La Sociedad Gastronómica Napardi acogía ayer la trigésimo quinta entrega del Gallico de Oro. “Después de dos años sin fiestas, y de haber perdido familiares y amigos, por fin hemos retomado nuestras costumbres” decía el presidente, Miki Ayestaran. La premiada fue la enóloga Pilar García Granero, que consideraron “cumplía sobradamente los requisitos para el merecimiento”. Durante el acto, hicieron un reconocimiento a la Casa de la Misericordia de Pamplona por el centenario de la Plaza de Toros y también a Damián Sánchez, conocido como el Alcalde de Sol a quien definieron como “personaje imprescindible de las fiestas”.

Pilar García Granero, natural de Pamplona, pionera en el sector de la enología, monto una de las primeras escuelas de cata en España cuando el concepto ni siquiera existía en el país. “Ha sido un premio especialmente emocionante. Tener el Gallico de Napardi para alguien de Pamplona es el sumun”, reconocía la galardonada. La premiada estudió Ingeniería Técnica Agrícola. “Al acabar eran años complicados y comprendí que había que seguir estudiando y formándose”. Se dio cuenta de que lo que le interesaba era el vino y se fue “a la aventura”, explicaba, a estudiar enología a Burdeos.

Admite que a la gente de su entorno le chocó. “En aquel momento en esa ingeniería éramos pocas mujeres. En la enología sucedía lo mismo. El vino era algo de hombres”, explicaba. “La gente no concebía el papel de la mujer en una bodega”. Recordaba con humor la anécdota de cuando un hombre, al acabar vendimias le dijo: “Para ser usted mujer no hace mal vino”. Pero por suerte, asegura que “las cosas se han normalizado muchísimo”.

La enología es una ciencia compleja para aquellos que no conocen de vinos. Así lo explica: “No es un sabor de aprendizaje, no es innato, te cuesta empezar a conocerlo. Nos han hecho pensar que el vino es muy difícil beberlo, Y hay que olvidarse. El vino es para disfrutar, el cliente no tiene que ser profesional”.

A la entrega del galardón acudió también el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, que sintió no poder asistir a la comida posterior con los allí presentes por su situación de positivo en covid. Cerró el que definió como un “acto insustituible”, al grito de “¡Viva San Fermín!, ¡Gora San Fermin!”.