noruega - Un pequeño pueblo noruego lleva casi 70 años prohibiendo a sus habitantes que fallezcan dentro de sus fronteras. Así lo contempla una ley aprobada en 1950 que prohíbe que los vecinos pasen sus últimos días en la ciudad isleña de Longyearbyen ante la inexistencia de tanatorios y cementerios. La razón es muy simple: las temperaturas extremas que se registran en el pueblo, a veces inferiores a los 46 grados bajo cero, impiden que los cadáveres se descompongan, lo que puede provocar la propagación de enfermedades entre los habitantes. Así, cuando una persona cae enferma de gravedad, la recomendación oficial es que se la traslade al continente por si acaso fallece. El mismo protocolo se aplica también a las mujeres embarazadas que, durante los últimos meses de gestación, han de abandonar el pueblo y dirigirse al continente par dar a luz. Según publica Johnnyjet, la máxima temperatura registrada en los últimos 17 años en Longyearbyen ha sido de 18 grados en junio, aunque lo normal es que el termómetro nunca pase de cero en el resto de meses.