La extrema derecha ha roto su perímetro de marginalidad de una forma insoslayable, y el riesgo es que su incidencia aumente más en los próximos años. La ideología ultraderechista se está convalidando como una opción más a ojos de un amplio sector de la sociedad europea, y su extremismo empieza a formar parte del paisaje político social. 

¿Cabe embridar esta deriva? Tres observadores (Ramon Aymerich, Ramón González Férriz y Miquel Ramos) dan sus impresiones. 

RAMON AYMERICH

Redactor jefe Internacional de ‘La Vanguardia’

“Sin prosperidad la espiral radical seguirá”

Ramon Aymerich ve un “antes y un después” en Europa tras el 9-J, lo que augura un contexto de “mucha fragilidad” y “constante cuestionamiento”. Ello puede desembocar en un “desplazamiento” acordado hacia la derecha” o “mucha inestabilidad”, dependiendo también del resultado de las legislativas francesas y de si “la apuesta de Macron sale sorprendentemente victoriosa”. De partida observa una “legislatura muy complicada” en la UE con posibles “retrocesos” en la agenda verde. Será una Comisión “más frágil y contestada, con un Parlamento mucho más ruidoso”, afirma. 

Para este periodista los recortes de la crisis de 2008 dejaron “heridas aún no digeridas, una sociedad más empobrecida y una clase media con mucha sensación de inseguridad”. Eso es “lo que estamos recogiendo hoy”. De la Europa con una “economía fuerte, competitiva, bien situada internacionalmente”, pasamos a partir de 2008 a un cierto “autocastigo”. El de empezar a “romper nuestro modelo con políticas de austeridad y la bajada de salarios”, y se perdió “el camino de la prosperidad”. 

A ese retroceso, Aymerich añade el “peso de las redes sociales”, que “eliminan los intermediarios de la política”. Hay un pulso en la opinión pública “mucho más reactivo, sombrío y de resentimiento”. Así que la economía es clave en este contexto. “Sin prosperidad la espiral de radicalización proseguirá”, advierte este observador. 

A su juicio, Europa tiene que encontrar filones de crecimiento, con empleos bien remunerados, para que aumente la certidumbre. Por ejemplo entre los autónomos, “en muchos países campo abonado para la explosividad, por sentirse maltratados fiscalmente”. Cree que en España la “propensión a crear un modelo muy orientado hacia el turismo y la economía low cost, a la larga nos va a pesar”. También reclama políticas industriales, con la “paradoja” de que seguramente en parte se vinculen a los sectores de la Defensa. 

Aymerich sitúa “el núcleo del problema” en el eje francoalemán. Observa “un vacío grave de dirección” y un “bloqueo absoluto de liderazgo”. A su juicio, a Scholz “le cuesta ejercer o expresar el más mínimo liderazgo europeo”, mientras Macron, pese a su retórica, también está en horas bajas. “Seguramente sea el líder europeo que despierta más resentimiento y rechazo entre la población de su país”, analiza Aymerich. Así que mientras subsista esta doble crisis, “Meloni tiene campo para correr”.

RAMÓN GONZÁLEZ FÉRRIZ

Columnista de ‘El Confidencial’

“El radicalismo es una carrera sin fin”

Ramón González Férriz ha publicado con Debate Los años peligrosos. Por qué la política se ha vuelto radical. Considera que el panorama que se va configurando “va a ser la norma a partir de ahora”. Observa una pérdida de protagonismo de los medios de comunicación, que “sin razón o sin ella” controlaban el filtro de lo noticiable. Según González Férriz “nos tenemos que acostumbrar a esta nueva normalidad”, en la que con las redes sociales se ha intensificado la “conversión del debate político en una forma de entretenimiento”, y de la queja o reivindicación “en una especie de espectáculo adictivo”. 

