Qué sucede cuando tu carnet de identidad y el espejo te dicen que tienes cincuenta años, pero tú sigues sintiéndote como la chica de siempre. La escritora Sibila Freijo nos habla de ello en Señora lo será tu puta madre y también de la necesidad de visibilizar la menopausia.
Quién es
Sibila Freijo (A Coruña 1972) es escritora y ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en el ámbito del periodismo digital, dirigiendo durante más de veinte años varias publicaciones on line de estilo de vida y bienestar.
Mirando mi DNI, ¿cuándo podría aceptar sin soltar exabruptos que me llamasen señora?
No es cuestión de DNI sino de sensibilidad. Nosotras cuando nos vemos nunca nos vemos señoras. Una cosa es la edad que nos devuelve el espejo y el DNI, y otra cómo nos sentimos. Hablándolo con amigas nos sentimos todavía como universitarias. Cuando salimos a la calle y nos empiezan a llamar señoras es como un golpe de realidad que no es necesario. En algunos países, como Francia, puede ser muestra de respeto, pero aquí es verdad que algunas veces se dice con un poco de retintín, sobre todo cuando te lo dicen las de tu edad. Ahí sí es cuando molesta. Creo que es evitable la referencia a la edad. No es nada malo ser señora, pero, digamos, que somos niños durante 15 años, adultos durante 20 y luego todo el resto de nuestra vida somos señoras; deberían de inventar otro término.

Hablando de edad, ¿cuál es la real, la del DNI, la del espejo, la de las arrugas, la de mi mente...?
Todas, pero desgraciadamente es la del DNI porque por mucho que estemos bien y envejezcamos bien y la esperanza de vida sea cada vez mayor, nuestra edad es la que es, no hay que pretender quitarnos años. Que podamos estar mejor mentalmente y físicamente ese es otro tema.
“Hay que visibilizar la menopausia para que se sepa lo que sucede”
Espejo, arrugas, hipertensión, menopausia... sumado al nido vacío, a la falta de sexo gozoso y a metas no alcanzadas, ¿cómo casa esta realidad con que las hermanas protagonistas, Ali y Vera, se sigan viendo como la chica de siempre?
Estas dos hermanas tienen dos maneras de afrontar la crisis de la edad, por una parte, está Ali que tiene todos los síntomas de la menopausia, un marido al que ya no quiere pero con el que vive, una madre a la que cuidar, que es también muy recurrente en las mujeres de esta edad, y una hija adolescente con la que luchar. Mujer sándwich total, desesperada, desquiciada. Y por otro lado, está la otra hermana Vera, que pretende huir de toda la madurez a través de amantes jóvenes y tratamientos de estética. Ella cree que por hacer todo esto no va a envejecer y sí lo va a hacer. Son dos modelos y personalidades distintas de afrontarlo. Vera también está pasando por el nido vacío, que es brutal cuando se van nuestros hijos.
¿Cuánto influyen los cambios fisiológicos en la salud mental de las mujeres en su novela?
Influye muchísimo, porque creo que a partir de esta edad y justamente con la llegada de la menopausia son muchas las cosas con las que tenemos que lidiar. Hay muchas mujeres que no tienen ningún síntoma, pero otras tienen los 30 síntomas, todos juntos. Hay que visibilizar la menopausia para que todo el mundo sepa, sobre todo mujeres de esa edad, lo que sucede, que es una etapa de cambios y obviamente impacta en el ánimo, en la sexualidad, en las relaciones familiares. Es hora de visibilizar todo esto para que se nos comprenda cuando estamos atravesando esta etapa.
En otras épocas, cuándo se tenían 5 hijos, la esperanza de vida en 60 años y cumplíamos los roles impuestos, ¿no existían estas tribulaciones femeninas o simplemente se ocultaban?
