferencia”.
“Hay que movilizar a todo el mundo”, avisó. Las europeas son otro tipo de generales, insistió, antes de recordar que la victoria del PP en las del 94 precedieron el vuelco del 96. Si no, lo siguiente serán “las consultas de autodeterminación”. Todos al PP. También los de UPN.