Tras dos años sin presentar presupuestos, Pedro Sánchez ha asegurado recientemente, antes de irse de vacaciones, que sí lo hará de cara a 2026. El presidente del Gobierno español avanzó la semana pasada que negociará con todos los grupos para sacar adelante esas cuentas, pero no lo va a tener fácil porque se mueve en el alambre de las minorías, con sus socios y aliados en el Congreso cada vez más resueltos a no secundarle. Sánchez afronta el próximo curso político con el desafío de presentar y aprobar unos Presupuestos Generales del Estado sin garantías de apoyo. Tras varias prórrogas presupuestarias, ha lanzado la promesa de nuevas cuentas públicas como símbolo de estabilidad, pero lo ha hecho sin tener asegurada la aritmética parlamentaria y, sobre todo, sin poder asumir las condiciones que algunos le imponen. En este escenario, ¿presentará Presupuestos si, como parece, no tiene apoyos suficientes?, ¿los podrá sacar adelante? Y si no lo hace, ¿adelantará las elecciones?

Asediado por varios episodios de corrupción, Sánchez capea el temporal invocando el socorrido “o yo, o la derecha ultra”, mientras trata de convencer a la opinión pública que, pese a todo, tiene un proyecto de futuro para España y sobrevive a salto de mata aprobando decretos ley con su socia Yolanda Díaz. En su última rueda de prensa antes del periodo vacacional, Sánchez insistió en recordar que “las legislaturas duran cuatro años” y que las elecciones generales serán en 2027. El Gobierno tiene intención de aguantar sin cuentas públicas y es incapaz de poner de acuerdo a sus socios excepto en el rechazo genérico a la ultraderecha. 

“El Gobierno presentará los Presupuestos para 2026”, anunció Sánchez, sin especificar cuándo tiene pensado hacerlo, puesto que el pasado año también avanzó que lo haría, pero no fue así por falta de apoyos. A todo ello se suma un calendario institucional que juega en contra. El trámite parlamentario de los Presupuestos exige semanas de coordinación entre distintas administraciones y cámaras legislativas. Sánchez ni se plantea correr el riesgo de llevar al Congreso de los Diputados unos Presupuestos que no tengan los apoyos de sus socios asegurados de antemano, que es tanto como pedir prácticamente un imposible.

Fondos Europeos

Sánchez ha reiterado la intención de colaborar con todos los grupos parlamentarios para avanzar en la aprobación de un nuevo presupuesto. “Además de los Presupuestos, tenemos una herramienta fantástica para la transformación, el crecimiento económico, la creación de empleo y la modernización de nuestro país que son los fondos europeos», añadió.

“Los fondos europeos son también otros presupuestos, es otro carril que incorporamos en ese compromiso de modernización, de crecimiento económico, de creación de empleo y de cohesión social”, explicó Sánchez.

Pero el presidente español no las tiene todas consigo y barrunta un plan B para aguantar la legislatura en caso de que tenga que prorrogar las cuentas, lo cual evitaría seguir con las de hace dos años prorrogadas y, por tanto, no se podría ampliar el gasto y tan sólo se podrían mover las partidas. Moncloa llama a la calma asegurando que la “ingeniería presupuestaria” permitiría afrontar el 2025 en caso de una nueva prórroga de los Presupuestos de 2023, como ya se hizo en 2024, año que se salvó gracias a la redistribución de partidas y las ampliaciones de crédito que permiten al Gobierno español adaptar las cuentas a las necesidades financieras del momento. En todo caso, por mucho que se quiera enmascarar, la prórroga tiene un impacto económico negativo evidente y tasado.

Además, el recurso a los fondos europeos en caso de que no fuese capaz de sacar adelante unas nuevas cuentas por falta de apoyos se queda sin recorrido en agosto de 2026, a partir de esa fecha no dispondrá de un solo euro de los fondos Next Generation. Más aún, la Unión Europea ya advierte de que los fondos europeos no pueden financiar gasto corriente habitual, sino el extraordinario o vinculado a reformas e inversiones estructurales. Moncloa está obligada a cumplir los requisitos y objetivos establecidos por la Unión Europea para recibir estos fondos, pero incluso aunque Bruselas ampliase el plazo de ejecución, sería tanto como fiarlo toda la capacidad de maniobra económica a una carta no controlada por el Gobierno.

