Le quedaba una espita dentro a Andrés Roca Rey tras la muerte de su segundo. Era faena de éxito la que había hacho el peruano, estocada incluida. Lo que falló fue el descabello y eso le apartó de pasear trofeos. Quizás lo más duro fuera ver cómo al toro, gran ejemplar de Victoriano del Río, le daban la vuelta al ruedo. Y el espada sin orejas, que en estas circunstancias, con el toro recorriendo el anillo, siempre duele más. Seguro que la pregunta copó muchas de las tertulias taurinas de ayer noche ¿Era un toro de vuelta al ruedo? Faltó que se empleara de verdad en el caballo, y eso es fundamental para premiar a un toro. En cuanto al matador, dos veces ha hecho el paseíllo en Pamplona Roca Rey y dos veces ha abierto la puerta grande. Sucedió que su segundo tuvo que volver a los corrales al lesionarse. Saltó entonces otro toro herrado a nombre de Toros de Cortés, segundo hierro de la casa ganadera de los Del Río. Y ahí fue donde Roca mostró que le dolía lo que había sucedido primero. Se fue directamente a la puerta de toriles a recibir el sobrero. Parecía que no iba a ser el animal todo lo bueno que se esperaba tal y como se portó en el caballo. Pero mira por dónde que en la muleta sacó embestida, y el torero sacó repertorio de alarde, desplantes, rodillas en tierra y a última hora una serie en la izquierda muy ligada, de gran belleza y un arrimón que terminaba de enloquecer al respetable. No es lo mismo, arrimón que encimismo que es lo que practican muchos toreros cuando las cosas no terminan de funcionar. Desde el arrimón se puede desplazar al animal. En el encimismo se le ahoga. Roca resuelve bien en las distancias cortas. En las gradas, Perú, Perú, Perú.

Anduvo bien Tomás Rufo que pisaba por primera vez la plaza de Pamplona. Cortó una oreja a su primero y no pudo hacer nada frente al soso sexto.