Ahora también se habla de la menopausia porque es un negocio y antes no lo era. Actualmente, las terapias, los tratamientos de estética, los complementos vitamínicos... todo es un negocio. Pero sí que es cierto que hay un poco de mirarse al ombligo, porque cuando una tiene que estar preocupada por llegar a fin de mes para alimentar a los suyos o cuando una está en condiciones complicadas, no está mirando si te da un sofoco o tres, estás preocupada por otras cosas. Pero tampoco se puede extrapolar esto, porque es un problema que se sufre. Ahora hay como una especie de revolución de la menopausia que es un poco llamativa, pero creo que responde al hecho de que genera también mucho dinero.
Presenta las tragedias de sus personajes con humor y sarcasmo, ¿se vive a los 50 lo cotidiano más como una tragicomedia?
El humor es indispensable para ver las cosas malas que nos pasan. En la novela he pretendido, a través del humor, hablar de temas que me parecen y son serios. Pero me gusta la forma de la tragicomedia para enfrentarlos.
Leyendo su novela resulta inevitable pensar en el edadismo. ¿Es tan real y potente como para soltar señora lo será tu puta madre?
Creo que sí. El título responde a una cosa que creo que pensamos todas. Y es significativo que todas las mujeres que lo ven en las librerías o en las ferias del libro es algo que han pensado porque nos molesta mucho; no un porcentaje pequeño, a muchas. Porque en nuestras cabezas nos sentimos chicas. Sí hay mucho edadismo con las mujeres, porque la mujer es la señora. Y el hombre a esa edad es un tío estupendo, objeto de deseo, mientras que a una mujer de 50 se la quiere como apartar porque ya no es lo que la sociedad manda que seamos las mujeres: jóvenes, guapas, sexis, trabajadoras, madres perfectas. Obviamente, estamos mucho más exigidas que los hombres. Ahora, se están revirtiendo mucho las cosas, pero hay trabajo por hacer.
Tantos contenciosos y vicisitudes que plantea a los cincuenta, ¿su novela no animaría a pedir un salto de los 40 a los 60 sin el túnel oscuro de los cincuenta?
Es mejor disfrutarlos con normalidad, porque también es una época que tiene muchísimas cosas buenas. Te conoces muy bien, aprendes a decir no, ya no estás tan exigida por tus hijos, por tu pareja, puedes hacer las cosas que te gustan. Eres más dueña de ti misma; la sexualidad, una vez pasados los tragos de la menopausia, puede ser bárbara. Es una época también de disfrutar y sufrir. Es como un renacimiento. Yo lo veo así; no me olvidaría los 50.
“Ahora se habla más de la menopausia porque es un negocio”
¿No cree que Ali y Vera en lugar de alterarse por el pánico a ser ya señoras, no debieran pensar que les quedan por disfrutar probablemente otros 50 años?
Eso no se ve. Ves lo que has vivido, pero lo que vas a vivir no te parece tan halagüeño porque lo que nos espera, al fin y al cabo, tras diez o 20 años de bienestar, es la vejez, que es inevitable. Entonces, la perspectiva de convertirte en una señora mayor de verdad no es muy halagüeña. Es lógica la crisis, es duro asumir el proceso de envejecimiento, hay que hacerlo porque no queda otra. Lo que tienes por detrás es a lo que quieres volver.
¿A quién dirigiría y firmaría con especial dedicación su libro?
La dedicatoria está hecha para mis amigas, que podrían ser todo el mundo que lea el libro. En esta edad creo mucho en la hermandad entre las mujeres. Reunirnos y convertir nuestras historias. Porque a partir de esta edad sí que es verdad que ves como que las mujeres están más cerca de ti que antes. Te sientes de alguna manera hermanada con todas las demás que están pasando por lo que pasas tú. Y luego también se lo dedico a todas las chicas mayores que se resisten a convertirse en señoras. A todas las que están pasando este proceso, de que un día estás bien, otros mal; a todas las mujeres que están llenas de contradicciones y que no se encuentran en este momento, que no saben a dónde ir. De esto va el libro.