San Fermín 2024 | El tambor más joven del cohete
Con tan solo 13 años, Marcos García Arnedo cumplió su sueño y salió con los gaiteros a la Plaza Consistorial
Le solían decir a Marcos García Arnedo cuando era pequeño que no tocase el tambor porque “hacía levantar a los gigantes”, ha recordado orgulloso Jokin García, su padre. De hecho, con tan solo tres años empezó con un instrumento de juguete que utilizaba día y noche. “Y vimos que a pesar de la edad tenía mucho ritmo”, ha añadido. Ahora, ya con 13 años, ese talento innato que lleva con él desde el principio le ha convertido en el gaitero más joven de todos cuantos han salido desde el Ayuntamiento para abrir las fiestas después del Chupinazo. Se trata del sueño de toda su breve y musical vida.
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Cuando sus padres se percataron de que la pasión de su hijo era el tambor, Adriana Arnedo y Jokin García invirtieron en comprarle una batería que aprendió a tocar de manera autodidacta. Después, para mejorar su técnica, lo apuntaron a la Escuela de Música de Olaz; ahí fue donde se dio a conocer. “Le animaron a colaborar con la Comparsa de Gigantes de Huarte y, como vieron que se le daba muy bien, le llevaron al grupo de los mayores”, ha contado su padre. Fue entonces cuando le sugirieron acompañar el 6 de julio a los Gaiteros de Pamplona. “No tenemos la costumbre de quedarnos en Sanfermines. Cuando era pequeño nos quedábamos para que viera a los gigantes, pero creo que no sabía muy bien a qué iba porque nunca había visto un Chupinazo”, ha señalado su padre. Y así fue, ya que a pesar de los típicos nervios antes de actuar, Marcos mantuvo la templanza. Sin embargo, “al principio fue un agobio porque a la policía le costó abrir hueco y no teníamos apenas espacio, pero luego todo fue coser y cantar”, explicó el protagonista. Tras dos horas y media de tocar sin parar, Marcos volvió con una sonrisa de oreja a oreja, pero reconoció que “le dolían mucho las piernas por estar tanto rato de pie”.
En cuanto a los preparativos para su gran día, a la ropa, el tambor y las baquetas le han acompañado dos gigantes de goma con los que Marcos jugaba cuando era más pequeño que han servido como un amuleto para que, como ha dicho su madre, “nada saliera mal”. Y ya sea por un golpe de suerte o por una demostración de su talento, Marcos ha salido de la aglomeración exhausto, pero excitado y con ganas de ir a ver los gigantes, como cuando era crío. “Me gustaría en algún momento poder acompañarlos en sus salidas; sería una forma de cerrar el círculo”, ha confesado Marcos. Por otro lado, en el momento en el que el grupo de Gaiteros ha salido a la plaza del Ayuntamiento, el chaval apenas ha podido ver a toda la gente que se encontraba a su alrededor. “Estaba concentrado en lo mío, pero es verdad que teníamos que tener cuidado con el vino que estaban tirando porque puede dañar el tambor”, ha explicado.
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Aunque el grupo ensayara una vez por semana, lo cierto es que Marcos invierte la gran mayoría de su tiempo en practicar con el instrumento. De hecho, un día antes del Chupinazo, “vino de la piscina a casa porque estaba lloviendo y estuvo tocando con la batería durante horas. A diferencia de otros chicos, Marcos prefiere el tambor al móvil; y cuando lo usa es para ver vídeos de los gigantes”, ha apuntado Jokin.
Todavía es muy joven para decidir acerca de su futuro, pero, por ahora, su mayor deseo es que esta actividad se convierta en su trabajo: “Lo único que sabe es que le gustaría seguir tocando. Es un oficio que no es para todo el mundo; hay que ser muy vocacional. Se nota que los que, como Marcos, empiezan desde pequeños a tocar, lo hacen porque les apasiona”, ha asegurado Adriana. Hay cantera para rato.