¿Cómo están? ¿Cómo están viviendo este momento?

–Este momento lo estamos viviendo de la mejor manera posible, que es compartiéndolo con todo el equipo que ha podido venir a los Goya. Así que la verdad no hay mejor manera de vivirlo que compartiéndolo con todos los que hemos trabajado en la película.

¿Cómo fue el momento de recoger el galardón? ¿Alguna anécdota divertida?

– El momento fue súper emocionante. La verdad es que es muy divertido y es un es una maravilla ver a todo el mundo tan contento y tan feliz. Quizás la anécdota, si te fijas, cuando estamos dando las gracias y Lore se encargaba de la de parte del equipo y menciona al navarro Mikel Salas se suponía que habría subido con nosotros al escenario y no subió, se quedó sentado. No lo sé por qué lo hizo, pero lo hizo. Alguien me dijo que estaba hablando en ese momento con su madre, pero no es seguro.

Era la cuarta vez que estaban nominados, ¿se esperaban esta vez el triunfo?

–Para nada. Es tan difícil hacer quinielas en este tema porque se combinan un montón de factores, ¿no? Al final son más de 2.000 académicos los que votan. Nuestra filosofía en este tema es disfrutar del viaje que representa la nominación. Es verdad que cuando se dice eso de que “estar nominado es el premio”, es porque realmente lo es. Es tan difícil ya llegar a estar ahí, estar tres años seguidos con dos cortos y un largo, eso es complicadísimo, ¿no? Es un mérito increíble de todo el equipo.

Es un momento de dar el empujón. La industria de la animación es una industria que genera empleo de alta cualificación y duración

¿Qué cree que ha cambiado respecto a otros años para llevaros ahora sí el cabezón?

– Cada película es diferente, ¿no? Al mismo tiempo cambia el momento y el resto de las películas que están. Entonces, por ejemplo, la primera fue con Memorias de un hombre en pijama, ese año lo ganó nuestro Raúl de la Fuente, ¿verdad? Entonces ese año cuando nos preguntaban, “¿Habéis perdido y tal?” Y no, a ver, perder con esa película no es perder. Entonces depende del año, depende de las películas que haya y está conectado diferente con los académicos. También, es cierto que Cafuné es una película que está en un momento de mucha sensibilidad, ¿verdad? Nos pasó lo mismo con Amanece la noche más larga. Cada película lleva dos o tres años de producción, y cuando la empezamos a lo mejor el tema no estaba tan candente. Los temas que trataba estaban a punto de llegar o estaban llegando. Quizás a lo mejor algo que sí que tenemos es la sensibilidad, Lorena y yo es la de ir viendo los síntomas que a nivel mundial hay, de cosas que van sucediendo.

¿Cómo surgió la idea de Cafuné? ¿Hace cuánto tiempo que llevan trabajándola?

– Debe hacer unos tres o cuatro años más o menos. Chechu Ramírez es un artista que trabaja en Navarra, trabaja con nosotros en Storyboard y trajo al estudio un cómic que dibujó. Es un cómic sencillito en el sentido de que son cuatro páginas, pero lleno de significado y muy emocionante. Cuando lo vimos, de alguna manera nos sentimos en la casi en la obligación de coger esa historia y apoyarnos en ella. Chechu fue muy generoso y nos dejó desarrollar el guión y la película para poder contar Cafuné.

El corto trata sobre la migración forzada desde el lado más humano, ¿ha sido difícil desvincular la cara más personal de la política?

–El esfuerzo fue enorme. Se medía cada palabra, cada plano para que efectivamente no hubiera una politización. De alguna manera cuando desde la política entramos a tomar decisiones hay un proceso anterior. Hoy parece que hay posturas opuestas. Lo que queríamos era dar un paso atrás y recordar a la gente lo que significa todo esto: sé consciente de que hay personas. Para nosotros es fundamental, por encima de todo, el pensamiento crítico, la libertad de expresión. Haz lo que tengas que hacer y di lo que tengas que decir y como sociedad tomemos las decisiones que tengamos que tomar. Pero sí, el esfuerzo era despolitizar, era trasladar una historia personal de Luna y Alma, que representa, por desgracia, la de muchas personas. A partir de ahí, que cada uno se ambule por los modelos de pensamiento y las opiniones que considere que tenga que deambular. Pero sin olvidar que hay personas al final de todas estas historias.

