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Con el objetivo de profundizar en este papel, DIARIO DE NOTICIAS, con el impulso de Euskarabidea, organizó esta semana el Encuentro DNN “Euskera e inmigración, un futuro de oportunidades / Euskara eta inmigrazioa, aukerez beteriko etorkizuna. La jornada abordó cómo el euskera se ha convertido en una vía de inclusión para las personas inmigrantes, las oportunidades y facilidades que existen para su aprendizaje y los beneficios del bilingüismo en la integración social y laboral. Además, se reflexionó sobre la importancia de abrir uno de los idiomas oficiales a esa parte de la población navarra, reconociendo la riqueza que aporta este intercambio cultural, tanto a la población inmigrante como a la comunidad en general, y su potencial como motor de oportunidades demográficas y económicas.
En la mesa de debate participaron expertos y representantes de distintos ámbitos, que aportaron distintas perspectivas sobre el tema. Mario Zapata, sociólogo especialista en migración y técnico de Euskera en el Ayuntamiento de Berrioplano; Begoña Zestau, técnica de interculturalidad de la Mancomunidad de Sakana; Jessica Delgado, madre inmigrante ecuatoriana; Laura Penagos, actriz colombiana afincada en Navarra desde 2008 y hablante de euskera; y Javier Arakama, director-gerente de Euskarabidea; fueron las personas encargadas de exponer el valor lingüístico y cultural del euskera.
El Encuentro DNN dejó claro que Navarra ha experimentado un cambio demográfico profundo en apenas dos décadas, y que esta transformación ha traído consigo una pluralidad cultural y lingüística que ya forma parte del día a día. Frente a esta realidad, el euskera no se plantea como una exigencia, sino como una oportunidad. “No solo abre caminos para quienes llegan, sino que también fortalece el tejido social en su conjunto, ofreciendo un espacio compartido donde encontrarse y reconocerse”, señaló el director general de Euskarabidea.
El sociólogo y y técnico de Euskera en el Ayuntamiento de Berrioplano, Mario Zapata, ofreció durante el debate una radiografía clara de esta evolución. Recordó que, a partir del año 2000, la llegada de población migrante creció de manera significativa, con un boom en 2005, un retroceso en 2011 y 2012 debido a la crisis económica y un repunte que se ha hecho visible en los últimos años.
Zapata cifró que, en 2024, el 20% de la población navarra ha nacido fuera del Estado: casi 130.000 personas de las cerca de 680.000 que conforman la Comunidad Foral. En este sentido, destacó que un 65% de los habitantes actuales han nacido en Navarra.
En cuanto al origen, el sociólogo apuntó que el 50% de la población llegada del extranjero procede de países de Centro y Sudamérica, “casi en su totalidad de naciones donde el castellano es lengua oficial, aunque en muchos casos convive con lenguas propias”. Por detrás se sitúan las personas nacidas en África, que representan el 23%.
La presencia, sin embargo, no se reparte de manera homogénea. En la Comarca de Pamplona se concentra alrededor del 50% de la población migrante, mientras que en algunos pueblos de la Ribera las se concentran entre un 25% y un 30% del total de sus habitantes.
A esa diversidad geográfica se suma otra, la lingüística. La mitad de los migrantes proviene de Latinoamérica, con el castellano como lengua común, pero también han traído consigo lenguas indígenas que rara vez salen a la luz. Zapata las describió como “realidades escondidas” que, aunque invisibles, forman parte de la nueva Navarra.
El euskera como idioma de acogida Si los datos dibujan el mapa de la diversidad, la experiencia de la comarca de Sakana muestra cómo el euskera puede convertirse en una herramienta de integración. Begoña Zestau explicó que desde 2005 se trabaja allí en proyectos de convivencia intercultural con un enfoque muy concreto. “Lo que no se nombra no existe, y el euskera se presenta como una herramienta de inclusión para cualquier persona que venga a vivir a la zona, venga de donde venga”, señaló.
Protocolos de bienvenida, cursos de acercamiento y la búsqueda de experiencias positivas en torno a la lengua han marcado este recorrido. Zestau insistió en que el proceso es circular, porque “la diversidad que aportan las personas migrantes también enriquece a la propia comunidad”.
La visión institucional corrió a cargo de Javier Arakama, responsable de Euskarabidea, que puso el acento en la necesidad de derribar prejuicios y facilitar el acceso al idioma. Recalcó que el euskera “es una lengua minoritaria y minorizada, pero también un regalo, y queremos que ese regalo esté al alcance de todos”.
El director gerente de Euskarabidea recordó que el Gobierno de Navarra ha puesto en marcha campañas de sensibilización, ha hecho prácticamente gratuita la matrícula en el nivel A1, ha impulsado programas tecnológicos dirigidos a adolescentes y ha organizado actividades culturales. Todas estas iniciativas tienen un objetivo común: “fortalecer el ecosistema social en torno a la lengua y fomentar su uso en la calle, en los comercios y en la vida cotidiana”.
Junto a los datos y las políticas públicas, las experiencias personales dieron al debate un tono cercano y humano. Jessica Delgado, migrante y madre de cuatro hijos, explicó que decidió escolarizarlos en el modelo D aunque ella no domine el euskera. Reconoció que al principio surgían dudas, pero pronto comprendió que “el idioma les abre más puertas”. Su experiencia demuestra que, pese a los miedos iniciales, los colegios cuentan con recursos suficientes para que las familias acompañen a sus hijos, incluso cuando los padres no hablan la lengua. Para Jessica, se trata de una apuesta de futuro, porque “el euskera multiplica las oportunidades dentro y fuera de Navarra”.
La historia de Laura Penagos, actriz colombiana y euskalduna, añadió una dimensión íntima con una nueva realidad. Al llegar a Navarra, vio en el euskera una oportunidad para recuperar lo que había perdido en su país, donde la lengua ancestral de su familia se había perdido. Relató que aprender euskera le ayudó a reconocerse y a sentirse parte del territorio. En su caso, hablar la lengua no solo fue una decisión práctica, sino también “un acto de identidad y de pertenencia”. “Cuando migras necesitas situarte en el lugar al que llegas, y el idioma te ayuda a vivir, a crear un proyecto y a romper etiquetas”, explicó.
El encuentro concluyó con una idea compartida por todas las voces: el euskera no es una barrera, sino una oportunidad. Es “un idioma acogedor, con una gran belleza”, como lo definió Zestau, capaz de reforzar la cohesión social.
Arakama cerró el debate recordando que aprenderlo ha sido para él una experiencia “emocionante y divertida” y que debe entenderse como un regalo tanto para quienes nacen en Navarra como para quienes llegan de fuera. Una conclusión que resume el espíritu del encuentro: el euskera, más que un desafío, es un puente hacia una convivencia más cohesionada y enriquecedora.