Sánchez ha manifestado su intención de presentar las nuevas cuentas para 2026, pero no ha desvelado cuándo va a ponerlo sobre la mesa. De entrada, lleva retraso en el trámite ya que para antes del mes de julio ya debía haber presentado la senda de déficit y todo apunta a que lo hará después del verano. El Ejecutivo español carece de mayoría para avanzar siquiera en el trámite inicial del techo de gasto, condición previa indispensable.

Además, según la Constitución y la legislación vigente las cuentas se deben de presentar antes del mes de octubre del año anterior a los presupuestos a los que se refiere, un mandato que en muy pocas ocasiones se ha cumplido independiente del partido que estuviera en Moncloa.

A este ritmo parece complicado que el borrador de Presupuestos para 2026 lleguen al Congreso este año. Si así fuese, el Gobierno se vería obligado a prorrogar una vez más los de 2023 el 31 de diciembre de este año.

minorías Si salta la sorpresa y sus socios y aliados se los aprueban, el balón de oxígeno para Sánchez sería decisivo de cara a completar la legislatura, pero la probabilidad de que eso ocurra es escasa ya que Podemos ya ha dado la legislatura por “muerta” y porque la eterna competición entre ERC y Junts per Catalunya lo dificulta sobremanera. En todo caso, si el Congreso rechazara el borrador de cuentas porque alguno de sus aliados les da la espalda, el culpable sería la formación que no las ha apoyado y pasaría a la historia por haberse alineado con Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal.

Sánchez camina sobre el alambre de las minorías, cada vez más exigentes. Los Presupuestos son una patata caliente para el presidente español y lejos de ser un instrumento de planificación económica, se convierten en el campo de batalla de un Gobierno cada vez más tensionado por sus propios aliados. 

La primera batalla la dirime en su propio gobierno con sus socios de Sumar. Los de Yolanda Díaz mantienen una posición ambigua, pero no se prevé que rompan la negociación en un asunto nuclear para la supervivencia del gobierno y de sus dos socios, especialmente Sumar que saca pecho de su capacidad para aprobar leyes o decretos propios. En todo caso, las tensiones en la órbita de esta formación entre sus socios territoriales como Compromís, en Valencia, o la Chunta Aragonesista podrían complicar la paz interna en ese espacio.

El distanciamiento de Podemos del bloque de investidura hace imprevisible contar con el voto de sus cuatro diputados en el Congreso. La formación liderada por Ione Belarra e Irene Montero ha aumentado sus exigencias al Gobierno español en algunas materias en las que quiere competir con Sumar y todo ello impide que dé carta blanca a las iniciativas del Gobierno de Sánchez. En este contexto, se prevé una dura negociación entre PSOE y Sumar con Podemos sobre los presupuestos 

Para Podemos, los Presupuestos son la excusa para forzar a Sánchez a abrazar su agenda ideológica.

Tampoco Junts se lo va a poner fácil, ya que exige que se ejecuten las partidas pendientes de presupuestos anteriores, que cuantifica en 50.000 millones, y también pide que se cumpla para todos la Ley de amnistía y que el catalán se incluya entre las lenguas oficiales en la Unión Europea.

ERC no se opone abiertamente, pero tampoco otorga un cheque en blando y aprieta a Sánchez con los Presupuestos: pide avances en la financiación singular de Catalunya y hacienda propia. Oriol Junqueras ha advertido al presidente español que, si no cumple sus acuerdos, no tendrá ninguna opción de tenerlos en 2026. Esquerra quiere que el Ejecutivo materialice la condonación de 17.104 millones de deuda a Catalunya cuanto antes. También que Salvador Illa presente el sistema de financiación singular, y que avance hacia la plena autonomía fiscal que prometió a ERC a cambio del apoyo para su investidura.

PNV y Bildu

Por su parte, el PNV ha mostrado reiteradamente su intención de apoyar la renovación de las cuentas y apuesta por facilitar la negociación. Los jeltzales consideran que los presupuestos son “esenciales” para la continuidad de la legislatura y no se pueden “dilatar en el tiempo”, más si cabe cuando los que están vigentes son los prorrogados desde 2023.

También EH Bildu apuesta por facilitar la negociación con la premisa de ejercer de contrafuerte para el muro que frena a la extrema derecha. El avispero de los Presupuestos se empezará a agitar en septiembre, pero las cartas de los partidos están boca arriba y la partida ya ha empezado.