‘El Boti’: "Vivo por y para el encierro"
A pesar de haberse fracturado el cráneo en 2019, Javier Muñoz, ‘El Boti’, sigue corriendo en los encierros, su verdadera pasión desde los 14 años. El veterano destaca a los Jandilla y a los Nuñez del Cuvillo
Javier Muñoz Aguado (Pamplona 14-04-1958), también conocido como El Boti, empezó a correr el encierro el 7 de julio de 1972 a las 7.00 de la mañana en Estafeta. Una calle que abandonó seis años después, con 20, para irse a Santo Domingo. Allí corrió todos los tramos. “Mi único impedimento fue la altura. Al medir 1.58 centímetros, un veterano de esa misma calle me dijo que sería mejor que bajase a recibir a los toros”, confiesa. Un consejo que dejó pasar para seguir preparándose físicamente y conseguir su sueño: correr en los encierros. Desde entonces, lleva 52 años haciéndolo.
Cuando empezó a correr, no había barreras como ahora, incluso los corredores podían ir a los corrales a por los toros. Fue en ese momento cuando empezó a afianzarse como corredor. Sin embargo, después de 47 años recorriendo las calles de lo Viejo, junto a miles de personas y seis toros, tuvo un percance bastante serio. El 8 de julio de 2019 también se convirtió para él en otra fecha marcada en el calendario. Durante el encierro de esa mañana, protagonizado por Cebada Gago, un cabestro le embistió y le pisó la cabeza, provocándole un traumatismo craneoncefálico que le rompió el cráneo por cuatro partes. Además de una fractura en la mandíbula y en dos costillas. Un susto que le llevó a estar ingresado unos 20 días en el hospital y, después, otros 16 meses de recuperación. “Sentía que me dolía la cabeza, pero no me acuerdo de nada”, dice.
Precisamente, fue eso lo que le hizo querer volver y no tener miedo. El año pasado corrió de nuevo y no tuvo ningún problema. Unas condiciones que también se han repetido durante estos sanfermines. “Los dos primeros días sí que me vino el recuerdo de lo que me pasó hace cuatro años. Pero conseguí mantener la mente fría y todo fue bien”, afirma. Junto con ello, la preparación también es un factor muy importante, tanto física como mental. Algo que el corredor ha tenido muy en cuenta desde que comenzó. “Vivo por y para el encierro. Soy incapaz de ir de mala manera, así que voy descansado y siempre me tomo un café antes. La responsabilidad es muy importante, tanto por uno mismo como por el resto”, comenta.
Sin embargo, admite que, a pesar de su buena preparación y de encontrarse en buenas condiciones, “la edad te va marcando el camino. No es lo mismo correr con 65 años que con 30. Lo último que se quiere es perjudicar a otros corredores”. Un factor que puede o no influir, pero “al final no tienes las mismas capacidades de reacción, ni la misma velocidad”.
Cualquier error que se cometa puede ser crucial. Hay tramos muy duros que complican más aún el recorrido. Para el pamplonés, el tramo más difícil y que le da más respeto es la curva de Mercaderes, a pesar de que el que más le gusta es el anterior, el del Ayuntamiento. Durante este año, los encierros, dice, “han sido muy rápidos y limpios. La masificación no siempre es mala, si se va en buenas condiciones”. Algo complicado de regular, porque “todo el mundo quiere correr”. Además, “el problema del encierro es que, cuando todo sale medianamente bien, no te acuerdas de esa masificación. Solo cuando algo ha ido mal, como justificación”.
Correr encierros es muy complicado y supone muchos riesgos. Hay que pensar en salir como se ha entrado, principalmente. Después, se valoran otras cosas. “Lo más normal es que, con 5.000 personas y seis toros y cabestros, de 20 veces te caigas 19”, añade.
El Boti ha vuelto a cerrar los sanfermines cumpliendo, un año más, su gran sueño: correr en los encierros. A pesar de haberlo hecho durante toda la semana, admite que los dos que más le han gustado han sido “el de Jandilla o el de Nuñez del Cuvillo”, donde ha podido demostrar su pasión por los toros y por el encierro, además de su sentimiento de vivir por y para esto.