Difícil entender una noche de San Fermín sin la calle Calderería. El lugar donde nunca fallan los clásicos. Así ocurre durante todo el año y, como no podría ser de otra manera, también del 6 al 14 de julio. Hasta seis bares de noche se concentran en los apenas 146 metros de calle: el Iris y su futbolín, el Gunea y su tardeo, el Terminal y su música en euskera, la diversidad del Garazi, el rock del Toki Leza y la pista de baile a doble altura del Zazpi, antiguo Su Berri. Mucho serrín, miles de historias en cada adoquín y música de todo tipo: desde el rock clásico hasta los estilos más modernos.
Calderería implica fuego, ebullición, energía. Mucha gente, ruido, voces y charangas. No hay ninguna peña, pero su actividad durante los sanfermines es tremenda. Se pasa de la tranquilidad durante el día al trajín absoluto de la noche. Por la mañana, la carnicería Goñi atiende a sus clientes con relativa normalidad y el Café Racer, Pirelli Farm y la Tienda de la Esquina se ofrecen como salvavidas para aquellos que necesiten comer algo. Luego, desde finales de la tarde, la calle se llena de peñas, aficionados de la pelota y cuadrillas buscando alargar la noche hasta la eternidad. Uno sabe cuándo entra a Calderería, pero no cuándo sale. Hay hasta quien se ha quedado a dormir en el baño de algún bar. Misterios de Calderería.
Bar garazi taberna : “Música retro y actual”
En el bar Garazi, uno de los favoritos de El Gran Wyoming, se mezclan diferentes estilos como el rock, el metal, la música urbana, el reggae o el jazz. Como explica Enzo Cuin, uno de sus camareros, la música es un aspecto fundamental. “Mantenemos siempre el estilo. La actualidad te impone un poco adaptarte a las nuevas modas musicales, pero siempre conservando el hilo de lo convencional. Es como un repaso de lo pasado en lo actual. Una música antigua que sigue sonando a día de hoy. Es un bar que tiene un estilo retro particular que lo diferencia de los demás”.
El camarero asegura que el bar cambia notablemente respecto al resto del año. “Es mucho más multitudinario y es un flujo constante de personas con diferentes percepciones de los Sanfermines. Hay gente que viene por la pelota, después de comidas de cuadrilla, porque pasan con la charanga, por todo. Para nosotros son días complicados. Eso sí, llevo dos años trabajando en el Garazi y el gran ambiente que tenemos facilita mucho la unión del ocio nocturno y el curro”.
Bar toki leza: “Buena cerveza y rock”
El Toki Leza es el bar al que Barricada dedicó La Esquina del Zorro. Un peculiar espacio construido con losas de cementerios, vigas de ferrocarril, barra de roble y hasta un pozo del siglo XVII que encierra innumerables historias. “Llevo de camarero aquí desde 1988. Son muchos años trabajando en el mismo sentido para que la gente que quiera pueda estar a gusto bebiendo cerveza y escuchando rock de calidad. El público que viene ya sabe lo que se va a encontrar”, señala Antonio Armendáriz.
“Calderería es una zona más alternativa. La música ha ido cambiando bastante, pero se mantienen el rock y los grupos locales. Luego, el cliente es mayoritariamente de Pamplona, pero también llegan extranjeros. Sobre todo esos americanos que llevan muchos años viniendo y que ya conocen bien el casco viejo. Esos se meten como Pedro por su casa”, remarca.
Fiesta por Sarabe el 10
Los vecinos de Calderería celebran cada 10 de julio el cumpleaños de Sarabe, la hija de las dueñas del Café Racer. Como recuerda Imma Navascués, nunca podrán olvidar ese 8 de julio de 2017. “Estaba dando el café de las cenas y me avisaron de que Ana se había puesto de parto. La portera de los Cuarticos de San Martín era la que me tenía que decir si pasaba algo y, cuando la vi en la barra, casi me da un infarto. Era sábado y estaba todo petado. Fui corriendo al Terminal a pedir que pasara un camarero a nuestro local y Jokin saltó la barra y todo. La Ambulancia no entraba y tuvimos que hacernos sitio por la calle como pudimos. Luego, no nació hasta el día 10. No sé si es por eso, pero lleva los Sanfermines y la fiesta en las venas. Es una marchosa y no deja de bailar. Es la cría de la calle y celebramos su cumple siempre”.
Además del día 10, Imma disfruta mucho de los Sanfermines. “Se crean unas relaciones muy buenas y es la época del año que menos problemas me da. Llevamos 17 años dejando que una de las personas que ponen el mercadillo ambulante deje las cosas en el bar. Tiene la llave y todo. En esta calle se hace mucha vida”.
“Sí. Aquí hay mucho movimiento vecinal, no es solo la noche. Tenemos un grupo de WhatsApp y todo”, añade Nerea Sáez, vecina de la calle que va a hacer 14 sanfermines trabajando en el Terminal. “Es divertido porque ves a gente que igual solo viene en San Fermín y no suele haber broncas ni nada. La gente que viene es en su mayoría de Euskal Herria, pero también llegan de Murcia o de Madrid a los que les gusta este ambiente. A mí me encanta trabajar y disfrutar de los Sanfermines. Es un bar especial, no hay muchos en los que se ponga música en euskera. Ponemos punk, rock, rancheras y algo de reggaetón también. Quitamos los cuadros por si acaso, pero suele salir todo genial”.
La Tienda de la Esquina
La Tienda de la Esquina abre todos los días por la mañana y, como explica Yolanda Tirapu, el negocio cambia notablemente. “El cliente que me da de comer todo el año prácticamente desaparece. La gente vive la fiesta y no hace lo normal: come fuera o en peñas y viene menos. Luego, cambia el consumo. Si pasan los gigantes se vende mucha agua y luego bocadillos. El golpe de trabajo es la mañana del 6 y las compras de limones y tal de los hosteleros o peñas. Pero hay menos negocio que de normal”.
Al final, entre los vecinos de la calle, hay un poco de todo: algunos como Aurelio aprovechan para irse al pueblo y volver a pasar el día. Otros como Nerea Sáez o Imma Navascués aseguran no tener ningún problema al haberse acostumbrado al ruido. Por su parte, Yolanda Tirapu lleva 41 años viviendo en lo viejo y lo asume. “Existe la dificultad de no poder dormir con las ventanas abiertas si hace mucho calor. Yo eso lo asumo por vivir en lo viejo, pero la mierda no”, concluye mientras señala un cartel contra las meadas en el barrio.