“Había esperanza y temor”
Milagros Rubio, histórica representante de Batzarre, contaba con 23 años en aquel otoño de 1975. “Llevaba años trabajando en la clandestinidad por la democracia y la finalización del franquismo. Primero en comités de barrio en Tudela, después en Comisiones Obreras”.
A pesar de esa “experiencia en la pelea antifranquista”, reconoce que eran “unos pipiolos políticamente hablando, puesto que aquí no conocíamos lo que era la democracia”. La noticia le pilló trabajando en SKF. “Unos lo celebraban otros se callaron... todos teníamos mucha expectativa sobre qué iba a pasar y la conciencia de que algo tenía que cambiar, pero veíamos todo muy verde. Fíjese qué poco hacía de los fusilamientos... Los aparatos del Estado estaban ocupados por el franquismo y decíamos que eso de un día a otro no iba a pasar a manos de la democracia, y de hecho así fue”.
Con todo, “había esperanza y temor”. Y eso que la represión a la izquierda fue “continua”. “Todas nuestras manifestaciones eran prohibidas o acaban a pelotazos y a golpazos. Los temores en el momento de la muerte de Franco tenían su fundamento”.
La dura Transición
Rubio entró de concejala en Tudela en 1979 y al poco, el 3 de junio, se produjo la muerte de Gladys del Estal por el disparo de un guardia civil en una sentada pacífica”. “A raíz de entonces”, prosigue, “para mí, fácilmente hasta 1984, empezaron las amenazas de muerte, represalias, persecuciones, me quemaron el coche, entraron en mi casa cuando vinieron los seguidores de Blas Piñar, de Fuerza Nueva. Yo por supuesto había salido, como el 23-F, y la pintaron por dentro con insultos. Fue tremendo todo aquello.
A mí me llamaban casi todos los días a comisaría por algo. Un día en comisaría me preguntaron: ¿Por qué aparcas tu Dos Caballos rojo siempre en la calle por la noche? Le puede pasar algo cualquier día. A la mañana siguiente me habían quemado el coche. Claramente fue una amenaza y un anuncio de lo que iba a pasar. El Ayuntamiento no condenó aquello, presidido por el Partido Socialista”.
Milagros Rubio recuerda que tras la muerte de Franco vinieron unos años “muy duros” dentro de las conquistas sociales y políticas que se produjeron. “Tengo que decir que hay una cosa de la que sí me arrepiento. Esas circunstancias ayudan a entender que cargos públicos que no éramos partidarios de la violencia de ETA aun así no la condenásemos, pero no lo justifica. Siento no haber condenado a ETA porque había que condenar todo tipo de violencia, y aunque ya lo he hecho más veces , siempre diré que pido perdón a las víctimas por ello”.
También recuerda que “hay que defender la democracia, nos costó mucho conseguir los derechos de la mujer y los de los trabajadores”. “Todo eso hoy, junto con la solidaridad a las migrantes y a las gentes más desposeídas se amenaza y está en riesgo”.
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