Para este columnista, Alvise muestra que el radicalismo “es una carrera sin fin” alimentada por las redes sociales, y se muestra “muy escéptico” ante la hipótesis de “templar” esta deriva. Más bien, subraya, “más bien a los partidos tradicionales se van enfocando a imitar este proceder. 

“El grado de velocidad que está cogiendo la política es exagerado”, constata González Férriz. A su juicio, los políticos se dejaban un “margen para trabajar a medio plazo”. Ahora cree que la campaña permanente les consume, “adictos a esta manera de comunicar porque les produce sensación de contacto permanente con la ciudadanía”. Una dinámica autodestructiva, con figuras que acaban siendo “víctimas de la propia rapidez que imprimen a la política”.

MIQUEL RAMOS

Periodista

“No se acaba de entender la gravedad del asunto”

Autor del ensayo Antifascistas. Así se combatió a la extrema derecha desde los años 90, publicado en 2022 por Capitán Swing. “Es un momento de transición y habrá unos cuantos años más donde tendremos a la extrema derecha normalizada, legislando y con una capacidad inédita para influir la vida de todas y todos, en la política del día a día”, como “un actor principal a todos los niveles, europeo, municipal, autonómico y estatal”. 

Para Ramos “no se acaba de entender la gravedad del asunto y de lo que esto puede significar a largo plazo, porque todavía la extrema derecha no ha llegado a conquistar del todo el poder político”. A pesar de que “gobierne en Italia, en Francia esté en una posición “muy potente”, o en Estados Unidos haya gobernado”, aún cree que persisten “ciertas resistencias y pudores”, “hegemonías culturales que no ha sido capaz de derribar”. Se ve “la intención de hacerlo”, añade, “un cambio de sentido común, están en ello y convenciendo a una gran parte de la población”. Por más que la UE se apliquen “muchas medidas” que reivindica la extrema derecha “sobre todo en materia migratoria y económica, de puro y duro neoliberalismo”, sospecha que la incomodidad de la derecha cuando el extremismo es demasiado irreverente” terminará “pronto”, y “llegarán las políticas “a calzón quitado”, y “lo que Europa trata de esconder que hace con las personas migrantes abandonándolas en el desierto a través de terceros países se hará sacando pecho” y con “la cabeza muy alta”. “La extrema derecha viene a eso”. 

“CAMBIO ABSOLUTO” Según Ramos, queda “un cierto consenso heredero del siglo XX de muchas conquistas sociales aceptadas como positivas”, y el objetivo de la extrema derecha es derribarlo, entendiéndolo como parte del establishment,” aunque en realidad ya se esté abandonando a los inmigrantes en el mar o desarrollando una política absolutamente contraria a lo que se presume”.

La extrema derecha actual busca “chivos expiatorios” y “no necesita hacer referencia al pasado”, pero los “tonteos con el fascismo, el franquismo e incluso con el nazismo ya no importan tanto”. Ese estigma ya no existe para parte de la sociedad. Lo cual es un “cambio de paradigma absoluto”. 

Para este periodista la juventud “no se ha vuelto reaccionaria como se dice”, y “nos da 20 vueltas en algunas cosas”. Pero tras una pandemia, con una “guerra en marcha en Europa y con lenguaje belicista”, Ramos constata la “fragilidad de mucha gente que cae con la inocencia de la juventud, pero no hace falta ser joven para deslizarse por ahí. Gran parte de la población adulta vive en estos terrenos. Es injusto culpar a la juventud”, subraya. 

Miquel Ramos observa un “descrédito de la política institucional y de los medios de comunicación”, mientras los algoritmos “premian” contenidos extremistas. “Han cambiado los hábitos de consumo. Mucha gente no va al periódico para enterarse de lo que pasa; va a Telegram, o a Youtube, y se cree que está enterado. Esa es una carta que juega muy a favor de los profesionales del bulo, el discurso del odio, la desinformación”. “No hay ningún tipo de escrúpulos para envenenar todo esto”, ni tampoco “ningún tipo de sanción” por lo que “todo queda impune”.