El mozo que más alabanzas ha recibido en el encierro de los Cebada Gago es precisamente uno de los que le gustaría correr el encierro de otra manera. Es peculiar en ese sentido. A él le gustaría como hoy tener más toros sueltos en la calle e ir llevándoselos a punta de periódico hasta el ruedo. O tratar de salvarle la vida a algún compañero llamando la atención del morlaco. Como ha hecho hoy, agarrando el rabo de Delantero y quitándole del montón en el que olía a sangre. Finalmente, ahí resultó herido por asta el corredor de Villarreal, Gerardo Fortuño, de 48 años.
Javier Navascués, Pimpín (el apodo que ya tenían su abuelo y su padre, que falleció hace solo tres meses y que le hace de buen ángel de la guarda) lleva el mundo taurino en la vena. De sus progenitores heredó la afición por el mundo del recorte, al que está dedicado profesionalmente desde hace años y que le lleva a fiestas de pueblos de la Ribera durante todo el verano.
A sus 37 años, Pimpín, que recuerda que cuando solo era un adolescente la Guardia Civil le llevó escoltado a casa por haber salido a recortar un toro a Murchante cuando era menor de edad, lleva ya dos décadas corriendo los encierros de Pamplona. Lo hace en el tramo de Telefónica, pero él no es el prototipo de mozo de esta carrera. "Para mí, correr el encierro como lo hacen los que saben, como mi amigo Aitor Arístregui, que lleva siempre un toro pegado al culo, es complicadísimo. Yo ahí no me la juego, yo corro para ver si se queda algún toro suelto y puedo tirar de él y llevarlo a la plaza. Ahí es donde me siento seguro, porque esas son mis condiciones. Los toros son mucho más lentos de movimientos que los animales que estoy acostumbrado a recortar, y está claro que te puede matar en segundos, pero a mí me gusta más mirar de frente al toro en lugar de tenerlo en la espalda".
Precisamente por ello, Javier, natural de Cintruénigo y que trabaja como soldador y pintor de estructuras metálicas en Noáin, donde reside ahora, ha reaccionado en la mañana de este domingo antes que cualquiera. "Estaba un poco más adelantado en la carrera y me he girado. He visto que el toro se ha girado y he pensado que iba a ser un momento complicado y ahí es donde quiero echar una mano. He pensado en ir a cogerlo cuando estaba pegando a la gente, porque es más fácil cogerlo cuando está cegado. Una vez que le he cogido del rabo me he relajado".
A su brillante acción de esta mañana, que ha evitado seguramente cornadas mucho peores, Pimpin todavía le pone algún reparo: "Podía haberlo hecho mejor, subirle el rabo más arriba, y balancear el toro, porque en esos momentos hay que culearlo, moverlo de un lado a otro para que pierda el agarre de las patas de atrás, A menos algo he podido evitar, pero lo he vivido con normalidad. Yo no disfruto tirando del rabo de un toro, pero sacas en acción lo que tienes que hacer. Lo que sueño en un encierro es eso, un toro parado, suelto, eso es lo que me gustaría vivir".