Las barracas llevan llenando de alegría, adrenalina y diversión el parque de la Runa desde el pasado día 5. Este año, el recinto ferial cuenta con alrededor de 60 barracas y puestos de comida que despiertan la curiosidad y atraen a todo tipo de público, sobre todo los más pequeños. Las atracciones se repiten de un año a otro aunque siempre ha y novedades; este año un saltamontes mecánico.
Entre las barracas que más expectación están generando este año, sobre todo entre los más jóvenes, son la casa del terror, la caída libre y el barco vikingo. Estas atracciones tienen las fuertes emociones como denominador común. “Yo espero meterme en el barco vikingo. Aunque otros años me he mareado, este año espero no hacerlo”, decía Miguel poco antes de montarse, un niño que espera ir “muchas” veces a las barracas para disfrutar de tantas atracciones como sea posible. A unque para ello tiene que contar con sus padres y con el precio de las atracciones. “Nosotros tenemos un presupuesto para las fiestas y las barracas no se pueden llevar mucho”, decía Lara, la madre de Miguel. Se queja del elevado precio, este año son unos 5 euros de media por viaje, aunque previsiblemente se encarecerán de cara al fin de semana.
Laura, que va de la mano con su padre, desea montarse en el péndulo con sus amigos. Pero su padre tuerce el gesto cuando su hija insiste en que va a disfrutar “muchas veces”, algo que depende del presupuesto. Aunque la ilusión de su hija hace que dé su brazo a torcer.
Carlos y Paula “descubrieron” por casualidad las barracas mientras hacían cola para visitar a los toros en los corralillos del gas y al verlas se animaron a darse una vuelta y probar alguna de las atracciones.
A la noche sigue la diversión
El recinto abre día y noche y es por la tarde cuando adquiere su mejor imagen, con los puestos a rebosar y largas colas para subir a las distintas barracas. Porque en la Runa no solo hay adrenalina y emociones fuertes también hay opciones para hacer un paréntesis entre tanta fiesta y coger energía en los diferentes puestos de comida como churrerías, puestos de bocatas, patatas o asadores que desprenden un olor irresistible mientras va sonando la música a todo trapo.
Una vez cae la noche en Pamplona, las cuadrillas ya de gente más joven prueban suerte en los tirapichones o la tómbola. Y es que las barracas, pese a la controversia que generan en ocasiones por su ubicación, siguen siendo una parte fundamental del ambiente sanferminero. Allí estarán hasta el 15 de julio.