El balcón siempre ha tenido un protagonismo en las fiestas de San Fermín, pero este año lo tiene especialmente con el cartel de Sandra Nadal que muestra una imagen muy para los de casa, con la ropa blanca colgada a la espera de un nuevo San Fermín. Balcones como el del Ayuntamiento al que miramos cada día 6 con el Chupinazo y balcones que cobran fuerza cada mañana en el encierro, cuando los vemos a rebosar, con gente de todas partes esperando ver ese instante fugaz en el que los toros pasan veloces a tus pies.

Balcones que, ahora más que antes, acogen a turistas dispuestos a pagar (el tema de los precios queda para otro día) pero también a muchos familiares y amigos a los que nunca se cobra porque tenerlos cerca siempre vale mucho. Casi todos y todas hemos tenido en algún momento a esa amiga o conocido que tras una noche de fiesta te invitaba a subir para ver el encierro. Ayer la tragedia rozó un balcón apenas minutos antes de que comenzara la carrera. En plena cuesta de Santo Domingo, donde esperaban ya numerosos corredores en el encierro más concurrido, de pronto se desprendió un trozo de la cornisa que cayó en plena calle.

Lo que pudo pasar por suerte no pasó, apenas un roce a un corredor. El capotico de San Fermín volvió a emplearse a fondo. En esta ciudad pasan cosas milagrosas, que dan que pensar si no habrá que empezar a creer en los milagros.