Borja Jiménez quiso terminar la corrida del día 7 por todo lo alto. Empezó la faena de rodillas en el centro del ruedo y descubrió que Capitán, el sexto toro, “embestía muy bien; lo hizo tres o cuatro veces hasta que entré a matar”. En ese momento, el diestro ya sabía que le iba a coger, pero también era consciente de que se estaba jugando mucho; dos orejas, así que tiró a renglón encima del toro e, inmediatamente, recibió la cornada en el triángulo de Scarpa de su lado derecho. Trató de mantenerse en pie para saborear su victoria. Sin embargo, la profundidad de la herida provocó que le tuvieran que operar de inmediato en la plaza de toros.
Con este agridulce triunfo, Borja Jiménez volvió a Pamplona después de que se estrenara como matador y de que saliera ileso en 2023, pero esta vez no corrió la misma suerte. Sin embargo, ha reconocido que “me llevé mucho más de lo que perdí, así que el dolor, aunque fuerte, fue mucho menor”. El cuerno de Capitán, morlaco de 630 kg, le atravesó el muslo derecho, de manera que la arteria femoral quedó disecada y “el cuádriceps, destrozado”, ha asegurado el torero de 32 años. A pesar de la gravedad de la herida y de que todavía no pueda andar, Jiménez se ha mostrado optimista: “El miércoles me viene a visitar el médico y quizá me da el alta; espero que así sea”. Este deseo de rápida mejora tiene que ver con que el diestro persigue un objetivo, que es hacer la recuperación en su casa en Sevilla para volver a torear el 12 de julio durante las fiestas de Baiona. “Todo dependerá de cómo vaya cerrando el muslo. Suelen recomendar que descansemos alrededor de 15 días, pero mi intención es matar a los toros este viernes, aunque sea muy precipitado. Si no, el próximo fin de semana”, ha comentado.
Borja Jiménez comenzó su carrera con 13 años sin tener “antecedentes taurinos en la familia”, ha apuntado. No obstante, el tiempo que pasó viendo las clases de Espartaco en la escuela taurina de Espartinas provocaron que “algo se despertara en nosotros”, explicó refiriéndose tanto a él como a su hermano Javier Jiménez, también matador de toros. Desde entonces, el sevillano ha pasado por distintos ruedos como novillero hasta que el año pasado se convirtió en uno de los toreros revelación de la temporada.
Sol y sombra
En una de esas paradas, pudo ver vestido con el traje de luces el coso pamplonés teñido de rojo y blanco. “En su día vine como novillero y no estaban las peñas y no sabía cómo iba a ser la sensación de encontrarme la plaza llena. Otros toreros me comentaron que me iba a sorprender mucho con el ruido, pero ha sido al revés. El ambiente es maravilloso y la afición de sombra es muy buena. El día 7 de julio vi que los espectadores de sol también se meten en la faena cuando ocurren cosas buenas. Me gusta mucho venir a Pamplona”, ha confesado.
Desde su debut, ha sufrido un total de tres cornadas, y en todas ellas ha regresado al ruedo sin el terror de que volviera a ocurrir: “Hay que entrenar la mente para no tener miedo porque es una reacción de supervivencia. Esto solo se soluciona cuando te vuelves a poner delante del toro”, ha concluido.