Es un momento de dar el empujón. La industria de la animación es una industria que genera empleo de alta cualificación y duración

El cortometraje narra la historia de Alma, una niña inmigrante, ¿hay un caso real y concreto detrás de esta vivencia?

–Desgraciadamente hay muchas personas reales que padecen situaciones como estas y situaciones terribles. Así que en ese sentido sí que está basado en historias reales. No hay una niña específica que sea Alma o nosotros no la hemos conocido, pero también creo que el enfoque de la película no es tanto el biopic de una persona como si lo es el reflejar una situación que se repite cada día y que hasta ahora era una situación que afectaba de manera anónima a las personas.

¿Qué es lo que más les enorgullece del éxito de Cafuné?

– Una cosa muy bonita de Cafuné es que se estrenó hace poco en Málaga y ya vino premiada por el jurado de Málaga. Luego ganó en Donosti y ahora el Goya. Lleva no sé si son 170 entre selecciones en festivales, es una barbaridad. Estamos muy contentos, francamente orgullosos y muy felices de las alegrías. Lo que más se ven son los premios, pero lo que nosotros observamos son miles y miles de personas que ven la película en todo el mundo, de todos los continentes. Estas películas las hacemos para invitar a reflexiones desde el respeto al tiempo de las personas. En esos siete minutos que dura el corto, que se convierte en una experiencia rica desde el ámbito de lo que es el mensaje que cuenta, sin adoctrinar, que sea una experiencia te conmueva.

El título Cafuné hace referencia a un gesto de cariño. ¿Cómo conecta este concepto con el tema central del cortometraje?

Cafuné es una palabra portuguesa que es imposible traducir. Se trata del acto de acariciar a alguien a quien quieres mientras se está quedando dormido. Es una palabra increíble. Representa tantas cosas de lo que significa ser humano, es decir, no solo representa lo que es la capacidad de abstracción de la creación del lenguaje, sino que también representa pues esa perspectiva del ser humano, lo que es la generosidad y lo que es ser un ser que comparte la vida tratando de dar y aportar y esa generosidad que también forma parte de todos nosotros.

¿Cómo ve la industria de animación ahora mismo en Navarra, por los premios parece que está en un buen momento?

–Tenemos resultados suficientes como para sentirnos orgullosos del potencial de los artistas técnicos y que tenemos en Navarra. Es un momento de dar el empujón. La industria de la animación es una industria que genera empleo de alta cualificación y duración. En ese sentido, creo que ahora es el momento de dar el siguiente paso y de consolidar todo ese esfuerzo en forma de una industria que produzca de manera permanente cine de calidad y de recorrido internacional para garantizar la continuidad de los puestos de trabajo de las empresas y de ese legado que quedará para las generaciones venideras en forma de una visión artística y cultural y de un sector empresarial sólido.

Por otra parte, piensa también en la vinculación que representa la industria del cine de animación con la tecnología en muchísimos ámbitos. En particular en nuestro grupo de empresas con la inteligencia artificial, nuestro laboratorio que tiene la certificación de unidad de I+D empresarial concedida por el Gobierno de Navarra, trabaja de manera continua con la Universidad Pública de Navarra y con otros agentes e instituciones. Por último y ya centrado en la industria audiovisual, mencionar el papel que están haciendo instituciones como el CLAVNA, junto con el sector público es muy importante en cuestiones tales como el esfuerzo por desarrollar mejoras en el incentivo fiscal. Esta línea de trabajo está contribuyendo de manera muy importante al atracción de riqueza y rodajes que ayudan a dar estabilidad en el largo plazo en los puestos de trabajo.