A grito de “¡Viva San Fermín!”, el párroco de la iglesia de San Lorenzo, Javier Leoz comenzó la ofrenda infantil en el Rincón de la Aduana. Un evento multitudinario que estuvo acompañado por las altas temperaturas, pero sobre todo de la ilusión de centenares de familias que formaron una cola que rodeaba la iglesia de San Lorenzo. “Estamos emocionados de poder entregarle, por primera vez, un ramo de flores a San Fermín”, comentaron Gloria Gorria e Iñigo Musgo, madre e hijo, naturales de Mélida. Un sentimiento que compartía Andrea Gastón, que había venido con sus chiquillos Jon y María a apreciar el acontecimiento en primera persona.

Maya, contagiado por Covid, en el acto de ayer. | FOTO: IBAN AGUINAGA

Los cinco niños que fueron escogidos por Leoz subieron al altar donde se encontraba San Fermín. Una vez arriba, el párroco ordenó que todo el mundo alzara su ramo de flores al cielo mientras cantaban ‘Alabaré’ a ritmo del grupo de las Hermanas Leache. Ante la implicación de los allí presentes, Leoz no dudó en lanzar varias preguntas como dónde nació y murió San Fermín, de qué color era el capotico del santo y cómo se llamaban los padres del protagonista.

Una cuadrilla posa junto a San Fermín en el Rincón de la Aduana. | FOTO: IBAN AGUINAGA

Con pleno de aciertos, la jota ‘A San Fermín pedimos’ comenzó a sonar y a su término, todos alzaron los pañuelos rojos para bendecirlos. A grito de “Gora San Fermín!”, los cinco niños que anteriormente se habían subido al escenario tomaron la palabra para recordar los afectados por la pandemia y por la Guerra de Ucrania. Tras el emotivo mensaje y con el objetivo de que no decayera el ánimo, los gigantes se acercaron a los exteriores de la iglesia San Lorenzo para hacer volar la falda del traje y dedicarle un baile al santo. Con la última nota de los gaiteros, la multitud se rindió ante ellos. Ahora solo quedaba subir al altar para entregar el ramo y sacar una foto con San Fermín.

Por la parte izquierda del escenario donde un pasillo de monaguillos les esperaban, los protagonistas del día de ayer se subieron al escenario, colocaron el ramo en el panel de atrás, inmortalizaron el momento con el santo y se bajaron del lado derecho del altar. “Estaba muy nerviosa, porque era la primera vez que le veía tan de cerca”, confesó Martina García, la pamplonica de 6 años. No fue el caso de Martín Olivara, que aprovechó para pedirle que “nos cuide y nos proteja durante todo el año”. Jokin Irribarren, de 4 años, prefirió ver la foto que le había sacado su padre y pedirle directamente a él que fueran a almorzar un bocadillo de jamón.

LOS PRIMEROS SANFERMINES

En la mañana de ayer, el Ayuntamiento de Pamplona homenajeó a quince menores, en ellos estaban representados cientos, todos los que hasta este año no habían vivido unos Sanfermines por la COVID-19 y sus consecuencias.

Los elegidos por sorteo además de visualizar el Ayuntamiento, recibieron como recuerdo de ese día un pañuelico rojo, una mochila personalizada y un peluche de Caravinagre. “Quizá muchos no sean conscientes pero los Sanfermines son para todas las edades”, sentenció Maya.